Pues
pasa que estoy rara, rara, rara,… no, lo siguiente.
Este
verano hemos comenzado con los eventos más tarde que nadie, ¡qué fuerte!, todo
el mundo había ido a la
Starlite menos yo, y estábamos un poco choofffff, o sea, ¡que
al mes de julio aún no habíamos comprado ninguna entrada, no me lo puedo
creeer!. Total, después de mucho mirar precios, -que no trabajo y el puterío
está muy malo, ni tengo a mi Paco de directivo en ninguna gran empresa que me
inviten a las galas importantes-, pero total, fondo de armario tengo, que me
recorro los outlet arrebuscando
percheros, que más que un fondo de armario le voy a comprar el piso a la vecina…
pues eso, nos agenciamos unas entradas para ir a ver a los de Siempre Así.
Rumbita light, que desde hace más de veinte años se oyen amenizar ferias y
cualquier evento poniendo un punto de alegría, porque esta música es lo que
tiene, que te hace mover las caderas aunque no quieras.
Pues
pallá nos fuimos mi hermana la
Maria, unas amigas españolas pero ciudadanas del mundo y
afincadas en Irlanda y yo, a pasar un rato.
Estuvo
muy bien y mira que yo no soy del Rocío ni candelarias ni festejos
lúdico-religiosos, pero esa Salve Rociera, cantando todo el mundo en pié con un
OLÉ, OLÉ, OLÉ Y OLÉ Y OLÉ Y OLÉ Y OLÉ, te emociona y te baña en clamor andaluz-capillita,
pero del bueno, del que no hace daño a nadie ni intenta cambiarte ni te hace
caer de rodillas ante ningún profeta; sólo sientes, y ante una letra tan
sencilla la emoción es muy intensa.
Aparte
del concierto, la Starlite este año no ha dado pa´nada más, este año, aunque la
zona de la cantera la habían remozado con barandillas de metacrilato, el
recinto de la discoteca no era abierto, y había muchos bujíos, muchos rincones cerrados al público en general. Que no sé
por qué, si te cascan seis euros por una caña, ya está bien pagado el poder
quedarte y tomártela a gusto.
Bueno,
pues el verano está pasando y esta segunda quincena de agosto nos envuelve en
calor húmedo cubano, que no he estado en cuba, pero me comentaba una chica de
allí que es así más o menos, sudando desde que te levantas hasta que te
acuestas.
No
ha habido medusas en las playas por ahora y el agua está deliciosa, pero en
cambio sí tenemos unos mosquitos morenos, que pican y no les ves, pero al otro día
te tienen destrozá rascándote, que tengo
las piernas hechas un Cristo. Las malas lenguas dirán que claro, como soy tan
dulce…
La
familia nos fuimos a primeros de verano unos diítas por Huelva y a las playas del sur de Portugal.
Increíbles playas, pero increíbles. Unas mareas de seis metros que dejan al
descubierto parajes de gran belleza. En la isla de Tavira, el trozo de playa
habilitado para hamacas tiene una distancia entre una y otra como de tres
metros, otro trozo de playa nudista, otro trozo de camping y otra parte
salvaje, increíble la belleza de esas playas. Lo de las hamacas me llamó la atención,
porque aquí en el centro de Marbella, sólo con volver la cabeza, te comes el
bocadillo del que está a tu vera. Y no le conoces de ná.
Pues
por mucho licopeno y tomates que estamos comiendo, resulta que pillé una falta
de vitaminas que pa´ lo gorda que estoy, no me pega, la verdad. Pero ahí estoy,
llenando las reservas de mi cuerpo a base de pastillas. Cuando era más joven
tenía la loca idea de no tomar vitaminas porque engordaban… ya, ahora me tengo
que tomar un cargamento si quiero subir la cuesta con el carrito de mi nieta,
que no veas cómo está de grande. Con un año y medio ya sabe latín, tan rubita
que se ha puesto en verano que parece que en vez de ser mi nieta, se la estoy
cuidando a una extranjera.
No sé
si este año podré ir a la actuación de la Luna Mora de Guaro, aunque os recomiendo que
vayáis…yo, si voy, haré crónica. No es que me esponsoricen ni ná, es que me cae
simpático el evento.
We
keep in touch… según el tiempo que tenga… tú ya sabes.