Hace
una pechá de años, mi hija la mayor
todavía iba al instituto, o sea que tendría unos quince años, le salió un
papiloma en la planta del pié y comenzó su penar. Pobre hija mía, qué mal lo
pasó.
Fuimos
a la consulta del podólogo y me hizo un precio cerrado hasta la desaparición
total del mismo. ¡JA! Un año, durante todo un año fuimos al podólogo. Le
rascaba, infiltraba los ácidos, -que le dolían tela-, le salía como una
quemadura, a las dos o tres semanas volvíamos a la consulta, rascaba, sacaba
toda la piel muerta y volvía a inyectar ácidos, volvíamos, rascaba… y cada vez
que decía: -“esto no ha perdido la raíz, está todavía vivo”-, mi hija se ponía
a temblar. Como que estaba cojita la pobre y cuando el dolor remitía y parecía
que aquello había acabado, ¡vuelta a empezar!, llegó a ir hasta con muletas al
instituto.
Bueno,
pues durante todo ese tiempo lo comentaba con una amiga, y ella me decía: -“mi
hermana conoce una planta que quita el papiloma”- y yo, ni caso. Nos
desesperamos tanto que al final le dije a mi amiga que me diese la planta y la
forma de utilizarla. Bueno, pues lo que tardamos un año en el podólogo, en
menos de un mes se solucionó con la planta. La hojita de la planta en cuestión,
en contacto con la piel del papiloma volvía la piel blanquecina y yo con un
bisturí le retiraba la piel muerta, hasta que no volvió a aparecer más piel
blanquecina y aquello quedó curado sin dolor. No sé si al final fueron los
ácidos del podólogo o la planta, pero desde que dejé al médico y nos quedamos
con la planta aquello milagrosamente se solucionó. Esta fue mi experiencia con
la planta del papiloma.
Ahora,
hace un par de semanas, y como andamos de catarro con mocos y flemas que
parecemos una olla de caracoles, me han pasado un remedio por Internet para hacer
caramelos caseros para el resfriado. El vídeo te explicaba las propiedades de
todos los ingredientes naturales que se usan, todos muy conocidos, nada raros.
Se trataba de hacer una melaza con agua, azúcar, miel, limón, clavo y jengibre
molidos, todo superfácil y cuando la mezcla tiene una textura hilada,
distribuirlo en papel de cocina en forma de perlas que cuando están secas se
espolvorea de azúcar para tortas y se guardan sin pegarse unas con otras.
Pues
ale, me puse manos a la obra, porque el tipo lo hacia superfácil. JA! Hacer la
mezcla bien, incluso le añadí arándanos, pero cuando la melaza tienes que
hacerla pegotitos de perlas… ahí te quiero ver. Lo primero, que quema como sus
muertos, y si te retrasas y esperas que enfríe un poco, se hace un gruño que no hay quien lo maneje, ni
despegue ni ná. Bueno, salvé un poco
del producto, lo enfrié, le puse el azúcar y se lo di a probar a mi hija. Se le
pegaron los dientes y me decía que la iba a ahogar, que no podía respirar.
Cabezona como soy, esperé, y cuando estuvieron todos espolvoreados los puse en
un tarro de cristal para utilizarlos. Mientras los chupaba no estaban mal, solo
que picaban un poco, pero de sabor bien, se podían utilizar. Al otro día, se habían pegado unos con otros y
a pellizcos volví a ponerme un poco en la boca, tenía que comprobar si aquello
surtía efecto. Cabezona como soy, estuve cogiendo pellizcos del caramelo hasta
que finalmente lo mordí y me traje la corona de la muela con el perno-muñón
incluido. La broma de los caramelos me ha costado treinta euros de arreglo en
el dentista. Ni qué decir tiene que tiré la mezcla con tarro y todo. Pero de
sabor, no estaba malo…Y hasta aquí mi experiencia con los caramelos caseros
para la tos.
Debo
decir que todas las experiencias nuevas culinarias no han sido malas, también me
salió una mermelada riquísima con las naranjitas chinas, que se hace cortando
en juliana las naranjitas enteras, dejándoles también el hueso, que añade peptina
pa´que espese, buenísima…
Bueno,
hasta aquí mis experimentos en la cocina. We keep in touch, tú
ya sabes…