A
ver, no tengo nada mío original, sólo escribo sobre las sensaciones que percibo
de lo que leo, veo, oigo… y como no tengo otra cosa que hacer, lo escribo,
haciendo un ejercicio de memoria que comparto.
La
primera historia que recuerdo fue el cuento de La Mariquilla, una versión de La Cenicienta que nos contaba mi
padre, algún día os la contaré.
Yo
no sé lo que significa aburrirse porque tengo una familia muy grande, pero en
mi vida ha habido momentos de soledad por no poder acoplarme a una reunión, una
fiesta o una salida en que, por algún motivo, me he tenido que quedar en casa,
y ha sido en esos momentos en los que, con un libro en las manos, he salido de
mi piel y he viajado a otra dimensión.
Son
incontables las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y de Corín Tellado, y
antes de eso los tebeos y cuentos, que por miles hemos leído. El durillo que nos daba los domingos mi
abuela Fraskita, a la que íbamos a ver después de misa, servía para comprarnos el
Pulgarcito de esa semana, o el Lili o el TBO.
Luego,
cuando la Mari
comenzó a trabajar, las novelas de Bárbara Cartland, tan románticas que
podíamos pasarnos horas y horas leyendo hasta terminar con la cabeza como un
bombo.
El
primer libro de más de doscientas páginas que leí fue La isla de las tres sirenas, de Irving Wallace, hace treinta años,
y sé que la temática está vigente, o sea, que si lo encontráis, leedlo. Y de
este mismo autor, hace también una pechá
de años que leí Los Siete Minutos,
que va sobre sexo -son los minutos que supuestamente tarda un hombre en
correrse- y en su día fue censurado. Hay que leerlo también para poder opinar
sobre el Christian Grey.
Hay
una colección de Angélica, la
marquesa de los ángeles y el Conde de Peyrac, el reo de Langedoc, ambientada en
la Francia
del Rey Sol, que la habré sacado de la biblioteca de Marbella como cuatro veces
pa´ leerla. Cuántas Navidades y Fines de Año me las habré pasado leyendo estos
libros.
Y qué
decir de El Médico, de Noah Gordon,
ese viaje por la Inglaterra
medieval con el sacamuelas y ese recorrido por Europa hasta Asia con la caravana
judía, hasta llegar a Persia, la cuna de la medicina y tropezar con la religión,
que corta todo avance hacia la medicina moderna, increíble. Luego están Chaman y La Doctora Cole, pero como el
primero, ninguno. Y Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, las
mismas luchas de poder que hay hoy en día con políticos, religiosos… nada ha
cambiado, excepto que antes había una selección de raza, sólo los más fuertes sobrevivían
y esos genes están en nuestra sangre. He visto en televisión las dos series de Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin, muy bien hechas. En Un mundo sin fin la maldad campa a sus
anchas de tal manera que predispone a odiar, pero intensamente, a los
personajes de la reina, la madre y el hijo cura, porque mira que son malignos, ¿verdad?
Hay
un libro que narra la vida de una mujer, supuestamente la primera mujer que
quiso estudiar medicina y pudo entrar en una universidad en la que sólo
estudiaban los hombres, se llama Domina,
de Nora Roberts. Otro libro es el que narra la caída de una piedra del espacio
al principio de los tiempos y va desgranando las distintas etapas de la
Historia. Se llama El Amuleto, es de
Barbara Wood. Son historias de superación, de mujeres excepcionales que luchan
por salir de la mediocridad y de las normas impuestas por una sociedad de
hombres temerosos de perder el poder y el control. De estas escritoras he leído
mogollón de historias sobre los normandos y los escoceses de tierras altas, que
son muy entretenidas pero acaban siendo repetitivas.
Otra
historia increíble es la de Forastera,
de Diana Gabaldon, que trata de una enfermera que va de viaje con su marido a Escocia
y a través del círculo de piedras viaja en el tiempo a la época medieval y
gracias a sus conocimientos de enfermería se integra en ese mundo, donde
cualquier herida producida en una batalla supone una infección y la muerte.
Allí conoce a Jamie, su media naranja, su complemento, su amor verdadero, que entrará
y saldrá de su vida, de una época a otra y se buscarán a través de los tiempos.
Son historias taaaan bonitas, que no quieres que acaben y terminan haciendo una
colección de siete u ocho libros en tu librería.
Aunque
me leí el verano pasado las cincuenta sombras de Grey, muy entretenido por
cierto, no deja de ser una historia de amor con muchas escenas de sexo. Mi
hermana no quiere que ponga tantos títulos juntos sin comentarlos, pero es que
la historia del Grey no da pa´ mucho, sólo tiene un par de escenas en que la
pavisosa de la prota saca las garras pa´ decir este hombre es mío y te araaaaaaño p´arriba como te vea tirándole los
tejos, -más o menos-. Para mí, es mucho más interesante la historia de la
teniente Eve Dallas y el macizorro del Roarke en la serie de libros que
empiezan con Desnuda Ante la Muerte. Tiene misterio, sexo, es futurista sin llegar a ser poco
creíble y con mucho glamour.
La
historia de Los Hijos de la Tierra, que empieza con El Clan del Oso Cavernario, de Jean Marie Auel, no puede nadie dejar
de leerla. El primer libro te introduce en la historia, fantástica, tan bien
documentada que hueles la tierra, sientes que estas en aquella época, pero ya en
el segundo libro y en el resto de la historia aparece Jondalar, ¡ay!, esos ojos
azules como bombillas encendidas, no cuento ná,
ahí lo lleváis…
Cuando
estuve de crucero por el Báltico, nos recomendaron ver la salida del barco
desde Estocolmo, por las islitas y el paisaje. Yo que vivo en Marbella, donde
no se puede coger un barco para ir a ningún sitio, sólo a pescar, me encantó
ver tanta islita con su casita y embarcadero para ir en barquito de una islita
a otra, todo muy bucólico y romántico. Ahora estoy leyendo una serie de una
escritora sueca Camilla Läckberg, autora de La
Princesa de Hielo, ambientado
en un pueblo sueco Fjällbacka, donde Patrick ,como detective y su pareja Erika,
escritora, desentrañan una serie de asesinatos misteriosos. Son tan terrenales
los personajes y los pueblos tienen tantas miserias, que lo mismo podría estar
hablando de la Andalucía
profunda… la lectura también sirve para desmitificar ideas de que en el
extranjero se vive mejor.
Aunque
estuve en Londres hace dos años, tengo unas ganas locas de ver la Inglaterra rural desde
que leí Solsticio de invierno de la Rosamunde Pilcher,
que lo leí en agosto y tenía que taparme porque sentía el frío. Y Los Buscadores de Conchas y Septiembre y El Regreso, todos de la misma autora, tan bien descritos que cuando
se hace de noche a las tres de la tarde te dan ganas de acurrucarte con la
manta y no salir.
Ahora
que, los libros que recomendaría para los jóvenes son Memorias del Aguila y del Jaguar de Isabel Allende, para quien le
guste los libros de aventuras, para viajar y resolver misterios en países
maravillosos y selvas amazónicas.
También está el escritor Conn Iggulden, que ha escrito sobre la vida del
Gengis Khan, tres libros y aunque me queda el tercero por leer, igual pienso
que cuando hay nombres que viven a través de la historia es porque han llevado
una vida súper interesante y hay que darle las gracias a los escritores que
ponen a nuestro alcance el poder saber algo más sobre ellos, porque aunque está
la licencia poética del escritor, también hay una base histórica de
documentación increíble, como la serie de En
el País de las Nubes Blancas, una trilogía que no quiero que termine.
Conforme
pasen los años me veo en una hamaca sentada al borde del mar y con un libro
entre las manos que me trasporte a cualquier lugar del mundo y me cuente
aventuras y amoríos varios, mientras espero a que alguien me llame pa´ unas
compras, un long drink, un finde, una quedada o un m´apunto a lo que sea, tú ya
sabes… Wee keep in touch.