Bueno,
después de vivir intensamente la Navidad, diré que últimamente le ponemos unas
ganas, que no sé si la disfrutan más los pequeños o los más grandes.
El
fin de año, que lo pasamos en casa de La Meri, mira que tiene salón grande y
porche espacioso… pues bueno, ¿dónde estaba el baile?, en la cocina: donde más
nos podamos estorbar, achuchar, empujar y reírnos como locas, porque es donde
se corta el pan, se prueban las salsas, se trocea la lechuga, se preparan los
aperitivos y bueno… -“¡esta gamba se merece una copita!, pues vamos a abrir
algo ¿no?”- Y a partir de ahí, sálvese quien pueda, ya está liá la fiesta.
Musiquita
a tope y el que va llegando, -si tiene ganas y no le duele la cabeza, ni las
rodillas, ni viene de bajón-, se va agregando, el que no tiene ganas, se
apoltrona en otro sitio, hay confianza y no hay que apretarse si no le apetece.
Para
nosotros la Navidad comienza a mediados de Diciembre con la quedada del amigo
invisible, the most important gift,
porque es lo único que vamos a recibir los mayores,- hermanos y cuñados-, unos
de otros y ahora también los sobrinos que hayan comenzado a trabajar, porque el
puterío está mú malo y somos muchos.
Esta
tradición es nueva, la copiamos de los niños del instituto y nos pareció bien. Con
los años vamos mejorando, porque después de todo siempre hay una primera vez y el
primer año hubo un amigo invisible al que le pareció bien regalar la tapadera
del water, -superfashion de la muerte que te cagas, de las primeras que
salieron de metacrilato decorada con peces, espectacular-, pero hay que saber
apreciar este regalo tan original y la persona a la que iba dirigida tenía
otras expectativas, pero como de todo se aprende, en las siguientes ediciones
junto al nombre ponemos sugerencias, casi siempre algo pa´ nuestro cuerpo
serrano, nada para la casa. A mi hermana le regalaron una cafetera el día de la
madre, o el de los enamorados, o algún cumpleaños y LA CASA agradeció el
regalo, pero ella no. Entonces, toca regalo personal y eso es muy complicado,
por eso ponemos sugerencias al lado del nombre. Las mujeres somos más fáciles
de regalar. Yo, por ejemplo, pongo el nombre del perfume que me gusta y el
tamaño (grande, of course) pa´ que
nadie se me despiste, pero mi marido no sabe qué poner, así que a quién le
toca, se tiene que exprimir las neuronas, porque no fuma, cada vez bebe menos y
la ropa, le gusta buena, pero de muy buena marca (tonto nunca fue).
Luego
viene el atracón el día de navidad, el atracón en fin de año y cuando todavía
estoy saboreando el último trozo de roscón de reyes, os voy a contar lo que voy
a comer a partir de mañana: Lechuga con… buenos propósitos de plancha,
pescado, carne, huevos cocidos, aliños de frutos secos, en fin, algo apetitoso
en ensalada, que cuando llegue el verano, si no he adelgazado, por lo menos
espero depurar el hígado.
Como
volvió a gustar el solomillo que preparé para fin de año, os voy a dar la
receta, que es la que repito cada año:
Solomillo
a tiras o en medallones, -al gusto-, con sal y pimienta, se sellan en la sartén
por ambos lados para que no se escape el jugo y se reserva aparte. Luego se fríen
los champiñones en cuartos o en láminas gorditas, igual, sellados por ambos
lados para que no pierdan el jugo y se reservan. Se pone mucha cebolla picadita
y cuando está frita se le quita el aceite, -si es mucho-, y se le añade una
lata grande de tomate triturado, dos cucharadas grandes de mostaza Dijon, sal,
pimienta al gusto y se deja reducir. Cuando ha reducido se le añade un bote
grande de nata, -mis cantidades son grandes porque somos muchos solo para
probar-, pero se reduce hasta para dos personas si hace falta, y se rectifica de sal o se añade más
pimienta, al gusto. Cuando ha reducido todo un poco se le añade la carne y los
champiñones y se le da el último hervor.
Que
aproveche, espero que os guste, porque nosotros hemos sobrevivido a otra
Navidad.