Mi hermana la chica, que es la que ha estudiao una carrera,
me pregunta: Paqui, cuéntame, ¿que feedback estás teniendo del cuento de papá?.
Pues que me he tenido que ir a San Googel y preguntar que
significa la palabreja de marras que tanto usan estos directivos ahora, y
significa “método de control de sistemas”. O sea que feedback quiere decir ¿que
piensa la gente del cuento?, o sea, reacción, respuesta u opinión que nos da un
interlocutor, en fino.
Pues algunos tengo enganchao, pero no se a cuantos, la
verdad y después de este capítulo que no se si cuando mi padre nos lo contó,
pasaría el filtro en pedagogía, no se, no se, pero en aquella época, si mi
madre nunca le censuró como nos contaba el cuento, es que todo estaba bien.
Estaré de psicólogo y no ma enterao. El pueblo que opine.
Continuamos.
“Si los vestidos anteriores
eran bonitos, éste los superaba. Era un vestido azul, oscuro como la noche,
cuajado de las estrellas más brillantes, estrellas que formaban constelaciones
por su cintura y su falda. La enagua era como una nebulosa que parecía que la
sostenía cuando andaba, las estrellas brillaban por el corpiño y la luna le
sostenía el vestido en un hombro. Parecía que el universo entero acompañara a
Mariquilla al baile aquella noche. Iluminada como si estuviera en gracia de
Dios, porque era una mujer enamorada. El Hada Madrina, le dijo lo mismo que las
veces anteriores: -“Mariquilla, antes de las doce te quiero aquí”-.
Aquella noche el Príncipe se decía que no la
iba a perder de vista en toda la noche. Se había enamorado de ella por su
belleza y porque tenía una dulzura en los ojos que le había cautivado. La pobre
de Mariquilla en sus brazos estaba como en el séptimo cielo, pero no se
relajaba.
El
príncipe se preguntaba qué le pasaría y no se despegaba de ella. Las horas iban
pasando y la pobre Mariquilla no veía el momento de echar a correr, pero el
príncipe la atosigaba preguntándole que dónde vivía y ella no sabía cómo
explicarle que era una criada en su propia casa. La niña no quería que la noche
terminase nunca, pero cuando comenzaron a sonar las campanadas, echó a correr
como alma que lleva el diablo. En su carrera, perdió uno de los zapatos de
cristal.
El
príncipe salió corriendo detrás de ella, pero no pudo alcanzarla, tan sólo
recogió el zapato del suelo y se quedó muy triste mirando el sitio por donde la
muchacha había desaparecido.
Cuando
Mariquilla llegó a su casa, se topó con la madrastra, que la había estado
buscando, y al no encontrarla, la estaba
esperando. Se había marchado antes del baile porque se aburrió de ver a la
pareja bailar, sabiendo que no había esperanzas para su hija.
Cuando
vio a Mariquilla llegar corriendo, aunque el vestido ya había desaparecido, aún
le quedaba un zapato de cristal, y entonces, zorra como era, supo que ella era
la chica del baile.
Aunque
no sabía cómo, la niña se las había ingeniado para acudir los tres sábados al
baile, ataviada como una princesa y ella no se había dado cuenta de nada. Se
maldijo por haber estado tan ciega, y despechada, cogió a Mariquilla del pelo, y
hecha una furia con un palo le dio una tremenda paliza, le sacó los ojos, la
subió a un carro y la tiró en un vertedero de basura.
Mariquilla
estuvo tres dias con sus tres noches tirá en el vertedero, penando y lamentando
el día que quiso ser feliz.
Cuando
pensaba que nadie la encontraría, oyó un tintineo de campanas y a alguien que
cantaba una canción de la época que decía:
Del cielo cayó una breva, y te pegó en el ombligo, si llega a caer más
abajo, se junta breva con higo, ole, ole y ole. Era un viejo buhonero con su carro, de los que se dedicaban
a ir de un cortijo a otro llevando lo que los aldeanos no podían comprar -al no
haber tiendas cercanas-, como botones, aguja, hilos, cacharros de cocina y cualquier
objeto que comprara en las ciudades y luego vendía en los pueblos pequeños y
alejados. El buhonero, un hombre viejo y cansado de buen corazón, oyó quejarse
a alguien en el montón de basura, y acercándose, vio que era la niña que decía
con voz lastimera: -“Por favor, ayúdenme”-.
El
pobre anciano no podía hacerse cargo de la niña, ni para curarla ni para
alimentarla, pero le dio tanta penita que no pudo dejarla allí, así que la
montó en el carro y se la llevó a su casa.
Mientras
tanto, el príncipe fue casa por casa por el pueblo probándoles el zapato a todas las
doncellas que había en las casas. Cuando le llegó el turno a la madrastra, que
se había quedado con el zapato de cristal, le preguntó: -¿para qué quieres probarle
el zapato a todas las muchachas?”- Y él le contestó: -“Cuando encuentre a la
muchacha que tiene el otro zapato de cristal, la haré mi esposa”-
Al
día siguiente, la madrastra se presentó en el palacio ante el rey con el zapato
de cristal en una mano y su hija en la otra,
y le pidió al rey que hiciese que el príncipe cumpliese su promesa.
Al
mes siguiente el príncipe, aún sabiendo que le engañaban, - pero como era un
caballero y había dado su palabra -, se
casó con la hija de la madrastra y ambas se fueron a vivir al palacio. Una vez
celebrada la boda, el príncipe se quitó de en medio y se marchó a un pabellón
de palacio, porque no podía ni mirar a la cara a las dos sinvergüenzas que se
le habían colado en palacio. En su retiro, siguió buscando a la Mariquilla, y aunque le
preguntó y le volvió a preguntar a la madrastra de dónde había sacado el
zapato, ésta no soltaba prenda, y como la hija seguía haciéndose pasar por
muda, pues no había manera y se frustraba el pobre cada día más…”
Continuará…
Yo te sigo!!!! Aunque a veces no te ponga nada!!!
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