EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

martes, 24 de febrero de 2015

ESPERANDO AL BEBÉ

Hace treinta años estaba yo como mi hija ahora, embarazada y acudiendo a las clases de preparación al parto, aprendiendo con las mismas profesionales.
Mi madre tuvo los cuatro primeros hijos en casa. De la primera me comentó que cuando vino a presentarse el parto estaba fregando de rodillas el portal, y cuando andaba penando como un perrillo chico por los quicios de las puertas, su suegra, que en aquel tiempo vivía con ella, le pegó un pescozón a mi padre, y le dijo:” corre y avisa a la partera, ¡¿no ves que ya viene el niño?!” y él, atontao, salió corriendo.
Mientras tanto, a mi madre le aconsejaban que con los dolores achuchase cuanto pudiese. Para cuando llegaron el médico y la partera mi madre se había  desgarrado sola achuchando y me comentó que la partera le preguntó al médico: -“¿Qué hago? ¿la cosemos? Y el medico contestó: “No, déjala, así los próximos partos le costará menos”. Así tuvo tres más en casa.
Cuando vino la cuarta, ya era yo un poco mayor y ví a la vecina con la mano toda arañada y le pregunté qué le había pasado y me dijo que tuvo que luchar con la cigüeña porque no quería dejar a mi hermana. El quinto y la sexta ya se fue a dar a luz al hospital a Málaga y me comentó que fue todo muy raro, pero raro raro, fíjate que la matrona le decía que no empujase y la puso de lado, que no empujase y le gritó: “¡señora, usted habrá tenido cuatro hijos, pero USTED NO SABE PARIR!”.

De todo eso me acuerdo porque en las clases de preparación al parto yo era una esponja, absorbía todo y comparaba con lo que mi madre me había contado y pensaba, ¡que brutalidad, por diosssss!. Saber a cada momento lo que pasa en tu cuerpo, qué clase de cambios se operan en el momento de dar a luz no te quita ni un solo dolor, pero te hace colaboradora para que el impacto sobre tu hijo y sobre tu propio cuerpo sea lo menos traumático posible, y las comadronas que me atendieron agradecieron mi colaboración portándose divinamente. También tengo que decir que soy una cagona y a mis dos hijas las tuve en el Hospital Materno-infantil de Málaga, no me fiaba de la clínica de Marbella, porque había oído historias de madres e hijos que necesitaban cuidados especiales después del parto y había que pitar corriendo pa´ Málaga porque aquí no había preparos, y con lo sensible que está una después de dar a luz, lo único que te consuela es abrazar a tu hijo y tenerlo bien cerca. Si todo va bien, no necesitas casi a nadie. Peeeero ¿y si falla algo?, ¿no prefieres estar rodeada de gente preparada que puedan ayudarte a ti y a tu hijo? Ya digo que siempre he sido muy cagona.
Así, cuando mi hermana la chica, una pechá de años después, se puso de parto, estábamos las dos de compras en un centro comercial y rompió aguas. Nada de histerismos, miró si el agua era clara y tranquilamente terminamos las compras, se fue a casa a preparar la canastilla y al hospital, todo controlado porque aún no habían comenzado las contracciones.

Estos días estoy oyendo la denuncia que han puesto las enfermeras a unas mujeres que asesoran a otras mujeres que van a ser madres, cobrando por ello, pero desde la experiencia de haber dado a luz. No sé, hasta el nombre “doulas” me suena a mala gente, ya que algunas incluso aconsejan a la madre que se coma la placenta. Qué pena cuando la gente tiene que pagar para tener la compañía de alguien en estos momentos tan bonitos y a la vez tan duros. Lo digo otra vez, siempre he sido muy cagona y no me fío. Me gustan los profesionales.

Mientras espero la primavera, que mi hija y mi yerno se empapen de lo que les espera, porque él también va.

Haremos este fin de semana una escapada de chicas, ya os contaré.
We keep in touch... Ya sabes.




lunes, 9 de febrero de 2015

REMEDIOS CASEROS Y RECETAS NATURALES

Hace una pechá de años, mi hija la mayor todavía iba al instituto, o sea que tendría unos quince años, le salió un papiloma en la planta del pié y comenzó su penar. Pobre hija mía, qué mal lo pasó.
Fuimos a la consulta del podólogo y me hizo un precio cerrado hasta la desaparición total del mismo. ¡JA! Un año, durante todo un año fuimos al podólogo. Le rascaba, infiltraba los ácidos, -que le dolían tela-, le salía como una quemadura, a las dos o tres semanas volvíamos a la consulta, rascaba, sacaba toda la piel muerta y volvía a inyectar ácidos, volvíamos, rascaba… y cada vez que decía: -“esto no ha perdido la raíz, está todavía vivo”-, mi hija se ponía a temblar. Como que estaba cojita la pobre y cuando el dolor remitía y parecía que aquello había acabado, ¡vuelta a empezar!, llegó a ir hasta con muletas al instituto.
Bueno, pues durante todo ese tiempo lo comentaba con una amiga, y ella me decía: -“mi hermana conoce una planta que quita el papiloma”- y yo, ni caso. Nos desesperamos tanto que al final le dije a mi amiga que me diese la planta y la forma de utilizarla. Bueno, pues lo que tardamos un año en el podólogo, en menos de un mes se solucionó con la planta. La hojita de la planta en cuestión, en contacto con la piel del papiloma volvía la piel blanquecina y yo con un bisturí le retiraba la piel muerta, hasta que no volvió a aparecer más piel blanquecina y aquello quedó curado sin dolor. No sé si al final fueron los ácidos del podólogo o la planta, pero desde que dejé al médico y nos quedamos con la planta aquello milagrosamente se solucionó. Esta fue mi experiencia con la planta del papiloma.

Ahora, hace un par de semanas, y como andamos de catarro con mocos y flemas que parecemos una olla de caracoles, me han pasado un remedio por Internet para hacer caramelos caseros para el resfriado. El vídeo te explicaba las propiedades de todos los ingredientes naturales que se usan, todos muy conocidos, nada raros. Se trataba de hacer una melaza con agua, azúcar, miel, limón, clavo y jengibre molidos, todo superfácil y cuando la mezcla tiene una textura hilada, distribuirlo en papel de cocina en forma de perlas que cuando están secas se espolvorea de azúcar para tortas y se guardan sin pegarse unas con otras.
Pues ale, me puse manos a la obra, porque el tipo lo hacia superfácil. JA! Hacer la mezcla bien, incluso le añadí arándanos, pero cuando la melaza tienes que hacerla pegotitos de perlas… ahí te quiero ver. Lo primero, que quema como sus muertos, y si te retrasas y esperas que enfríe un poco, se hace un gruño que no hay quien lo maneje, ni despegue ni . Bueno, salvé un poco del producto, lo enfrié, le puse el azúcar y se lo di a probar a mi hija. Se le pegaron los dientes y me decía que la iba a ahogar, que no podía respirar. Cabezona como soy, esperé, y cuando estuvieron todos espolvoreados los puse en un tarro de cristal para utilizarlos. Mientras los chupaba no estaban mal, solo que picaban un poco, pero de sabor bien, se podían utilizar.  Al otro día, se habían pegado unos con otros y a pellizcos volví a ponerme un poco en la boca, tenía que comprobar si aquello surtía efecto. Cabezona como soy, estuve cogiendo pellizcos del caramelo hasta que finalmente lo mordí y me traje la corona de la muela con el perno-muñón incluido. La broma de los caramelos me ha costado treinta euros de arreglo en el dentista. Ni qué decir tiene que tiré la mezcla con tarro y todo. Pero de sabor, no estaba malo…Y hasta aquí mi experiencia con los caramelos caseros para la tos.
Debo decir que todas las experiencias nuevas culinarias no han sido malas, también me salió una mermelada riquísima con las naranjitas chinas, que se hace cortando en juliana las naranjitas enteras, dejándoles también el hueso, que añade peptina pa´que espese, buenísima…


Bueno, hasta aquí mis experimentos en la cocina. We keep in touch, tú ya sabes…