EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

lunes, 16 de diciembre de 2013

ALEMANIA EN INVIERNO

 

¡Ay!, estoy mirando el montonazo de ropa que tengo para planchar y suspiro, ¡ay!, suspiro…, y le tengo que meter mano, pero después de una semana sin agenda doméstica, me cuesta la vida, porque no es exageración, el montonazo de ropa casi me tapa la ventana.

Mis amigas me dicen: -“Paqui, ¿a ti te gusta viajar?”-, Si, me encanta y más cuando voy en un grupo con gente alegre. Cuando hago la maleta, después de unos pocos días de estrés por dejarlo tó apañao, -casa, nevera, baños, hacer veinte listas en mi cabeza de lo que tengo que llevar y dejarle la crema de verduras con carne molía a mi madre pa´ unos pocos días, que la tengo sopadicta-, cuando llega el día del viaje y por la mañana me visto, pillo las maletas y me siento en el coche, me derrito como un pulpo al que le han dao una paliza de diez horas y le han dejado sin nervio, ya me da igual a dónde me lleven, a Tombuctú, Algeciras o como en este caso, a Alemania. Me da igual, porque durante esos días, sólo pienso en mi, la ropa que me voy a poner por las mañanas, me cuelgo el bolso ¡y a volar!, sin obligaciones, sin mercado, sin comida, sin plancha…, me da igual a dónde me lleven, me apunto y no protesto, llevarme a cualquier sitio, así soy de agradecía.

Bueno, pues ya le he dado un repaso a Alemania durante estos días y cada vez que voy más me gusta. Es la primera vez que voy en invierno y estaba un poco acojoná con el frío, pero ha valido la pena.

Las vacaciones, mientras que he trabajado, las programábamos siempre para el verano, cuando los niños estaban sin colegio. Qué pena, ¡se me han hecho mayores tan rápido!. Pero es lo que hay, evolucionamos y este año toca viaje de invierno sin niños, a un país que nunca jamás me imaginé que fuese tan bonito e interesante para hacer turismo.

Cuando se piensa en vacaciones te imaginas una playa dominicana, mojitos y hamacas al borde del agua, pero como dice mi amiga, eso lo tenemos todo el año en Marbella, para viajar en invierno hay que ir a un sitio de invierno que te enfríe la sangre y te apriete las carnes. Lo que no llevo muy bien es la calefacción tan fuerte en los sitios cubiertos,  que reseca las mucosas y te hace vestirte y desvestirte más que una corista.

Hemos comido salchichas, chucrut, vino caliente especiado, -que a alguna le ha gustado mas de la cuenta…-, ponche y muchas jarras de cerveza, menos mal que la cerveza es mas bien flojita, y el alcohol del vino corriendo se evapora con el frío, porque así es la única manera de visitar tantos mercadillos navideños, preciosos, que adornan todos los pueblos y ciudades que hemos visitado. Como anochece rápido, las luces navideñas de edificios y plazas hace que estas fechas sean muy entrañables y se viva la Navidad con frío, que es como gusta. Hemos tenido mucha suerte con el tiempo, había nieve en la montaña del “castillo del rey loco”, pero ni nos nevó ni nos ha llovido, -que la lluvia desluce mucho las excursiones-. Los transportes públicos funcionando a tope y bien. También volvimos a Salzburgo, cuna de Mozart, pero nada tienen que ver los paisajes a cuando los vimos en verano, aunque hay tiendas que se mantienen con la misma mercancía, tanto en invierno como en verano, como la tienda que es enteramente de huevos, decorados, súper original, sólo huevos de todas las aves, decorados con todos los estilos y colores, sólo que en verano hay muchas flores decorando jardineras y terrazas, que ahora no se ven y es otro paisaje.

Y ahora pienso, "qué le importará a la gente si tengo o no tengo plancha". Mi hermana me dirá, como siempre, que soy una exhibicionista, pero tengo la tabla puesta y las lentejas empiezan a oler, me voy a poner la radio a toa pastilla y a coger el toro por los cuernos, que ya no me entretengo más.


martes, 10 de diciembre de 2013

MENOPAUSIA, ¿Y QUÉ?

Ayer fui al teatro a ver una obra que mi hermana tenía muchas ganas de ver. Íbamos a ir a Madrid, pero no hizo falta porque la estrenaron aquí, en Málaga. Se trata de la de “Sofocos 2”, que va, como su propio nombre indica, de los sofocos de la menopausia.

Cachondeo puro. Me di una pechá de reír que todavía me duelen las costillas. Buenísimas las interpretaciones, por lo bestias y por lo ridículo y veraz, como la vida misma. El teatro a reventar, lleno absoluto y una media de edad que superaba con creces los cincuenta años.
Las señoras muy bien ataviás, con mucha peluquería y algunos señores también con ganas de pasarlo bien, porque de eso iba la obra, de pasarlo bien y de reírse de los sofocos.

Y aquí estoy, con mis sofocos, intentado hacer la maleta, que me voy a Alemania unos días, -ya os contaré-, y no sé qué ropa llevarme, porque cuando me da el subidón me sobra tó, hasta el pellejo.

He estado tomando café en una recachita del puerto y casi me pongo en tirantes, pero claro, es que esto es Marbella, aunque cuando se va el rey (sol), como dice mi amigo de la cafetería, abrígate o se te coge a la garganta rápido. Ahora, que me voy a llevar ropa de invierno para abrigarme bien, pero el abanico también me lo llevo.

Y es que aparte de los sofocos, que tampoco es para tanto teniendo un abanico a mano, me encuentro, gracias a Dios, fantástica de la muerte, luchando con mis kilos, como siempre -porque la genética manda-, y con ganas de todo, todo, todo, y sin problemas de hinchazones de períodos ni cambios constantes de humor pre, durante y post.
Por lo tanto, no entiendo por qué algunas personas hacen la ecuación “menopausia = vejez = se acabó, que se pare el mundo que me bajo".

No lo entiendo, porque la experiencia que estoy viviendo a mis cincuenta y tantos conmigo misma y las amigas que me rodean, que somos más o menos de la misma quinta, no tiene nada que ver con achaques, desgana ni falta de ningún tipo. Al contrario, creo que si nosotras mismas no nos sujetáramos en conciencia con obligaciones familiares, estaríamos de pingondeo todo el día como si fuésemos adolescentes.

Que la menopausia no es una enfermedad ni la juventud sinónimo de bienestar. Que hay o no hay ganas. Que se apetece o no se apetece. Que hay humor o no hay humor. Y que mientras hay salud y ganas, pues en la medida que se pueda, se disfruta, se tenga la edad que se tenga. Y la que es rancia y quejica, lo será a los treinta lo mismo que a los cincuenta, y siempre tendrá un achaque al que agarrarse.  

Lo que no se puede pretender es que, si  nunca has hecho deporte, de repente te apuntes al aerobic para aparentar tener menos edad, ya se sabe que las rodillas no van a aguantar… y aparentar psssssss, se puede aparentar.  Igual que vemos veinteañeras celulíticas minifalderas, nadie te pide el carnet para comprarte unos leggins y plantarte una minifalda. ¿Que no es lo mismo?, bueno, ¿pero quién soy yo pa´ decirle a una cincuentona lo que se tiene que poner?, si por ponerse, a esta edad, te puedes poner el mundo por montera, ¿o no?

Pues eso, menopausia, sí, ¿Y QUÉ?





martes, 3 de diciembre de 2013

HABLANDO CLARO



Helouuuuu, aquí estoy againnn…

Me echabais de menos ¿eh?, amigos del ciberespacio y de las redes sociales del mundo intergaláctico.

Bueno, pues voy a dar una opinión, que es muy mía y no va ni de sentar cátedra ni de intentar convencer a nadie, porque como el blog es mío, pues a señalar la casilla de maligno y a hacer comentarios, que para eso estamos…

Esta crónica va de que mi hija me llama y me dice: -“Mamá, ¿estás viendo las noticias? Dicen que han puesto cuchillas en la frontera de Melilla para que no crucen los negros, ¡cuchillas mamá!, ¿pero estás oyendo? Y dicen que las van a quitar porque han comprobado que las cuchillas cortan. ¿Y cómo lo han comprobado, mamá?, ¿es que han empujado a algún negro contra ellas?” (Supongo que pilláis el tono…) Y yo le contesto que esa noticia es antigua, que sólo la ponen para entretenernos y que no nos enteremos de otras cosas más horrendas que están haciendo los partidos políticos, porque una frontera que da problemas porque la asaltan cada dos por tres y los pobres guardias civiles están hasta los cojoncillos del trabajo que les toca, por tener que correr cada dos por tres cazando negros como a conejos, sabiendo que los pobres vienen para intentar mejorar su vida…   ¡¡ ilusos!!, que son unos ilusos, pues si ven esas cuchillas piensan que no intentarán cruzar, es en plan disuasorio. Ahora, si se tiran contra ellas, se harán daño, mucho daño, ¡coño! tontos no son, pues que no las salten.

Ahora estoy oyendo a esos políticos que hace tiempo que no nos representan, y que siguen aprobando leyes que les blindan de por vida por muchas veces que metan la pata y oigo también la opinión de mi hermano y, vamos a ver de qué manera podemos los ciudadanos obligar a que esta gentuza cambien de una vez las leyes que les protegen y les blindan ante cualquier protesta ciudadana, que de verdad funcione la democracia, que según tengo entendido es votar y acatar lo que diga la mayoría.

Bueno, pues según mi hermano, y viendo que realmente no hay alternativas, meter una papeleta pringá en mierda en el sobre, y…  pero luego ha rectificado porque no sabe si me tocará a mí o a tí o a cualquier otro ciudadano inocente abrir esa papeleta y tampoco es eso… Por tanto,  mejor escribirlo y poner “una mierda pa tós vdes.” Pues me he informado y el voto ese sería nulo, o sea, que es como hacerle cosquillas en la barriga a un muerto y darle más escaños a los partidos mayoritarios.

Entonces, ¿qué hacemos? ¿No vamos a votar? Pues tampoco, eso sería como hacerle cosquillas en la oreja a un muerto y encima es como si pasáramos tres pueblos de la democracia, que tampoco se trata de eso. ¿Y si vamos a votar pero no ponemos nada dentro, ninguna papeleta, pero nuestro voto cuenta?. Pues parece que eso está escrito en un libro y los políticos salían muy mal parados porque se crearía una dictadura y habría represión ciudadana. ¡Hay que joderse! ¿Y cómo hemos llegado a esto?  ¿Habrá que pasar de verdad de nuevo por una dictadura para crear una nueva democracia que sea real y poder echar a estos corruptos del poder?, ¿hasta ese punto se han  blindado, para que la opinión del pueblo no valga nada y la justicia no pueda tocarles?. Porque también está la opción de que por no perder la democracia se presente un chiquilicuatre que nos haga gracia y tenga verborrea para que se le vote y tengamos luego que arrepentirnos y tirarnos de los pelos… pero es que, quedarnos con los mangantes éstos, a los que les estamos llenando de nuevo las arcas con nuestros impuestos y que ya se están frotando las manos pa´ volvérselo a llevar calentito, calentito… pues como que me encabrona, y aquí me tienes escribiendo esta crónica toa cabreá y sin saber si votar en blanco o como dice mi hermano: UNA MIERDA PA´ TOS VOSOTROS.

domingo, 17 de noviembre de 2013

OTOÑO


Yo tenía que estar planchando, sí, porque el cambio de armario de verano a invierno sin pasar por el otoño, -esa estación que en Marbella no existe-, porque suele haber una prolongación del verano casi-casi hasta Navidad, me provoca una cantidad de estornudos que me deja como griposa, así que voy a parar e intentar coordinar una crónica.

Cuando estaba embarazada de mi segunda hija, una tarde, para las clases de preparación al parto, me llevé a la mayor que tenía cuatro años y en uno de los ejercicios en que estábamos todas las barrigonas boca arriba con las rodillas flexionadas, aprendiendo a empujar con la tripa, mi hija corría de una a otra para ver el momento del nacimiento del bebé, pensando que iba a ocurrir en ese momento. Fue muy simpático. Luego más tarde,  estaba yo en la sala guardado la colada y oía a mi hija charlar con el padre sobre el bebé que nacería y sobre mi barriguita y en aquel momento le preguntó al padre: - “papá, pero lo que yo quiero saber es ¿EN QUE MOMENTO ENTRÓ EL BEBE EN LA BARRIGUITA DE MAMA?”-. Se hizo el silencio y oí que el padre le contestó: -“Eso se lo preguntas a tu madre”-. ¿Que qué hice?, pues la entretuve y le cambié de tema, porque aunque había leído libros sobre ¿El porqué de los niños?, no creí necesario informar a mi hija de aquello, ya tendría tiempo más adelante. Esto es una anécdota simpática que quiero compartir y que refleja lo que yo defiendo, el libre albedrío de las personas, que aunque haya estadísticas y estudios sobre a qué edad se hace esto o aquello, la decisión es del que manda.

Yo me informé de todo sobre la sexualidad leyendo, porque pasé de una época franquista en la que todo era pecado, -de pensamiento, palabra, obra  u omisión-, a leer en la revista LIB consultorios sexuales sobre todo tipo de posturas y aberraciones. Me quedé con la consulta de la chica que preguntaba que qué hacía, porque su novio le pedía hacer el coito anal y ella se negaba porque le dolía, pero él la acusaba de no quererlo lo suficiente. Le contestaron de que se lo permitiera a cambio de que mientras la penetraba la dejara introducirle a él un bastoncillo ahondando por el oído, a ver si sentía el mismo placer que ella, y así comprendería que amor y dolor no son compatibles.

Dicen que tanta libertad nos ha llevado a una pérdida de valores, pero yo creo que los valores están ahí y vives de acuerdo a unas normas que dicta la sociedad. Como estamos viviendo la resaca de una sociedad que ha vivido el día a día y que dictaba el “sálvese quien pueda y maricón el último” y el “a vivir que son dos días”, pues ahora recogemos lo que hemos sembrado y no nos gusta la cosecha.

Miramos atrás y recordamos cómo se esforzaron nuestros padres para construirse un futuro y con qué poco se conformaban, mientras te empujaban para que te esforzaras y a fuerza de trabajo conseguir un futuro mejor que el de ellos.  

La misma sociedad que nos bombardea por televisión pidiéndonos dinero para los niños que sufren, te informan de cómo las mafias se quedan con lo donado para enriquecerse.

Tampoco me gusta escuchar que lo que necesitamos es un Franco con treinta años, pero un poco de cordura para no volvernos locos con tantas contradicciones sí, y acabar con esta hoguera de vanidades donde los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres.


Me hunde la moral cuando hablan de ayudar a los pobres rebajándoles los impuestos y ver los salones sociales llenos para dar de comer al que no tiene. Odio el anuncio de la madre que le da de cenar al niño pan con pan, me remonta a una época de posguerra, ¡y no ha habido ninguna guerra!, sólo mucha avaricia por parte de gobernantes que sí han perdido unos valores éticos y de honradez, que tendrán que hacer un examen de conciencia para recuperarlos y a su vez trasmitirlo a la sociedad, porque hasta ahora lo que trasmiten no nos gusta y parece que no tienen intención de cambiar. 

martes, 12 de noviembre de 2013

NOVIEMBRE


Después de la polémica que se ha formao acerca del  SÍ al tostón y  NO al jalogüin, he de decir que yo soy como los niños chicos, que si le preguntan si quieren a Papa Noel o a los Reyes, te contestan que a los dos, ¿y por qué?, pues porque saben que las fiestas son en fechas distintas, o sea, que celebrar una cosa no quiere decir que no quieras la otra, que si le pones por la mañana flores a los muertos y por la noche te vistes de idem y te vas de fiesta, ¿qué problema hay con que al otro día te pasees por el campo y ases unas castañas?, ninguno ¿no?. Pues eso, que me gusta una juerga más que a un tonto un lápiz y si puedo, me apunto a lo nuevo y sigo con la tradición del tostón.
Ya el año pasado fue la primera vez que me compré el gorro de bruja y como este año ya lo tenía, pues a disfrazarse y pintorrearse. A los niños les encanta y se pasa bien. Hizo mi hermana una tarta con tela de araña y dedos de galletas, pa morirse de buenos.

Si total, te ríes mientras te disfrazas y más, de la cara tan rara que pone la gente cuando te ve, porque luego no es pa´ tanto, es más pa´ que se diviertan los críos. A mi hija le dijo un niño: “¡QUÉ FEA ESTÁS, y que sepas que eso esta noche es un piropo!”. Al otro día amaneció la plaza llena de huevos estrellaos, se nota que se dedicaron a hacer batallas de huevos. Como todo degenera y los críos sueltos no idean nada bueno, pues toda la plaza hecha un asquito.

Para qué ponerle trabas a una fiesta y no dejar al libre albedrío que la gente se apunte a lo que quiera. Eso de “si no piensas como yo estás contra mí” sólo trae disgustos y fanáticos con opiniones negativas hacia todo lo nuevo, que se llenan con comentarios de odio a todo el que no opina como ellos y al final, me parece que estas personas ni siquiera hacen el tostón, ¡pero no veas el tostón que dan!.

No he salido fuera este puente, y gracias a las redes sociales me he enterao que en Marbella hay unas asociaciones que hacen actividades de todo tipo y si eres enrollao lo mismo te llevan de teatro, de paseo al campo, de rally en bici o cualquier otro sarao donde haya ganas de pasarlo bien. Ya te digo, que no sabía que hay en Marbella un equipo de baloncesto en sillas de ruedas, que por lo visto son hasta buenos, y montaron un espectáculo con las escuelas de bailes para recaudar fondos, y allí me encajé con mi hermana y mi madre en el teatro. Divino, divino, divino. Me encantó un número de baile, ella en silla de ruedas y él de pié. Cómo se puede trasmitir tanta pasión y tanta complicidad, nunca había visto nada igual. Y las niñas bailando la danza del vientre, parecían anguilas descoyuntás, yo que no tengo cintura, me parece que voy a plantearme apuntarme a esta academia.

Estupendo fin de semana, a tope el paseo marítimo y si sales a andar a eso de las cinco y media en dirección a Puerto Banús… te dirán que si las puestas de sol del desierto, que si las puestas de sol del cañón del colorado, que si la aurora boreal…, ninguna de ellas he visto, pero yo abro la boca cuando al atardecer el cielo se ilumina en rosa, y cuando el sol se ha puesto me tengo que quitar la salivilla de la comisura de la boca. Extasiá me quedo, oye, con las puestas de sol de mi Marbella.



domingo, 3 de noviembre de 2013

VIVIR CON MIEDO

No sé si me saldrá una crónica o un desvarío, porque tal y como está el ambiente…, no sé, no sé. Que si el microondas, que si las ondas de los móviles, las ondas de los nuevos contadores de electricidad, que si los aviones a reacción con la estela que dejan es que nos están fumigando como a una plaga que habita en este planeta y hay que exterminar,  que si los transgénicos…, o sea, no me extraña que viva con el miedo en el cuerpo quien se ve inmerso y se cree de verdad todas estas atrocidades, por las cuales nos vamos a morir antes, y digo antes, porque morir, nos vamos a morir, ¿o es que alguien no lo tiene claro?, que nacemos con fecha de caducidad.

Estas personas desarrollarán enfermedades, que al principio pueden ser psicosomáticas, pero que se convertirán en reales si no cambiamos. Por ejemplo: Acojonao de turno que se estresa, vive angustiao, padece ansiedad, estrés, surmenage,… y harto de vivir estresao por las calamidades con que le bombardean constantemente los medios de comunicación,  se lía la manta a la cabeza, lo manda al carajo, se coge una barca y se marcha a Fuerteventura, for example y se dedica a vivir de la pesca y lo ves tó feliz. Sí, tó feliz: sin tele, sin móvil, sin internet, sólo comiendo pescao fresco y sin leer acerca del tipo de contaminación que padecen nuestros mares, sólo viendo una puesta de sol más alucinante que los ácidos  y no leyendo que los gases contaminantes son los que le dan ese color rosado al atardecer que te deja sin aliento.

Por favor, una cosa es que estemos informados y otra que le busquemos el pelo al huevo, que seguro que buscando, buscando, se lo encontraremos.

No entiendo por qué algunas personas se dedican a contagiar sus miedos. Estas personas que hacen estudios e investigan tan a fondo lo que puede llegar a pasar y no ven lo que está pasando en la actualidad y nos hacen partícipes de sus fobias, yo les pediría que hicieran más deporte en contacto con la naturaleza, que ya que el planeta se va al carajo, disfruten del tiempo que les queda y si quieren ayudar a que eso no pase, se vayan a esos países miserables y les ayuden a construir pozos y a sembrar y a comer en sus propias tierras y que no tengan que abandonar sus países para perder la vida en unas travesías malditas que nos llenan de vergüenza a todos, porque con parte del dinero que se destina a que no vengan y asistir a los pobres que lo consiguen, se podría ayudar en sus propios países pa´ que no tengan que abandonarlos en pos de una quimera, porque total, pa´ qué van a venir aquí, si nos están exterminando desde el cielo y vamos a reventar todos envenenados…

Me estoy leyendo el libro de la Julia Navarro, “La sangre de los Inocentes”, que me está encantando y comienza con un relato de un jesuita cuando la inquisición en Francia y sigue con las atrocidades de Hitler. Pienso que los libros que te sitúan en esos momentos tan horribles de la historia, a mí por lo menos me hacen pensar que cuando pasen veinte o treinta años, alguien investigará a fondo y nos removerá la conciencia con cifras escalofriantes de cuántos muertos quedaron en el estrecho, y ya que tanto nos gusta fantasear, quizás descubran una nueva enfermedad por comernos los pescados que a su vez se alimentaron de tantos muertos ahogados y olvidados.


Pero como leí en algún post de esos que circulan por Internet, la vida es un baile y mientras estemos en ella bailemos… y si no, volvamos a lo natural, como en el anuncio ese del niño que destapa un regalo y es tó feliz porque es ¡¡¡¡UN PALO, ES UN PALOOOO, UN PALOOOOOOOOOOO!!!!!


sábado, 19 de octubre de 2013

A LOS MAYORES HAY QUE RESPETARLOS

La otra tarde, paseando con mi hermana la chica y su hija,  de siete años, andábamos entretenías conversando, y esta nueva generación de niños, que son muy expresivos hablando, -será porque son niños deseados y se les presta bastante atención-, bueno, pues no sé en qué momento la pequeña entró en conversación con su madre, o bien pidiéndole algo o bien intentando convencerla para llevarla a su terreno, y yo intervine en la conversación, sólo para reafirmar algo que la madre le había dicho. Realmente el tema no tendría más importancia si la pequeña no hubiese cerrado los puños, encogido su cuerpecillo y con los dientecillos apretaos me dijo: “oh, cállate, por qué te metes, esto no va contigo” -. Entonces la madre, ante la cara de sorpresa que puso la niña al oír mi respuesta, sin perder la sonrisa, le dijo: - “no contestes así y no tendrás que escuchar respuestas como esa”-, porque yo le repliqué: -“eres una mona enterá y tendrás que crecer un poco más antes de mandarme a callar, chula, que eres una chula”-. Nos sonreímos y seguimos paseando como si tal cosa.

Qué pasa, que reflexionando en la manera en que la niña se expresó, recuerdo la cantidad de veces que hemos callado nosotras cuando éramos de su edad, con tanta norma de: “a los mayores no se les contesta”. Si ibas con una queja a tu madre, porque alguna persona mayor te había dicho una grosería, mi madre decía, “a los mayores se les respeta y no se les contesta” y tu apretabas los dientes y replicabas, y tu madre te decía: -“que te calles”, “mando yo”, “porque yo lo digo”, “porque lo digo yo, te callas y a los mayores no se les contesta y si una persona mayor te manda a por tabaco o a algún recao, le obedeces sin rechistar” y había quien incluso soltaba un sopapo al niño que replicara, que todavía le debe estar vibrando el tímpano.

Cuando de pequeñas -hablo de nueve a once años- íbamos solas con amigas al cine en verano, rara era la vez que no se nos ponía un tío con el rabo pegao a la espalda y te callabas por vergüenza. Jamás pensé en decirle nada a mi madre, puesto que era un adulto quien lo hacía, pero cuando salía el tema entre las niñas, -porque a otras amigas también se lo hacían-, mi hermana se ponía detrás mía en la cola y le hincaba con toda sus fuerzas los codos hacia atrás al acosador de niñas, que luego se mantenía alejado una temporada. No sé si porque me crié gordita, era un imán para estos tíos. Lo podías sentir en una cola del cine o en una procesión, en una feria… siempre que había barullo y la gente se apretaba, había un tío que le colocaba un rabo a una niña en la espalda.  Una vez, incluso en el cine, viendo una película de Tarzán, un individuo se me puso a decir obscenidades. Yo no sabía qué hacer, me quería morir, pero mi hermana, que estaba en la fila de detrás y se dio cuenta, se puso en pié y lo floreó diciéndole que si no se daba cuenta de que yo era una niña y que era un guarro, ¡pero a grito pelao! y el tío se fue del cine para que no lo avergonzara más. Ningún adulto se levantó para increpar al tipo o para ver qué estaba pasando, todo el mundo miraba al hombre, pero nadie decía nada. Tampoco se lo dijimos a mi madre, porque a las personas mayores había que respetarlas y todo era “cállate, no digas nada, si eres una niña buena callarás y respetarás a los mayores”, y aunque te morías de vergüenza y sabías que te estaban humillando, callabas, porque a los mayores había que respetarlos aunque ellos nos perdieran el respeto continuamente, porque los niños éramos un estorbo casi en todas partes y mientras crecíamos recibíamos una atención mínima, porque rápidamente nos echaban a la calle a jugar y si hablaban cosas de mayores, te espantaban diciendo “cuidado, que hay ropa tendía”. Así que no es de extrañar que con doce y trece años ya entrabas en la edad adulta y con catorce, ya te dejaba tu madre pintarte los labios, y si a los dieciséis no tenías novio, prácticamente eras una polletona. Así que las niñas de mi generación crecimos rápido, muy rápido, súper rápido, pa´ podernos defender, como personas mayores.





jueves, 10 de octubre de 2013

APRENDIENDO A COCINAR

Toda nuestra vida ha girado siempre alrededor de mi madre, mi familia es un matriarcado. Somos seis hermanos y ella nos sigue moviendo como marionetas, a pesar de lo viejos que somos ya. No saltamos en la medida en la que lo hacíamos antes, porque somos adultos y tenemos nuestras obligaciones, pero intentarlo, lo intenta.

Cuando yo era chica, como soy la segunda -y ya he dicho en anteriores crónicas que era muy tranquila-, mi madre me tenía de apoyo para la casa,  y a la mayor, que siempre ha sido más bichillo y rebelde, la puso a  trabajar en cuanto tuvo edad, pa´ ayudar a mantener a la tropa.

Cuando mi madre se encontraba mal y se quedaba en cama, -casi siempre por un mal preñao-, y es que pasaba unos embarazos malísimos, me decía: -“Paqui tráete la cacerola, que hoy vas a poner tu las lentejas, que yo no tengo cuerpo, pero va a venir tu padre y no va a estar la comida lista”-. Le acercaba la  cacerola a la cama y me decía: -“La pones de agua hasta aquí y me traes el aceite”-, me indicaba cuánto aceite, medio tomate, medio pimiento, media cebolla, una cabeza de ajo quemá, un chorizo, una hoja de laurel y la sal se la ponía ella. Luego se añadía o bien patatas o bien arroz, dependiendo de lo aguachirná que salieran. Las lentejas las vendían a granel y se compraban en cartuchos de papel, y había que espulgarlas porque venían sucias de piedrecillas, palitos, arvejas… Al principio le preguntaba a mi madre: -“mamá, ¿esto es una lenteja o una arveja?”, hasta que aprendí a conocerlas y las iba quitando.

Según me iba haciendo mayor, -y ella seguía trayendo niños al mundo-, me enseñaba a cocinar cosas más complejas. Si había que hacer un refrito pa´ los fideos guisaos ya era más complicado, porque hablo de que yo tendría unos diez o doce años y al principio eran guisos como lentejas o patatas, pero nada de fritos, no me fuese a quemar con el aceite. Todas las legumbres en general había que limpiarlas, porque venían en sacos a granel y traían ramillas o piedrecillas. La mayoría de las comidas en aquella época eran o guisos o cocidos de olla, según temporada. Si te comes un guiso de fideos en verano no sabe igual que en invierno, porque la verdura de invernadero no sabe igual, no es lo mismo. Así aprendí mis primeros conocimientos de cocina, por necesidad y obligación, que es la manera en que mejor se te quedan las cosas.

Muchos días mi madre me dejaba sin colegio porque no se encontraba bien y necesitaba a alguien en casa que le ayudase con los mandaos, la comida, la limpieza… y a mí que los libros me traían de cabeza, que no me gustaba estudiar, vaya, prefería quedarme en casa y ayudarla, porque cuando tenía que estudiar para un examen, siempre me dolía la cabeza. Mi madre me llevó una pechá de veces al oculista y no tenía nada. En cambio cuando explicaba el profesor una lección, se me quedaba fijo. Todavía recuerdo la lección que nos dio D. Vicente en el instituto Rio Verde acerca de la reproducción de los helechos por esporas, que me tuvo aluciná un tiempo y seguro que saqué buena nota si cayó en el examen.

A la hora de comer, nadie protestaba. Todo estaba buenísimo, como si lo hubiese hecho mamá. Por eso, cuando me casé, siempre me sobraba comida. Me perdía en las cantidades. Eso de pelar dos patatas no me salía, cuando cogía  el cuchillo y me daba cuenta y paraba, ya tenía tres kilos de papas pelaos en un momento. Y hasta hace dos días mi hija me decía que hacía de comer pa´ invitar a todo el bloque.


Yo no he leído libros de cocina, pero sé que no me pueden faltar ajos, cebollas, patatas, zanahorias, puerro, apio, tomates, pimientos… pa´ poder pensar en hacer un menú, sea de carne o de pescado. A mí cocinar me relaja mucho, tengo una gran cocina con vistas, pongo musiquita y si se me va un poco la olla, escribo una crónica.

sábado, 5 de octubre de 2013

UN PEKINES LLAMADO LEÓN

¡Ay!, hoy toca uno de mis desvaríos…voy a fogá, lo siento, lo siento, lo siento, pero ¡no puedo, no puedo, no puedo!

Por no matar a mi madre y a mi hija, estoy tragando toa la quina del mundo, pues a resultas de una adolescencia un poco chunga de mi hija la chica, mi madre, o sea, su abuela, tuvo a bien regalarle a la niña un perrito. Eso que dicen de que las abuelas están para malcriar a sus nietos, yo creía que era mentira, ya que mi madre mantuvo la misma disciplina con nosotros y con los nietos de primera generación, pero se nota que con esta ya tiró la toalla y qué cosas, de verdad, no la reconozco. Con lo bien que nos educó a todos sus hijos, cómo me dio mi madre esta puñalá trapera con su nieta. Yo no me esperaba esto de mi madre. Un perrito, a mí, que ella sabía que no quería perros en mi casa, porque lo sabía. Yo les regalé a las niñas pescaitos, pajaritos e incluso un conejo “cagarrutero”, pero porque no había que sacarlos a la calle a hacer sus necesidades y todo para no tener la responsabilidad de un perrito, porque sabía que me iba a tocar a mí.

Pues nada, ella se presentó con aquella pelotilla pa´ comérsela, un cachorro pekinés y a consecuencia de eso tuvimos mi hija y yo “grandes y chicas”, pero aquí está, con nosotros desde hace siete años, y el chulo del perro, -que es un chulo-, sabe que lo tengo enfilao, y cuando me ve con la fregona en la mano, se pierde por la casa. Pero es un macho y a la menor que te descuidas levanta la patita y ala, a marcar territorio.

Ya ha sido padre una vez y no lo he capado, lo veo tan vivo y espabilao que me da pena, y eso que dicen que los pekineses tienen mala baba, pero al estar criado entre niños, éste es un peluche, -pero vivo- y tiene que cagar y mear en la calle, pero como mi hija no observa la rutina, comprendo que el animalito tampoco va a explotar y yo no quiero hacerme cargo, porque es su responsabilidad… así que en ello estamos, siempre mosqueadas con el tema. Y el caso es que el perro se gana a cualquiera, es un regalón y le gusta la calle al perder, tengo que hacer de tripas corazón pa´ no sacarlo, porque apenas suenan las llaves o la puerta de la casa, está como un soldao, firme en la puerta esperando que le digas “vamos” y entonces pierde el culo por salir a la calle. En cambio, la realidad es que se tira toooooa la mañana esperando a que la niña lo saque, con cara de amargao y acostao a sus pies.

Leí en Internet que los pekineses son una raza de leyenda: cuenta cómo un león se enamoró de una mona y le pidió a los dioses que le concedieran su amor, y así nació esta raza, pequeña pero matona.
Las niñas lo lavan con champú y le ponen suavizante y está que brilla y resplandece como un peluche, pero el jodío es un fistro sexual y, peluche que coge por banda, se lo cepilla, y cuando está más activo de la cuenta, incluso a los cojines del sofá y me temo que cualquier día me preña un cojín y hay que renovar la leyenda…

Pero cuando me levanto por la mañana y veo la orgía que ha montao en el salón con su peluche, los cojines… y observo esas gotitas amarillas que me deja en el sofá, -que le tengo dos fundas puestas y estoy deslomá cambiando fundas casi todos los días-, me pongo como una moto y por no coger al perro, a la niña y a la madre que me parió y tirarlos por el balcón… aquí estoy, sentá delante del ordenador y fogando de una manera que se me va la olla, lo siento.

Este es el personaje...



domingo, 29 de septiembre de 2013

MIEDO A LAS TORMENTAS

Primero el fogonazo y luego el trallazo. Cuando vienen estas tormentas de noche, me acuerdo de cuando yo era chica en la casa vieja de la playa y pegaba nuestra vecina Mariquita, que llegaba toa asustá, con la manta por encima de la cabeza como un espanto, a refugiarse en mi casa. Luego hacia una cruz de sal en la mesa redonda del portal y se ponía a rezarle a Santa Bárbara Bendita hasta que pasaba la tormenta.

Mientras tanto, para nosotros aquello era una fiesta, porque no había tele ni ná y en invierno oscurecía muy pronto y nos reuníamos alrededor de la mesa camilla con la copa de carbón, que se encendía a media tarde y se tapaba con ceniza pa´ que no se quemara muy rápido y durara lo más posible. De vez en cuando mi padre decía: -“niña remueve la copa que ya no calienta”- y le dábamos con una espumadera metálica. Entonces venían las historias, María y mi padre se ponían a recordar tiempos antiguos y hablaban de personas que ya no estaban o que habían muerto cuando la guerra. Estas conversaciones siempre empezaban con las palabras “antiguamente” y “cuando la guerra”. –“Ricardo, ¿tú te acuerdas cuando la guerra? , ¿ y tú Salvadora, te acuerdas?”-, porque al ser mi madre más joven, tenía recuerdos vagos de que su padre se los llevó a todos desde la calle Lobatas, donde vivían, a las cuevas de Puerto Rico alto. Su padre bajaba de la montaña de vez en cuando a recoger alimentos e información,  y cuando veían pasar los aviones, los chiquillos salían gritando y señalando al cielo, mientras las madres, asustaítas las pobres, los metían corriendo pa´ dentro. Mariquita decía que ellos se fueron por los caminos y que en su huida perdieron a muchos parientes y amigos, que habían visto muchos muertos en las veredas y que pasaron mucha hambre.

Pa´ quitarnos el miedo a las tormentas, mi padre abría la puerta de la calle de par en par y decía “deja que entre la gracia de Dios” y a cada trueno bailaba y se reía haciendo bromas pa´ quitarnos el susto. Nosotros, como pollitos, le preguntábamos si en la casa podía caer un rayo y él nos decía que no, porque el edificio justo detrás, Valdecantos, que él ayudó a construir en sus principios, tenía pararrayos y nos protegía. También nos decía que los muros de la casa eran de metro y medio de ancho y al estar encajonada entre la carpintería y los almacenes, nunca se derrumbaría y así nos entretenía hasta que pasaba la tormenta.

Desde siempre nos gustan las historias, los cuentos, las anécdotas, y ahora los más jóvenes nos preguntan y quieren saber cómo vivíamos en nuestra juventud. Veo que no ha cambiado tanto la curiosidad por lo antiguo, porque sólo el hecho de tener un grifo dentro de la casa y que salga toda el agua limpia que nos apetezca es una gozada, pero si les cuentas que de chica tenías que ir a por agua a la fuente y acarrearla a una pila, creen que eso es muy entretenío y piensan que les hubiese gustado vivir aquella época, -pero no sueltan de la mano el móvil y andan tó el día enganchás al wasap-.

Si, es verdad que cuando yo era chica y llegábamos todos del colegio, mi madre nos mandaba a jugar a la calle, -porque los niños alborotando dentro de la casa son un incordio-, pero también crecimos con muchas obligaciones y responsabilidades. La más grande era que tenías que cuidar de tus hermanos más pequeños y tu madre te lo tenía bien advertío, -“procura que a tus hermanos pequeños no les pase ná”-.
Mi hermana la mayor siempre cuenta cómo la dejó mi madre sola en la casa un día de verano, con seis o siete años, cuidando de mí, de unos cuatro años y de mi hermano, de un año y medio, y vino una amiga a buscarla para jugar en el puerto. Se negó y se negó porque nos tenía que cuidar, pero al final la otra la convenció, así que nos cogió a los dos y nos dejó en la playa debajo de una barca a la sombra, se fue a coger cangrejos al muelle y se le fue el santo al cielo. Entretenía como estaba, no vio venir a mi madre, sólo sintió que la cabeza casi se la saca con los tirones de las trenzas. Entonces vio que mi hermano estaba al sol ligero hartándose de comer arena, lleno de mocos y rojo casi pa´ explotar. Por poco la mata mi madre… y así aprendimos responsabilidad. A partir de ahí, la mayor nos enseñaba a escobazos que no le pisáramos cuando fregaba, que no nos fuéramos lejos cuando mamá nos lo tenía advertío… Ella se pasó toda la infancia soñando con ser hija única y nosotros rezando pa´ que viniera Herodes.


lunes, 23 de septiembre de 2013

ESTAMOS DE OBRAS

Pues eso, que mi hija está reformando un cuarto de baño y el padre, o sea, mi marido, es el maestro de obras-albañil, y el resto unos pringaos que no sabemos ni entendemos ná de ná.

No sé por qué se empeña en mandarnos al Leroy Merlin ese, que es el  coto reservado para los hombres manitas, que se quedan extasiados y trasmutan cuando ven tanto chismito de tornillitos, tuercas, maderas cortadas y pasillos interminables llenos de cachivaches, que parece que están en orden, pero que las mujeres como yo, que tienen un esposo apañao y nunca han tenido que manejar un tornillo ni un clavo, se pierden en sus estantes.

No es mi terreno, lo reconozco, pero tampoco es para que el dependiente de turno me mire de arriba abajo como si fuese una polilla y pensara: -“ya está aquí la gorda de turno mareándome”-, porque le pregunto por un plato de ducha y me manda a un folleto clavado en la pared, donde están medidas, formatos, texturas, y “apáñeselas como pueda, que me voy a coleguear con los hombres, que son los que valen”. Y no tengo más remedio que preguntar, porque hay materiales nuevos y precios muy dispares entre sí y como nos presentemos con el que no es el apropiado, ¡arde Troya!, porque mi marío apañao, es apañao, pero también es un terrorista verbal.

Menos mal que dimos con una chica, que muy atenta nos explicó que los de cerámica, con un golpe fuerte, se descascarillan y los de textura moderna no le sirven a las forofas del Volvone o el amoníaco superpotente que lo arrastra tó -y creo que en la vejez tendremos los pulmones abrasaos, no ya del tabaco, porque lo dejé, sino del amoníaco, por relimpias-.

Vaya, esto me pasa a mí porque no me quiero meter en el terreno del macho alfa de la manada, porque igual que en todo lo que me interesa, me informo y me pongo al día en un plis plas. Pero pa qué, si no merece la pena, porque pensando, pensando… ¿qué más me da a mí si los machos alfa de la manada tienen un Leroy Merlin y un Ikea en su vida?, si yo con un guarrito en la mano o haciendo mezcla… como que no me veo.


Pues eso, que me tendré que ajustar a dar viajes de ayudante del jefe de obras, qué le vamos a hacer,- pero que el dependiente del Leroy me lo va a comer con cucharilla de plástico como yo tenga que dar muchos viajes-.

lunes, 9 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE


Olé, olé y olé. Otro mes DIVINO que comienza en el calendario.
Tengo que dar las gracias a tantas personas que leen mis crónicas y me animan a seguir, porque iba a seguir con la tónica de “por fin 3.000 visitas” y cuando miré el contador me había saltado las 3.000 y las 4.000 visitas. Si seguimos así, a ver si algún famosillo en la tertulia dice que de lectura fácil del verano ha tenido mis crónicas y llegamos a las 5.000 rápido. Así que a compartir, compartir, compartir, -si os gustan claro-, porque cuando alcance las 5.000 visitas dice mi editora que me regala un osito de peluche -y a lo mejor hasta me contratan para tertuliana en algún sitio-.

A lo que vamos, agosto es para los turistas y ha sido intensísimo. Me encanta Marbella, nací en Marbella, ejerzo de Marbellera y me emociono con todo lo que pasa en mi ciudad. Cuando paseo por el centro y veo sólo caras amables en las gentes que comen a dos carrillos los churros y no hace falta que te metan la carta en la cara para que te sientes, como en otras ciudades, sino que hay cola de gente esperando, veo que este mes de agosto se ha triunfado en los restaurantes. Pero como dice mi marido, -“pues ahora vas y les preguntas y seguro que no han ganao ná, tó son pérdidas”-.

Paso andando por el centro, me recorro el casco antiguo por las tardes-noches y el ambiente de los primeros días, se convierte en pesadilla cuando llevas ya veinte días de tropezones, chocazos, sudor, olores compartidos y pasillos entre mesas…, pero hay que tener paciencia y por favor, AL TURISTA UNA SONRISA, porque bueno, Agosto es así, pero sólo es un mes al año y nos quedan otros once.

Durante este mes los que vivimos aquí todo el año también hemos salido y hemos comido fuera, y aunque entre medio de tanta mar sólo somos una gota,  somos la gota que vive aquí todo el año, y si este mes algunos bares, al olor de la marea, ha subido precios y bajado calidad, lo hemos visto. El que ha mantenido la calidad -e incluso la ha subido- y ha mantenido los mismos precios, que nos siga esperando este invierno, pero los otros, espero que hayan ahorrado, porque se van a comer las patas como los pulpos esperando a que esta menda vuelva.

Y por fin Septiembre. Si alguien piensa venir a Marbella de vacaciones, es el mejor mes. El agua del mar está calentita, los higos maduran con el tarot y las familias con niños se marchan a preparar el curso de invierno. Según dicen, los baños de este mes son los mejores para prevenir y combatir los resfriados de invierno.

Los que nos quedamos recuperamos nuestra ciudad y sólo nos falta un buen chaparrón para limpiar la atmósfera del polvo y la polución de tanto coche agostero.

Así que ya sabéis, los que aún no habéis pensado a dónde ir en septiembre y aún os quedan vacaciones, venid a Marbella, que es un paraíso todos los meses del año, y como en septiembre también hay ferias y conciertos en la zona, ya a precios populares -como los de la Luna Mora de  Guaro-, a disfrutar de este mes… y a seguir con la actualidad. Así vemos cómo los pescadores de la bahía de Cádiz se tendrán que tirar al mar y sacar, aunque sea con los dientes, las moles que les pusieron los ingleses para poder volver a sus caladeros de pesca, mientras los políticos, -como siempre-, no se ponen de acuerdo. Pues eso,  habrá que ir sacando las moles aunque sea con los dientes. También seguiremos las peripecias del niño del Paquirrin, que me tiene muy preocupada, porque la ex-parejita no se pone de acuerdo y tienen al pobre infante de pin y pon, aunque ya se encarga la primera cadena de TV, -que pagamos entre todos-, de que sus padres estén en el candelero de rabiosa actualidad pa ganar mucho dinerito y que a ese niño no le falte ni gloria, ¡¡ por Diooooooooosssssss!!. Y también estaremos pendientes del curso escolar, porque ¡cuánta incultura, Dios mío!, que los pobres niños andaluces no puedan ir al colegio por falta de material. Pa´ eso estamos los padres, pa´ proporcionar libretas y lápices, que tienen que estudiar mucho y servimos de ejemplo entrando a robarlas en el Carrefour. Ahí, con dos cojones. Luego le damos una guantá que le da dos vueltas la cabeza cuando el infante nos manda a tomar por el c… y le decimos aquello de: “¿y eso es lo que te enseñan en el colegio?, ya iré yo a hablar con la maestra”. Si es que no tenemos remedio…

Seguimos en contacto…si queréis.






martes, 3 de septiembre de 2013

CRÓNICA DE UNA GORDA QUE NUNCA QUISO SERLO -III-

En mi adolescencia pasé un verano entero trabajando en la heladería del paseo marítimo, junto a la casa vieja donde nací. Sin descansar ni un sólo día, pero no me importaba, había mucho ambiente, -la gente de veraneo suele estar relajada y es muy divertida-, y estar hasta las tres o las cuatro de la madrugada en verano, en la calle, con 15 años, era suficiente aliciente para mí. Aquel verano fregaba platos.

El verano siguiente volví a trabajar allí y pasé a servir helados en la barra. Igual, no salí en todo el verano, no sabía si era lunes o viernes o domingo. Aprendí a preparar copas de helados con nata montada, batidos especiales, café y long drinks. Notaba el cambio de los días por quincena, que era cuando cambiaban las caras de los veraneantes.  Hacía dieta y mis amigas venían a verme de vez en cuando.

Ese verano hice un cambio espectacular. Creo que no me di cuenta porque trabajaba muchas horas. Cuando era la hora de comer o de cenar, me escapaba en un salto a mi casa y mi madre me tenía preparado un plato con tomates picados y un huevo duro. Casi no veía a mi familia y volvía al trabajo. Pero poco a poco me daba cuenta que la gente me miraba, remiraba, volvía a mirar y comentaban lo guapa que era. De repente tenía caderas, estómago plano… ¡y me veía el kiwi!.

Cuando ese invierno volví a salir con mis amigas de discoteca, no me reconocían. Los mismos que me ponían de gorda a los quince años, ahora a los diecisiete me los tenía que despegar como lapas.
No me volví loca, tonta, presumía ni idiota porque los demás me vieran guapa, yo no era –ni soy- así, sólo pretendía sentirme bien en mi cuerpo y no tener que usar más la faja ni sentir que el estómago me aprieta la cintura. Pero claro, a mi edad y con dos embarazos y la menopausia, me cuesta cada vez más, -pero estamos en ello-.

Pero es que cada vez que mi marido me dice: -“niña, vamos a tomar una cervecilla”-, me puede. Soy débil, lo sé. Y mira que cuando me conoció, yo era espectacular, tan espectacular que fue el único que se atrevió a salir conmigo, porque era realmente guapa, ¿verdad?

Él, de joven, era futbolista y tiene un físico al que no le cuesta nada mantener en forma, y claro, aún no sabe por qué en aquella época yo sólo bebía tónica y nunca tapeaba en los bares.

Mi madre se encargó de romper todas mis fotos desde los catorce a los diecisiete años. 


domingo, 25 de agosto de 2013

CRÓNICA DE UNA GORDA QUE NUNCA QUISO SERLO -II-

La primera vez que mi madre me llevó al médico porque estaba gordita tenía siete años y recuerdo que el médico me bajó las bragas para verme el kiwi. Como era tan grandota, igual pensó que estaba próxima al desarrollo. Luego he sabido de niñas que han tenido su primera regla a los nueve años e incluso antes.

A mi madre no se le pasaba nada, nos estudiaba a cada uno como un psicoanalista y jamás -pero jamás- se le pasó nada por dejadez o despiste. Yo todavía estoy buscando el libro de instrucciones que traían mis hijas cuando nacieron, pero esa es otra historia que algún día tendré que fogá.

Como mi padre y su familia eran diabéticos, mi madre tenía mucho miedo de que por estar gordita yo desarrollara la enfermedad -creo que he sido la persona a la que más perfiles glucémicos le han hecho durante los embarazos-,  pero teniendo tantos hijos y un presupuesto tan limitado, la olla se componía mayormente de patatas, garbanzos, lentejas, chorizo y mucho pan y aceite. Las patatas cocinadas tenían nombres, como “papas viudas”, “papas a lo pobre”, “papas a la importancia”… Cuando me ponía a régimen, conmigo hacía un esfuerzo y me compraba filete de ternera, que era lo que recomendaban los médicos, pero claro, sólo para mí, porque se cargaba el presupuesto. Si, filete de ternera, duro, duro, duro y correoso como sus muelas toas, y se me caían dos lagrimones cuando veía la tortilla de papas. A escondidas, cuando mi madre no estaba,  pillaba un pico de pan y medio chorizo y lo engullía rápido, rápido, rápido, pa´ que no me pillara.

Durante la adolescencia mi ropa interior se componía de sujetador de estomaguera y faja de braga, hasta los quince años, cuando comencé a salir y a ir en pandilla a la discoteca. Un día que pusieron lento me sacó uno a bailar y el amigo le preguntó:” -¿y con cuántas manos la vas a agarrar? “-. Entonces mi madre me volvió a llevar al endocrino en Málaga, y de nuevo la dieta.

Hay dos platos de aquella época, -mi madre terminó siendo una experta en dietas-, que me ayudaron mucho: pollo con judías verdes cocinado con un poco de vino y mucho ajo,  y zanahorias cortadas en rodajas y estofadas igual, con poco aceite, otro poco de vino, mucho ajo y laurel, y un huevo cocido. Ya sin saber nada de kinesiología, mi madre sabía que si me quitaba la harina, los lácteos y el azúcar, perdía peso sí o sí, pero es que siempre pudo conmigo la gula…




domingo, 11 de agosto de 2013

CRÓNICA DE UNA GORDA QUE NUNCA QUISO SERLO -I-

Pos eso. Que vengo del Pilates. Que por la tarde voy a la playa, que juego a las paletas y estoy molía,  no paro en tó el día de trajiná y no veo resultados. ¿Por qué, de cuatro hermanas, yo soy la que no tiene cintura? Ni haga Pilates, ni ande, ni coja carrerilla pa´ planchar… nada, tengo las patas como un gorrioncillo y una barriga gorda. Dice mi profesora de Pilates que hay que potenciar el abdominal bajo y el alto, o sea, que hay dos músculos. Pos yo sólo tengo uno, que empieza debajo de las tetas y acaba en el kiwi. Me desespero. El día que me encuentro menos hinchada me veo tó tiposa.

Después de un tiempo con esta maravillosa profesora de Pilates, comienzo a vislumbrar los dos músculos abdominales de los que me habla. Pero claro, tampoco entrenamos para sacar la tableta de chocolate, demasiado con que podamos recogernos un poco las mollas, porque cambiar la constitución es muy difícil y más cuando nada más empezar la clase -que aunque la hacemos temprano, en agosto hay que tener voluntad-, se comienza a oír el “ojú” y esa Nora, que tiene una psicología que nos cala enseguida, dice, “bueeeeeeeno pues hoy a estirar y a relajar que os veo muy tensas” -es decir, menos motivá que pensar en limpiar a fondo el alicatao-. Vaya caló que hace, y no me voy a quejar porque el invierno ha sido muy largo. Pues eso, que hacemos unos ejercicios de levantamiento de pelvis, que si las mujeres supiéramos realmente el poder que concentramos ahí, se acababan muchos mitos de menopausia y frigidez, porque potenciamos la elasticidad, hacemos estiramientos con un balón entre las piernas de 65 centímetros de diámetro y aprietas, aprietas y aprietas hasta que casi lo revientas, qué susto, ¿no?, ¿a que te has cagao?, pues ala, no digo más, que vais a saber tod@s mucho y estas clases hay que pagarlas.


Bueno, pues con todo esto, no adelgazo como debiera, y es por la alimentación, que ya lo sé. Porque me hice un estudio de kinesiología en San Pedro y dio en el clavo. No puedo tomar nada que contenga harina: ni fideos, ni pasta, ni mantequilla ni lácteos. Lo sé y sólo puedo tomar de fruta: mango, piña, coco e higos. Fíjate qué sencillo, pues nada, que me cuesta mucho. Porque en cambio tengo un querido esposo que tiene un metabolismo al que nada  le engorda, y se alimenta de cerveza, fritos, queso, leche y mucho pan pa´ mojá en los huevos fritos. Me compré la máquina de hacer pan del Lidel, -oye, una gozada-, y con harina integral de espelta me hago el pan, que lo rebano y lo guardo en paquetitos de a dos en el congelador. Lo puedo tomar con aguacate, tomate, jamón, un poco de aceite, huevos… si lo sé, pero si en medio cojo una croqueta de la que le hago a mi familia, parece que me he comido un elefante. A ver si me toca los ciegos de agosto y meto una cocinera, porque me falta fuerza de voluntad. Lo sé. Como siga así, voy a comenzar a vestir con bambitos y sacabó el martirio. Pos eso.



martes, 6 de agosto de 2013

STARLITE 2013



Bueno, pues aquí estoy de nuevo, a tope de licopeno para describir una salida de verano.  Si, después de quedar con unas amigas para cenar fui a olisquear un poco por la cantera de Nagüeles.
Puessss, no sé qué decir. Las calenté para ir, diciéndoles lo mucho que me gustó el año pasado y, como Mecano, “en tu fiesta me colé” y fuimos a tomar algo.

Bueeeeeno,  no sé, no sé, no sé, no se trata de criticar, pero no sé como decirlo, me pareció un poquillo menos glamouroso que el año pasado.
No sé quién ha sido el artífice este año de montar aquello, pero ná que ver con lo del año pasado. Ni los mojitos tenían espuma de menta, ni el suelo era un damero de luces de colores, ni había glamour por ningún lado. Me sentí como en un área de un centro comercial cualquiera, con la música pastillera a tope, sin poder charlar en ningún sitio, pero en un lugar privilegiado, porque lo de la cantera, con la montaña, el cielo y el clima, lo pone Marbella y el sitio es espectacular, pero ya te digo, ni glamour ni ná. 

También voy a comentar que los del pinganillo son un poco bruscos a la hora de hacer su trabajo, ponen demasiado celo a mi entender, a ver cómo me explico: cuando estuve en Londres, nos parábamos un momento en las aceras para hablar o para ver un escaparate y las inglesas con un exquiusmi te soltaban un empellón que te mandaban al otro lado de la acera, y eso te lo hacían cada dos por tres. Cada vez que oías un exquiusmi, ya sabías que te ibas a la gran puñeta de un empujón, -hasta que ni una más, claro-. Bueno, pues estos chicos, si no eres de los que están en las listas, no vienes precedido de una nube de fotógrafos o no traes invitación de algún patrocinador, te hacen un apartheid que no sienta muy bien, y si conocieran mejor esta ciudad, sabrían que muchas personas lo que más valoran de Marbella es el anonimato y no puedes empujar, apartando a la gente, porque viene una Celebrity, sin saber lo mucho que llegas a molestar al que apartas.


Y mucho cuidado con el juego de “miradme, me puedo gastar quinientos euros en una botella, pero tú, con tu triste gyn-tonic de quince euros eres un pringao”, porque… ¿Y SI NOS LEVANTAMOS?




lunes, 29 de julio de 2013

ESPAÑOLA ORGULLOSA


Hay que ver, con lo grande que es el mundo y con los medios técnicos que hay hoy en día, estornuda alguien en la otra punta o sea en las antípodas y a la hora de comer lo vemos en imágenes. Es increíble la cantidad de catástrofes que pueden ocurrir en un segundo y esta vez hemos tenido la mala suerte de que el accidente de Galicia nos ha tocado de lleno y como siempre que nos toca a los españoles, siento verdadero orgullo de ver cómo respondemos ante catástrofes de tal magnitud, cómo se afanan los profesionales médicos, sanitarios, policías, bomberos, colectivos profesionales, que con un ojú ya están todos en alerta funcionando y la ciudadanía, también muy importante, que no va preguntando de qué comunidad eres ni qué acento tienes para echarte una mano en lo que sea.
A sólo dos días después producirse el accidente, están de nuevo las vías abiertas y funcionando, los enfermos atendidos, los familiares, que tendrán que pasar su duelo como Dios les de a bien entender, porque es muy fuerte lo que les ha pasado, ubicados con psicólogos y hospedados.

Los españoles somos trabajadores, orgullosos, buena gente y cojonudos y que nadie, pero nadie, lo ponga nunca en duda, QUE ME LO COMO. Peeero, como digo siempre, la clase política suspende, lo siento, no lo puedo remediar y no estoy reivindicando a ningún partido ni a ningún personaje, sólo analizo como siempre las sensaciones que me transmiten lo que oigo y veo, y no me gusta. Si estoy en la calle y oigo a cualquiera que habla mal de un inmigrante porque tiene trabajo de camarero en un bar, me acuerdo del que hizo el efecto llamada y abrió las puertas para que vinieran a trabajar todo el que quisiera y ahora ese tipejo, ¿dónde está?, ¿quién le está pidiendo responsabilidades?. Nadie, nos ponemos a insultar al pobre inmigrante, ¡venga ya!. Que no nos despisten, pensemos por nosotros mismos y que no nos engañen más, pidamos responsabilidades a los que realmente la tienen y no insultemos al que viene de fuera buscando un puesto de trabajo. Y a los que están ahora, que en campaña dijeron que tenían la fórmula para no subir los impuestos y los han subido para seguir financiándose dietas, alojamientos y desplazamientos a cargo nuestro. Si necesitamos buenos economistas y gestores y hay que pagarles un buen sueldo, se les paga, pero no a un inútil que no sabe hacer ni la o con un canuto y luego gabinetes de asesores para hacer el trabajo que ellos no saben. Se nos van los presupuestos pagando inútiles.

Yo me pregunto ¿cómo es posible ver que se denuncia, con datos, cifras y nombres ataques contra la ciudadanía, por parte de periodistas en los medios de televisión y artículos como continuamente andan publicando, Y NO CAMBIA NADA?. ¿Por qué los tasadores que dieron el visto bueno para que los bancos diesen créditos para pisos que estaban sobre valorados,  no están en la puta calle? ¿Por qué si de un día pa´ otro se ha dejado a millones de personas sin la paga de Navidad, se tarda tanto en meter entre rejas a los mangantes que se han llevado nuestro dinero?, ¿¿por qué se despide de un día pa´ otro a colectivos de trabajadores de limpieza, médicos y profesores y los que están a dedo en los ayuntamientos cobrando un pastón siguen todavía ahí??

HUELGA, no, LINCHAMIENTO, eso es lo que están demandando los políticos. TAN PODRIDOS ESTAMOS QUE ESPERAMOS SÓLO UN QUÍTATE TÚ PA´ PONERME YO.


Yo creo que no se deben aceptar dimisiones. Hay que obligar a los políticos que están ahora en el poder a que respondan de sus actos y no por dimitir “aquí paz y después gloria”, de eso nada, así nunca acabaremos con la corrupción ni tendremos nunca a buenos gestores, porque con nuestros impuestos seguirán financiando sus locuras. 

lunes, 22 de julio de 2013

R.I.P. INCOSOL

Bueno, no os voy a mandar mi currículum porque lo tengo que presentar en el paro y es más bien corto.

Se acabó la espera de volver al trabajo: una jueza ha decidido firmar el despido de los trabajadores de INCOSOL y después treinta y cuatro años en la misma empresa, a la puta calle y a buscar trabajo.

Comencé a fogá con estas crónicas porque el parón, después de tantos años, ha sido bestial. Yo entré en la empresa con dieciocho años, igual que muchos de los antiguos compañeros que aún quedábamos. Durante ese tiempo me casé, tuve a mis hijas y antepuse muchas veces el trabajo por encima de mi familia y mis necesidades, cosa que la juventud de hoy en día no entiende. No, no entiende que un trabajo y fijo, sea tan importante para ti. Esta generación tendrá que penar y pelear por conseguir lo que se ha destruido por la agonía y avaricia de unos pocos políticos corruptos.

Ayer, viendo un reportaje sobre Ibiza y vacaciones exclusivas con cochazos y espacios superlujosos, pensé: -"¡pero qué sabrán éstos de lujo y exclusividad!"- Ahora cualquier mindundi como yo ha viajado en cruceros de lujo y ha visitado la Costa Azul, porque te podías pagar viajes a plazos con el Corte Inglés. Ahora los jóvenes están hartos de viajar los fines de semana a Tarifa o a esquiar, o a cobrar un sueldo e irse de rebajas a Candem Town o a Portobello, cada dos por tres. Pero, cuando yo era joven y tu sueldo del mes sólo te daba como extra comprarte un juego de toallas para el ajuar en Ruache y para poder pagar la letra del piso tenías que ahorrar cinco años y comer más pipas que un loro en la Alameda o pasear por la avenida y que el primer viaje que hice fuese el de novios…, hay que entender que se me pusiesen los ojos como platos cuando en Incosol  veía cómo aparcaba el helicóptero que venía a recoger al Rey Fahad a la misma puerta del hotel antes de hacer su palacio, y había un flota de Mercedes último modelo aparcados en la rotonda de la entrada al hotel,  por si alguien de la octava o novena planta, que era sólo para el rey y su séquito, quería salir a algún sitio. Había una chica filipina preparada en cada cabina con té y pasteles para cada señora árabe que se hacía los tratamientos y tenían que cerrar con sábanas los espacios por donde pasaban las señoras para que nadie las viese. Caprichos y exclusividad en una era en la que sólo unos pocos se lo podían permitir. Chequeos completos de calidad cuando era el único sitio donde veías al  internista, endocrino, cardiólogo, ginecólogo, rehabilitador, Rx, analítica, etc., todo en una mañana y la entrega del dossier por el Prof. Del Charco, el director médico. Pero, si estos últimos gestores se han cargado la empresa, ha sido por agonías. Tenían un producto que funcionaba y no lo mejoraron, lo querían desmembrar para hacer franquicias, ¡franquicias si!, robar el nombre y llevarlo a abrir distintos establecimientos por el mundo, como un McDonalds cualquiera. Qué ignorantes, qué enanos mentales, con el potencial tan tremendo que había, cómo se rindieron al mercado del todo se puede y lo quiero ahora, ahora, ahora, más, más, más y más barato para ganar más, más, más dinero para competir ¿con quién? o contra quién? Si éramos un producto único en el mercado a nivel mundial, ¿contra quién competían?  Solo tendrían que haber cuidado más a esos fantásticos clientes, anónimos, directivos de grandes empresas y señoras fantásticas, anónimas para nosotros pero que igual las veías en un reportaje divinas de la muerte, en las revistas de moda, que venían súper estresados de una vida ajetreada de viajes y comidas de negocios, que en un par de semanas de comida cuidada por dietistas y tratamientos de cabina corporales y faciales, relucían y cargaban las pilas para volver a su actividad frenética. En Incosol se colocaban nada más llegar el albornoz amarillo y eran todos iguales, clientes a los que había que mimar y procurar que estuviesen lo más tranquilos posibles.

El concepto de hoteles vanguardistas para personas sin niños que he leído en algunos artículos, ya existía en Incosol hace mucho, pero ya R.I.P.


O mucho me equivoco o no habrá otro igual.


miércoles, 10 de julio de 2013

LA MAMA GALLINA

Todavía no sé si esto es una crónica o un desahogo, pero ahí va eso.

Cuando mi hija la mayor estudiaba el último curso en el Instituto, en el segundo trimestre le quedaron como cuatro o cinco suspensos y fui a hablar con el tutor. La primera vez, porque al estar trabajando siempre de mañana nunca conocí a los profesores de mis hijas y las vacaciones procuraba que fuesen siempre en verano para estar el mayor tiempo posible con ellas. Entonces por las mañanas ni bancos ni colegios ni AMPAS, ni ná de ná. Bueno, la niña quería seguir estudiando y a poder ser, hacer enfermería. El profesor me dijo que no hacía falta empeñarse en carreras universitarias, que si la niña no daba la nota, pues había módulos muy apañaos. Le pregunté el  por qué y me dijo que porque acabaría el curso con cuatro o cinco suspensos y es lo que había, pero que ni a desesperarse ni ná. Pues a la niña no se le ocurrió otra cosa que aprobarlas todas para septiembre y empeñarse en que quería seguir estudiando, sin haber hecho prescripción de matrícula en ningún sitio.

Consiguió plaza en Ronda y la dejamos un fin de semana, sola, en un piso, después de un domingo de locura y unas ganas locas de matarnos la una a la otra. Luego jamás pensé que la echaría tanto, pero tanto y tanto de menos. Pero, al estar cerca, el padre la recogía el viernes por la tarde y pasaba el fin de semana en casa. Al principio bien, pero cuando los estudios le ocuparon la mayor parte del día, un fin de semana me dijo que hiciese una olla de garbanzos  y así ella se llevaba unos poquitos para comer en Ronda,  y pensé -“ni hambre que está pasando mi niña en Ronda, pa pedirme garbanzos”-. Luego cambió varias veces de piso y al final terminó compartiendo casa con dos fantásticas amigas con las que terminó por fin enfermería. Durante aquellos años, como yo no tengo móvil y el viernes ya estaba con nosotros,  a menos que tuviese algún examen importante o la viese resfriada, nunca la llamaba, esperaba para estar juntas y que me contase sus experiencias.

Durante este tiempo mi hija me catalogó junto con las otras madres de sus compañeras. Me decía que estaba la “madre gallina”, superprotectora, que está en el día a día con las asignaturas, conoce a los profesores y vive los estudios a la par que la hija, llamándola a todas horas. La "madre pollito", que hasta para hacer la comida tenía que hablar con la hija para preguntarle qué le echaba y le lloraba por todo para que volviera a casa y dejara de estudiar.  La "madre satélite", como el CSI, que aunque tiene todos los datos la llama a todas horas y cuando no responde la localiza a través de las amigas. Y por último yo, la "madre chochona", que se imagina que, si no llama es porque está bien y, si necesita algo, pues que me llame.
Ahora, imagínate a todas esas madres concentradas en una, pasada de Lexatin y con los cables pelaos, o sea, la mía. Como tengo una familia muy grande y hay gente de todas las edades, conforme escribo mis crónicas, también transmito mis experiencias, si a alguien le vale, pues me alegro. 

Hablando con las amigas que tienen mi edad veo que las madres que nos vamos haciendo mayores seguimos el mismo patrón: primero mucha ansiedad cuando son pequeños, luego mucha ansiedad cuando son grandes y después mucha ansiedad porque tenemos a nuestras madres dependientes.
Entonces, lo mismo que erradicamos el luto de nuestra generación, nos cuidamos en la alimentación y hacemos deporte para tener las articulaciones un poco más flexibles, vamos probando vinos hasta que sabemos distinguir cuál nos gusta y cuál nos da dolor de cabeza..., pues me quedará una crónica dentro de veinte años para contar de qué manera hemos enfocado nuestra vejez, porque si mi madre vivió igual que la suya, o sea, que los hijos sean el báculo de la vejez, el salto generacional del suyo al mío tiene una diferencia enorme desde el momento en que me enseñó a ser independiente y a no diferenciarme de mis hermanos por ser mujer. La referencia que tengo de su vejez no me gusta, porque es muy dependiente y a la vez es anarquía pura y como dice la suegra de mi hermana, “si de mayor me veis así, darme un esmochazo, por favó”. Y a pesar de todo, ¡que me dure muchos años!

Bueno, pues no sé si empezar a buscar ya esa residencia donde se hace aquagym por las mañanas, manicura y pedicura por las tardes, peluquería los jueves y partido de canasta los viernes…, para hacerme socia YA.


We keep in touch, tú ya sabes.