Ayer
me comentó mi hija lo que le dijo un médico a un familiar de uno de sus pacientes:
-“Es lo que tiene Dios, que se lleva la mente y deja el cuerpo”. Qué verdad que
es, porque con mi madre ha sido así.
Ella
me contaba cómo en su juventud había dos tipos de jóvenes, ricos y pobres.
Ella era de los pobres. Las chicas trabajaban, o bien de cuerpo de casa -limpieza,
plancha, cocina- o de niñera. Ella fue niñera, creo que desde los catorce años y lo
hizo tan bien, que ya quisiera la supernanny de la tele, sin ningún tipo de
preparación psicopedagógica, hacerlo tan bien como mi madre. Trabajaban todos
los días y sólo por la comida, y dice que cuando le comenzaron a pagar fue
cuando se casó, y mi padre no quería que ella trabajara fuera de casa.
Me
hubiese gustado tener más en mis genes de su inteligencia emocional y menos de
la gordura de mi padre. Pero, se me repartió de esta manera, y mira que mi
madre intentó corregirlo…, en fin, seguimos trabajando en ello. Es que yo me
disperso mucho, tengo que sujetarme porque me desboco. No sé hacer como ella
hacía, que una vez vino una vecina tó peleona, porque mi hermano había
descalabrado a su hijo de siete años, y sujetándolo del brazo y en jarras, en
la puerta de mi casa, le dijo: -“¿Tú ves, Salvadora?, si hubieses venido a
darme las quejas cuando mi hijo le hizo la brecha en la cabeza al tuyo, ahora
yo podría pelearme contigo”-, y cogió a su hijo y se fue. A mi madre nunca le
han gustado los escándalos ni las peleas de vecinas, además, no tenía tiempo. Seis
hijos, un marido más flojo que un muelle de guita y poco presupuesto es lo que tiene.
Estando ella de niñera en la playa conoció a mi padre, un marengo con la piel
de aceituna, los ojos azules como un mar con viento y un carácter zalamero, tanto, que
les leía las novelas románticas a sus hermanas por una batata, porque mi abuelo,
puro machote, no quiso que sus hijas aprendieran a leer, decía que a las
mujeres no les hacia falta. Era nueve
años menor que él y se prendó de sus ojos, porque mi madre los tiene chiquitillos
y negros como dos puñalás, y luego ha esperado ese hijo o nieto con los ojos de
mi padre y no ha podido ser. Ella dice que hasta pa´ eso fue flojo.
Bueno,
de ella aprendimos “economía de guerra” y ética. Para lo demás, los profesores,
porque aunque se puede tener mucha cultura y muy mala educación, las dos cosas
deberían ir de la mano y ella nos formó para enfrentarnos al mundo. Siempre dice que
esa es la mejor herencia que se puede dejar a un hijo.
Muchas
veces he pensado qué habría sido de nosotros si en vez de enamorarse de un
marengo hubiese escogido a otro con algún oficio mejor remunerado, para no tener
que hacer tantas horas extras como hizo, planchando y limpiando, mientras nos
fuimos espabilando los mayores para empezar a trabajar y aportar algo a la
familia. Tal vez no hubiese tenido que abusar tanto de los ansiolíticos, -pastillas
que odio con toda mi alma-, o tal vez al relajarse no nos hubiese empujao tanto
pa´ lante, pa´ lante..., tanto, que todavía noto entre mis escápulas su mano empujando.
Cuando
la más pequeña de mis hermanos tenía siete años, se quejó tanto, pero taaaanto,
de que no había bebés en la casa y que quería un nieto, que mi hermana la mayor
y yo le dimos uno cada una con doce días de diferencia. Mi hermana se lo dejó
antes de la cuarentena para volver al trabajo y yo, después de la baja
maternal. Todavía la estoy viendo en la cocina pelando patatas mientras con un
pié movía el cochecito del niño, mientras la niña estaba en el parquecito. Pues
sí, dijo que se quedaba con los dos para que nosotras pudiésemos seguir en
nuestros trabajos. Además de los niños propios, tenía a su cargo
los dos nietos y mi marido, que también se sumó a la hora de almorzar. Toma poderío.
Desde
que murió mi padre hace unos diez años se queja mucho de soledad. Es verdad que
vive sola con su perrita pequinesa Lili, que mira qué sabe esa perra: la mira y
antes de que mi madre avance el paso ya se ha quitado de en medio, ¡¡ni
pisotones que habrá recibío la pobre!! Pero nos hemos dado cuenta de que aunque
la rodeen todos sus hijos y nietos sigue sintiéndose sola, porque la soledad a
la que ella se refiere es otra y aunque nos dice que quería a mi padre con
locura, se queda extasiada viendo el programa de Juan Imedio y siguiendo las
peripecias de la Duquesa
de Alba.
Después de tantos años de darnos tanto, un
derrame cerebral y varios ictus nos la tienen un poco achantá, y escribo esta
crónica para que la conozcan sus nietos y no se lleven las manos a la cabeza cuando sacamos la tarta de
cumpleaños y la abuela coge la guinda antes de soplar las velas porque le
apetece. Ahora nos toca a nosotros estar pendientes de que no se derrame el
chocolate encima, se limpie las manos después de comer y quitarle los
chorreones que se deja con la espuma gris pa´ quitarse las canas, -porque presumía
es un rato- y cuando le dices lo guapa que está, te mira con los ojos muy
abiertos haciéndose la interesante y riendo por lo bajinis.
Ahora,
que está estupenda. Sorda como una tapia, pero estupenda.
Que
nos dure muchos años.
Desde luego mi suegra siempre ha sido una gran mujer,y muestra de ello es la familia que ha construido.Recuerdo cuando la conocí que yo era una cria de 15 años,me recibió con los brazos abiertos,yo siempre tenia la razón en las disputas del noviazgo y siempre mediaba con su hijo por mi.Recibia a mis amigos como si suyos fuesen y las puertas de su casa estaban abierta para ellos.Ahora con el paso del tiempo y sus achaques hace cosas de las que solo nos queda reirnos con cariño,pero el que ha tenido la suerte de conocer a Salvadora en sus buenos años sabe la gran mujer que es.Yo la quiero un montón aunque a veces diga ojú que mujer,y para mi es mi segunda madre,que nos dure Paqui muchisiiismos años más.................
ResponderEliminarQ bonito escribes Paqui, a través de tus palabras la llegamos a conocer un poquito, q mujer mas grande, cómo podía con tanto, eran de otra madera, q bonita estela deja, conoceros es conocerla tb a través vuestra, porq el poso q dejó os sale y lo vemos en vuestra nobleza y sencillez, gran familia q formó es su mejor herencia.
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