Bueno,
no os voy a mandar mi currículum porque lo tengo que presentar en el paro y es más
bien corto.
Se
acabó la espera de volver al trabajo: una jueza ha decidido firmar el despido
de los trabajadores de INCOSOL y después treinta y cuatro años en la misma
empresa, a la puta calle y a buscar trabajo.
Comencé
a fogá con estas crónicas porque el
parón, después de tantos años, ha sido bestial. Yo entré en la empresa con
dieciocho años, igual que muchos de los antiguos compañeros que aún quedábamos.
Durante ese tiempo me casé, tuve a mis hijas y antepuse muchas veces el trabajo
por encima de mi familia y mis necesidades, cosa que la juventud de hoy en día
no entiende. No, no entiende que un trabajo y fijo, sea tan importante para ti.
Esta generación tendrá que penar y pelear por conseguir lo que se ha destruido
por la agonía y avaricia de unos pocos políticos corruptos.
Ayer,
viendo un reportaje sobre Ibiza y vacaciones exclusivas con cochazos y espacios
superlujosos, pensé: -"¡pero qué sabrán éstos de lujo y exclusividad!"- Ahora
cualquier mindundi como yo ha viajado
en cruceros de lujo y ha visitado la Costa Azul, porque te podías pagar viajes
a plazos con el Corte Inglés. Ahora los jóvenes están hartos de viajar los
fines de semana a Tarifa o a esquiar, o a cobrar un sueldo e irse de rebajas a
Candem Town o a Portobello, cada dos por tres. Pero, cuando yo era joven y tu
sueldo del mes sólo te daba como extra comprarte un juego de toallas para el
ajuar en Ruache y para poder pagar la letra del piso tenías que ahorrar cinco
años y comer más pipas que un loro en la Alameda o pasear por la avenida y que el
primer viaje que hice fuese el de novios…, hay que entender que se me pusiesen
los ojos como platos cuando en Incosol veía
cómo aparcaba el helicóptero que venía a recoger al Rey Fahad a la misma puerta
del hotel antes de hacer su palacio, y había un flota de Mercedes último modelo
aparcados en la rotonda de la entrada al hotel,
por si alguien de la octava o novena planta, que era sólo para el rey y
su séquito, quería salir a algún sitio. Había una chica filipina preparada en
cada cabina con té y pasteles para cada señora árabe que se hacía los
tratamientos y tenían que cerrar con sábanas los espacios por donde pasaban las
señoras para que nadie las viese. Caprichos y exclusividad en una era en la que
sólo unos pocos se lo podían permitir. Chequeos completos de calidad cuando era
el único sitio donde veías al internista, endocrino, cardiólogo, ginecólogo,
rehabilitador, Rx, analítica, etc., todo en una mañana y la entrega del dossier
por el Prof. Del Charco, el director médico. Pero, si estos últimos gestores se
han cargado la empresa, ha sido por agonías. Tenían un producto que funcionaba
y no lo mejoraron, lo querían desmembrar para hacer franquicias, ¡franquicias
si!, robar el nombre y llevarlo a abrir distintos establecimientos por el
mundo, como un McDonalds cualquiera. Qué ignorantes, qué enanos mentales, con
el potencial tan tremendo que había, cómo se rindieron al mercado del todo se
puede y lo quiero ahora, ahora, ahora, más, más, más y más barato para ganar
más, más, más dinero para competir ¿con quién? o contra quién? Si éramos un
producto único en el mercado a nivel mundial, ¿contra quién competían? Solo tendrían que haber cuidado más a esos
fantásticos clientes, anónimos, directivos de grandes empresas y señoras
fantásticas, anónimas para nosotros pero que igual las veías en un reportaje
divinas de la muerte, en las revistas de moda, que venían súper estresados de
una vida ajetreada de viajes y comidas de negocios, que en un par de semanas de
comida cuidada por dietistas y tratamientos de cabina corporales y faciales, relucían
y cargaban las pilas para volver a su actividad frenética. En Incosol se
colocaban nada más llegar el albornoz amarillo y eran todos iguales, clientes a
los que había que mimar y procurar que estuviesen lo más tranquilos posibles.
El
concepto de hoteles vanguardistas para personas sin niños que he leído en
algunos artículos, ya existía en Incosol hace mucho, pero ya R.I.P.
O
mucho me equivoco o no habrá otro igual.
que pena que con tan buenos profesionales se tengan que cerrar empresas por unos directivos inutiles
ResponderEliminar