EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

domingo, 25 de agosto de 2013

CRÓNICA DE UNA GORDA QUE NUNCA QUISO SERLO -II-

La primera vez que mi madre me llevó al médico porque estaba gordita tenía siete años y recuerdo que el médico me bajó las bragas para verme el kiwi. Como era tan grandota, igual pensó que estaba próxima al desarrollo. Luego he sabido de niñas que han tenido su primera regla a los nueve años e incluso antes.

A mi madre no se le pasaba nada, nos estudiaba a cada uno como un psicoanalista y jamás -pero jamás- se le pasó nada por dejadez o despiste. Yo todavía estoy buscando el libro de instrucciones que traían mis hijas cuando nacieron, pero esa es otra historia que algún día tendré que fogá.

Como mi padre y su familia eran diabéticos, mi madre tenía mucho miedo de que por estar gordita yo desarrollara la enfermedad -creo que he sido la persona a la que más perfiles glucémicos le han hecho durante los embarazos-,  pero teniendo tantos hijos y un presupuesto tan limitado, la olla se componía mayormente de patatas, garbanzos, lentejas, chorizo y mucho pan y aceite. Las patatas cocinadas tenían nombres, como “papas viudas”, “papas a lo pobre”, “papas a la importancia”… Cuando me ponía a régimen, conmigo hacía un esfuerzo y me compraba filete de ternera, que era lo que recomendaban los médicos, pero claro, sólo para mí, porque se cargaba el presupuesto. Si, filete de ternera, duro, duro, duro y correoso como sus muelas toas, y se me caían dos lagrimones cuando veía la tortilla de papas. A escondidas, cuando mi madre no estaba,  pillaba un pico de pan y medio chorizo y lo engullía rápido, rápido, rápido, pa´ que no me pillara.

Durante la adolescencia mi ropa interior se componía de sujetador de estomaguera y faja de braga, hasta los quince años, cuando comencé a salir y a ir en pandilla a la discoteca. Un día que pusieron lento me sacó uno a bailar y el amigo le preguntó:” -¿y con cuántas manos la vas a agarrar? “-. Entonces mi madre me volvió a llevar al endocrino en Málaga, y de nuevo la dieta.

Hay dos platos de aquella época, -mi madre terminó siendo una experta en dietas-, que me ayudaron mucho: pollo con judías verdes cocinado con un poco de vino y mucho ajo,  y zanahorias cortadas en rodajas y estofadas igual, con poco aceite, otro poco de vino, mucho ajo y laurel, y un huevo cocido. Ya sin saber nada de kinesiología, mi madre sabía que si me quitaba la harina, los lácteos y el azúcar, perdía peso sí o sí, pero es que siempre pudo conmigo la gula…




domingo, 11 de agosto de 2013

CRÓNICA DE UNA GORDA QUE NUNCA QUISO SERLO -I-

Pos eso. Que vengo del Pilates. Que por la tarde voy a la playa, que juego a las paletas y estoy molía,  no paro en tó el día de trajiná y no veo resultados. ¿Por qué, de cuatro hermanas, yo soy la que no tiene cintura? Ni haga Pilates, ni ande, ni coja carrerilla pa´ planchar… nada, tengo las patas como un gorrioncillo y una barriga gorda. Dice mi profesora de Pilates que hay que potenciar el abdominal bajo y el alto, o sea, que hay dos músculos. Pos yo sólo tengo uno, que empieza debajo de las tetas y acaba en el kiwi. Me desespero. El día que me encuentro menos hinchada me veo tó tiposa.

Después de un tiempo con esta maravillosa profesora de Pilates, comienzo a vislumbrar los dos músculos abdominales de los que me habla. Pero claro, tampoco entrenamos para sacar la tableta de chocolate, demasiado con que podamos recogernos un poco las mollas, porque cambiar la constitución es muy difícil y más cuando nada más empezar la clase -que aunque la hacemos temprano, en agosto hay que tener voluntad-, se comienza a oír el “ojú” y esa Nora, que tiene una psicología que nos cala enseguida, dice, “bueeeeeeeno pues hoy a estirar y a relajar que os veo muy tensas” -es decir, menos motivá que pensar en limpiar a fondo el alicatao-. Vaya caló que hace, y no me voy a quejar porque el invierno ha sido muy largo. Pues eso, que hacemos unos ejercicios de levantamiento de pelvis, que si las mujeres supiéramos realmente el poder que concentramos ahí, se acababan muchos mitos de menopausia y frigidez, porque potenciamos la elasticidad, hacemos estiramientos con un balón entre las piernas de 65 centímetros de diámetro y aprietas, aprietas y aprietas hasta que casi lo revientas, qué susto, ¿no?, ¿a que te has cagao?, pues ala, no digo más, que vais a saber tod@s mucho y estas clases hay que pagarlas.


Bueno, pues con todo esto, no adelgazo como debiera, y es por la alimentación, que ya lo sé. Porque me hice un estudio de kinesiología en San Pedro y dio en el clavo. No puedo tomar nada que contenga harina: ni fideos, ni pasta, ni mantequilla ni lácteos. Lo sé y sólo puedo tomar de fruta: mango, piña, coco e higos. Fíjate qué sencillo, pues nada, que me cuesta mucho. Porque en cambio tengo un querido esposo que tiene un metabolismo al que nada  le engorda, y se alimenta de cerveza, fritos, queso, leche y mucho pan pa´ mojá en los huevos fritos. Me compré la máquina de hacer pan del Lidel, -oye, una gozada-, y con harina integral de espelta me hago el pan, que lo rebano y lo guardo en paquetitos de a dos en el congelador. Lo puedo tomar con aguacate, tomate, jamón, un poco de aceite, huevos… si lo sé, pero si en medio cojo una croqueta de la que le hago a mi familia, parece que me he comido un elefante. A ver si me toca los ciegos de agosto y meto una cocinera, porque me falta fuerza de voluntad. Lo sé. Como siga así, voy a comenzar a vestir con bambitos y sacabó el martirio. Pos eso.



martes, 6 de agosto de 2013

STARLITE 2013



Bueno, pues aquí estoy de nuevo, a tope de licopeno para describir una salida de verano.  Si, después de quedar con unas amigas para cenar fui a olisquear un poco por la cantera de Nagüeles.
Puessss, no sé qué decir. Las calenté para ir, diciéndoles lo mucho que me gustó el año pasado y, como Mecano, “en tu fiesta me colé” y fuimos a tomar algo.

Bueeeeeno,  no sé, no sé, no sé, no se trata de criticar, pero no sé como decirlo, me pareció un poquillo menos glamouroso que el año pasado.
No sé quién ha sido el artífice este año de montar aquello, pero ná que ver con lo del año pasado. Ni los mojitos tenían espuma de menta, ni el suelo era un damero de luces de colores, ni había glamour por ningún lado. Me sentí como en un área de un centro comercial cualquiera, con la música pastillera a tope, sin poder charlar en ningún sitio, pero en un lugar privilegiado, porque lo de la cantera, con la montaña, el cielo y el clima, lo pone Marbella y el sitio es espectacular, pero ya te digo, ni glamour ni ná. 

También voy a comentar que los del pinganillo son un poco bruscos a la hora de hacer su trabajo, ponen demasiado celo a mi entender, a ver cómo me explico: cuando estuve en Londres, nos parábamos un momento en las aceras para hablar o para ver un escaparate y las inglesas con un exquiusmi te soltaban un empellón que te mandaban al otro lado de la acera, y eso te lo hacían cada dos por tres. Cada vez que oías un exquiusmi, ya sabías que te ibas a la gran puñeta de un empujón, -hasta que ni una más, claro-. Bueno, pues estos chicos, si no eres de los que están en las listas, no vienes precedido de una nube de fotógrafos o no traes invitación de algún patrocinador, te hacen un apartheid que no sienta muy bien, y si conocieran mejor esta ciudad, sabrían que muchas personas lo que más valoran de Marbella es el anonimato y no puedes empujar, apartando a la gente, porque viene una Celebrity, sin saber lo mucho que llegas a molestar al que apartas.


Y mucho cuidado con el juego de “miradme, me puedo gastar quinientos euros en una botella, pero tú, con tu triste gyn-tonic de quince euros eres un pringao”, porque… ¿Y SI NOS LEVANTAMOS?