EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

miércoles, 26 de junio de 2013

EL CAMINO DE SANTIAGO

                            

Here I am agaaaaiiiinnnn. Hola de nuevo. ¿Que cómo estoy?, cansá, muy cansá, pero bien.

He hecho el Camino de Santiago desde Sarria con unas amigas y me piden crónica, pero no sé cómo describirlo: soy toda sensaciones, estoy como atontá. Me falta el levantarme por la mañana, calzarme los tenis, coger agua, meterla en la mochila y ponerme en camino, sin nada más en la cabeza que andar, andar y andar. Tengo en las pupilas el verde intenso de los campos y en la nariz el olor a vacas y aunque el clima es canalla, -como ya lo sabíamos-, nos agenciamos ponchos de agua y a tirar millas.

Es un viaje que tenía en mente hacer, pero nunca sola, porque soy muy cagona. Me fui sin ningún tipo de expectativa, sólo a ver qué es esto de lo que tanta gente habla. Como  no son unas vacaciones al uso tienes que ir con gente que vaya en la misma sintonía, la misma que ya encontré desde que me monté en el tren con destino a Sarria... a partir de aquí no hay otra conversación que el camino. Es un camino, pero a la vez es un encuentro de culturas, nacionalidades y distintas motivaciones para hacerlo, y aunque el camino es único, hay muchas maneras de hacerlo.

Bueno, pues por muchas clases de Pilates y por mucho que me haya pateado a diario el paseo marítimo de Marbella, ná que ver con los veintitantos kilómetros diarios que hemos andado. Cuando sientes que los gemelos se te doblan de tamaño y que las piernas están tensas como cuerdas de violín, después de subir pendientes mojadas y resbaladizas por las hojas, pasar a través de torrenteras de ríos furiosos y bajar cuestas súper empinadas con gravilla suelta, te imaginas tumbarte en una litera y, como me dijo una chica, -yo ya no tengo edad para eso-. Para entonces mis amigas habían contratado hospedaje en casas de turismo rural, y como dice mi madre, “hambre que espera hartura, no es hambre ninguna”. Venían a recogernos a pie de la iglesia de turno, después de tener la cartilla sellá. Nos hemos dado unos bañitos de amor en bañera grande, cena de marquesas o de obispos y cama súper confortable. Como hemos ido de “peregri-pijas”,  se contrató también a una agencia que llevaba la mochila grande al siguiente hospedaje y después de ponernos los apósitos en los pies, crema antirozaduras y factor protección 50 in the face… con frutos secos, dátiles,  una botella de agua, chubasquero en la mochila pequeña y nuestro cuerpo serrano bien desayunado, otra vez al camino. Y andar, andar, andar…, y encontrarte con gente que va a otro ritmo, pero el camino es el mismo, van en etapas más cortas o llevan más tiempo, o jóvenes de albergues que a la llegada se reúnen en la sala a lavar calcetines, tomar unas cervezas y confraternizar. Y aunque ya digo que el camino es el mismo, las motivaciones por las que las hace cada uno son distintas, así que te encuentras con personajes como la señora holandesa de unos sesenta años que arrastra un carrito de aluminio desde hace un mes con sus pertenencias, o adelantas una familia americana y de repente de la mochila asoman unos ojitos azules con chupete, de unos nueve meses, tó feliz, o las dos amigas de Milán con las que nos fundimos en un abrazo santiaguero en la puerta de la catedral.

Después de cinco días así, cuando bajas el Monte de Gozo y llegas a Santiago, es como salir de una burbuja y volver a la realidad, y aunque es ruta de peregrinos, te sientes observada como un hare Krisna por el paseo marítimo de Marbella,  cansada como una mula, con espíritu de peregrina y unas ganas locas de ver la catedral. El mercantilismo que rodea la llegada hace que se diluya el espíritu con el que entras en la catedral y hagas “chofffff”…  Luego te dan la compostelana, título que convalidas con la cartilla que has ido sellando por el camino. La oficina está mal señalada y fuera de la catedral, y encima tienes que subir escaleras, cuando llevas los gemelos que parecen que se te van a partir. Una señorita te pregunta si vienes a pié o en coche y si el camino es por motivos religiosos, y te da la cartulina con tu nombre en latín. Sanseacabó.

Nos quedamos dos días más en Santiago porque pensábamos ver Finisterre y tirar las zapatillas o quemarlas en el fin del mundo, pero no pudo ser. El clima otra vez, así que cogimos el tren y nos fuimos a Vigo, preciosa ciudad donde nos comimos la mariscada reglamentaria.

Y vuelta a Santiago. Fuimos a misa dos días y los dos días volaron el botafumeiro. Impresionante. Luego, en el bar del obispo, que tiene unas tapas increíbles, le dejamos la mesa a María del Monte y a su amiga, que nos dijo el maître que iban mucho por allí, y como una de mis amigas estuvo todo el camino cantando la canción “yo iba de peregrina y me cogiste de la mano”, pues parecía que habíamos invocado su espíritu y nos reímos como locas.


Como ya digo, el camino francés, que es el que hemos hecho, es sólo uno, pero hay muchas maneras de hacerlo. Mi experiencia ha sido ésta y así la he contado.


 

martes, 4 de junio de 2013

EL ARTE DE QUEDAR BIEN




Hay circulando por Internet un escrito que me encanta: es el de cuando te encuentras a alguien que hace tiempo que no ves y le dices: -“Oyeeee, qué bien te veo, hace tiempo que no hablamos, a ver si quedamos”. Y la otra persona te contesta: -“Cuando quieras, yo también te echo de menos, a ver si nos ponemos al día”-. –“Vale, quedamos el lunes”-, “No, lo siento, tengo el médico”. “Bueno pues el martes y nos tomamos un café”. –“No puede ser, es que tengo partido de paddel”. –“No pasa nada, quedamos el miércoles”. –“¡Ay!, estoy ocupada con los niños en clase de equitación, pero bueno, yo te llamaré, a ver si quedamos”. –“Cuando quieras”. “Vale, cuando quieras, a ver si quedamos”-.
Pues así, si lo haces desde la sinceridad, no hay enfados, sigues pensando lo agradable que es esa persona, y tú ni cortas puentes, ni dejas de ser amable y quedas bien.

¡Ah! pero la familia... LA FAMILIA. Eso es otra cosa. Ahí entran otros factores, que son sentimentales. Es otro mundo. Tienes que valorar, medir, tragar, penar y adaptarte a muchos factores, para intentar siquiera quedar bien. Es un arte.
A ver si me explico. Tú has nacido en una familia de almendritas, tus padres almendritas, tus hermanos almendritas. Cuando creces, tú u otro familiar directo, hermano, sobrino…, se mezcla, -es ley de vida que lo haga- y puede que con otra almendrita, o quizás busque un cacahuete o puede que se mezcle con un garbancito, que a su vez, de mayor, será un anacardo.
Si durante toda tu vida no te mueves del entorno de las almendritas, no tendrás  problemas, porque vivirás de acuerdo a las mismas reglas que conoces desde que naciste. Pero si no, ¿qué haces?, porque no puedes decir, “a ver si quedamos”. No, porque habrá muchas ocasiones en que no tendrás más remedio que estar, y si te llevas bien con las almendritas pero no tan bien con los garbancitos, pues ¿qué haces?, a ver… ¿qué haces?. Puedes dejar de aparecer por estas reuniones y le causas un pesar a tu madre o a tu hermano o a tu sobrino y cortas con LA FAMILIA.
Si te niegas a conocer a otras personas que no han vivido de acuerdo con tus normas también te pierdes el conocer otros puntos de vista. Tal vez aprendas algo nuevo o tal vez te reafirmes en tu manera de organizar tu vida, porque aún de las malas experiencias algo se aprende, aunque sea para no repetirlas, o te ayuda a cambiar los factores que no funcionan.
Entrar a formar parte de una familia grande conlleva encontrarte con un mix de frutos secos y si tú apartas los garbanzos para comerte sólo las almendritas, habrá otro al que le gusten los garbanzos y sea alérgico a los anacardos. Pero, si quieres gozar de un sabor completo, tendrás que irle cogiendo el gusto al mix, porque puede que ese anacardo que tiene tan mal aspecto, en la boca te sorprenda con todo su sabor, y la almendrita que tanto te gusta y tanto corriste para conseguir, pues quizás te salga amarga y con mucha educación, te la tengas que tragar.
Hay muchos nombres para las personas que se aferran a sus opiniones –llámense elitistas, poligoneros, pijos, futboleros, snobs...  - y viven según su código y no les gusta mezclarse con la gente que no comparte sus opiniones. Pero si eres de mente abierta y proyectas buen rollito,  aparte de que continuamente estás aprendiendo, derribas muchas barreras, se instaura ese buen rollito que transmites y el arte de saber quedar bien, de forma natural, viene solo.