EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

viernes, 11 de marzo de 2016

LA MARIQUILLA IV

Mis padres tuvieron seis hijos, yo soy la segunda; los cuatro mayores nos criamos casi juntos, y cuando ya íbamos solos al cine o a jugar a la Alameda, mi madre dice que se aburría mucho y por eso encargó el quinto hijo.  La sexta, “la mininilla”, dice que según el médico era un fibroma y se terminó convirtiendo  en un preñao como la copa de un pino.  La verdad es que no me acuerdo mucho de aquella época, pasó todo muy rápido. Mi hermana la mayor se acuerda mejor, aunque sólo me lleva dos años, pero es que de siempre ha sido mucho más espabilada.

Cuando nosotros éramos pequeños, mi madre nos llevaba al paseo marítimo para ver de llegar los barcos con la pesca, o para ver el tiempo, junto con todas las mujeres de los pescadores. Si hacía malo, los barcos volvían y esa noche mi padre dormía en casa.

Y entonces seguíamos con el cuento…


La hermanastra se metió en la gruta, persiguiendo las tripas que tenía que lavar y llegó al prado en tromba, refunfuñando, y gritando como las locas se cayó de bruces. Comenzó a andar pateando todas las flores hasta que llegó al claro y encontró a la viejecita, sentada al sol en el mismo lugar, la cual le contó la misma historia que a Mariquilla.

Pero la energúmena ésta se puso a peinarla enredándole todo el pelo, tanto que cuando terminó parecía que la viejita en vez de cabeza tenía un nido de águilas, vamos, que parecía una gallina matá a escobazos. Luego le dijo que tenía hambre y la niña le contestó que ella no sabía cocinar. Bueno, le dijo la viejita, coge un cazo con un poco de leche y disuelve un poco de harina, para hacerme unas gachas. La vieja pesó que no sería difícil, pero la niña no había tocado un fogón en su vida y aquello salió como una especie de engrudo que encima se le quemó, pero como ya las había hecho, la obligó a comérselas. La pobre viejecita se puso a llorar y entonces se oyeron los pasos de los ogros que llegaban retumbando la tierra y con los gritos de: -“MADRE, HUELO A CARNE HUMANA, COMO NO ME DIGAS DONDE ESTÁ TE MATO”.

La niña se horrorizó, y cagá de miedo, se metió corriendo como un torbellino en la casa donde se escondió debajo de la cama. La viejita le contó a sus hijos lo que le había hecho la niña y lo mal que la había tratado y los ogros la llamaron para que saliera.

La niña salió temblorosa, y entonces los ogros le dijeron: -“Como no te has portado bien con nuestra madre, te vamos a dar dos dones que te seguirán toda tu vida: cada vez que abras la boca e intentes hablar, de ella saldrán sapos, culebras, ranas, gusanos  y cochinillas”. Y en la frente, en vez de un lucero, le salió un cuerno.

La niña salió pitando de allí, tropezando, llorando y arañándose, se olvidó de las tripas.

Llegó a su casa hecha un adefesio y como pudo, le contó a su madre lo que le había pasado, llorando y berreando y soltando bichos por la boca. Su madre, con los ojos como platos, a duras penas entendía lo que la hija le estaba contando.

Cuando la niña terminó, la madre, horrorizada, le ordenó que a partir de entonces se hiciese pasar por muda y fue y le pegó una paliza a Mariquilla castigándola otra vez sin comer por no haber dicho toda la verdad y haber engañado a su hija de aquella forma.

Pasó el tiempo y Mariquilla seguía con las faenas de la casa como siempre, andaba limpiando la chimenea y con toda la cara llena de cenizas, ni le lucia el pelo ni se le veía el lucero de la frente.

La casa estaba cerca de un bosque, y un día pasó por allí el Príncipe montado a caballo, que cansado de la cacería y con sed, se bajó del caballo y se fue hacia Mariquilla, que estaba fuera de la casa haciendo la colada, para que le diese un vaso de agua.
La pobre chiquilla se enamoró del Príncipe en el momento en que lo vio, pero como estaba cubierta de mugre y con los pelos tiesos de polvo, casi ni se atrevió a mirarlo y el Príncipe, cuando bebió, se marchó sin apenas dirigirle la palabra, dándole las gracias por el agua. 

Pasaron los días y el Rey publicó un bando en el que se hacía saber a todas las doncellas casaderas del reino, que se las invitaba a un baile de gala, el cual se celebraría en el castillo durante tres noches, al cabo de las cuales, el Príncipe elegiría una doncella para que fuera su esposa.

La pobre de Mariquilla no cabía en sí de gozo, pero la madrastra se rió de ella, diciéndole que a dónde pensaba ir, con tanta mugre encima y sin un mal vestido en condiciones que ponerse.

La madrastra estaba pensando ya en conseguir que su hija se casase con el príncipe, y para ello se dedicó a limarle todos los días el cuerno de la frente. La niña chillaba como una berraca y la madre se llenaba de sapos y bichos, por lo cual le dijo que si quería tener alguna oportunidad, tenía que seguir haciéndose pasar por muda”. 



Continuará…

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