EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

sábado, 30 de marzo de 2013

CASI DOS MIL VISITAS... ¡LA LECHE!


Mientras espero a que la masa de las croquetas se enfríe, la máquina del Lidl termine de hacer el pan y las habas terminen de freírse, pues… toca crónica. Tengo que decir que estoy completamente anonadada cuando veo el contador de las visitas.

No os vayáis a creer que yo escribo y lo lanzo tal cual, que de eso nada. Todo esto pasa por mi editora jefe, que es la que da le el visto bueno para su publicación: mi hermana Irene, que es la artífice de este blog y la que me anima a que le envíe todos mis desahogos. Yo confío en ella, pa´ eso es psicóloga. ¡Un aplauso para mi editora!.

Bueno, pues ahí va un desahogo.

Cuando entro en la cocina y veo esa cantidad de verdura fresca que me trae el Paco del campo, -ahora tocan habas, cebolletas, puerros y guisantes-, me pongo mala, porque a mi gente NO LE GUSTA LA VERDURA.  Entonces me preparo un café con una rebanada de pan de espelta con aceite y desayuno. Cuando termino,  respiro hondo, me relajo, pongo música y saco la tabla de cortar. Con  mucha imaginación, estudios de mercado, mirando presupuesto -que es el más bajo, ya que, como sabéis, estoy en el paro-, miro lo que puedo aprovechar de la nevera y me pongo manos a la obra para, con mucho ingenio y poniendo todo mi amor en ello, enmascarar la verdura, creando platos sabrosos que llenan de aroma todo el bloque. Refritos para guisos con especias morunas, que luego tengo que moler para que no vean ni un trozo de verdura. En tortillas, o con sabrosa bechamel y gratinadas al horno. Cremas con mucha nata y pimienta para que no noten el sabor de las verduras o croquetas con muchas cebolletas, puerro y el pollo que sobró de la sopa o del cocido y que no se gastó.

Me acuerdo de mi madre y pienso que haré como ella, que cuando me quede sola, me alimentaré de potitos. Si, mi madre cuando enviudó y nos fuimos todos de casa, estuvo un tiempo en el que se alimentaba de potitos de bebé y creo que yo terminaré por hacer lo mismo y entonces, tal vez, adelgace. Sólo por intentar que coman sano y aprovechar esas verduras que están tan buenas y son la envidia de cualquier cocinera, me doy esas pechás de cocinar, que no me importaría si lo agradecieran, porque cuando veo que no protestan ante un plato de precocinado o congelado de pollo o patatas y protestan cuando ven un poco de verdura sin moler, me entran ganas de tirar la verdura a la basura. No sé por qué me enfado, cuando para mí sería mucho más fácil abrir el congelador y poner la freidora. Y si le cuento a mi hermana, la Mari, lo que me pasa, me dirá que deje de hacerme la víctima y que espabile, que los matrimonios son así. Y si tiro las patas por alto y me enfado, no me sirve de nada porque en casa nadie me entiende y agrío a todo el mundo a mi alrededor, revertiéndose en mí duplicado mi enfado…, o sea, ajo y agua.

Ya me he dado cuenta de que los únicos que aprecian mi cocina son los que tienen casa propia y vienen a comer de vez en cuando. Son los que me animan y en cuanto pisan la puerta ya me hacen una fiesta corriendo a poner la mesa, olisqueando por todas partes y disfrutando con lo que les pongo.  Si, estoy pensando que me voy a tener que quitar de en medio por lo menos un mes para que los que viven conmigo valoren lo que hago, o ya que les gusta comer viendo la tele, grabarme en un vídeo el trabajo de cocinera y que lo vean mientras comen, porque como vienen a mesa puesta, pues creen que el plato les cayó del cielo.

Lo bueno que tiene la radio en la cocina, que me encanta, es que te pone al día de toda la actualidad, tanto musical como de noticias. A mí me acompaña mucho y lo mismo le canto a la cebolleta que le bailo flamenquito a la coliflor o me marco unos pasos de salsa con la fregona. La soledad del ama de casa es muy mala, lo siento si se me va la olla, pero escucho también que hay un concierto de Enya en Málaga y me voy con mi Dori el sábado… ¡anda y que le den a tos por donde amargan los pepinos!  Ya os haré la crónica.









viernes, 22 de marzo de 2013

AKELARRE



Reconozco que esta crónica es muy polémica, porque me juego mucho al escribirla, ya que sería para abrir un debate. Pero como son mis opiniones, si no estáis de acuerdo, escribídmelo en los comentarios. Va, como todas  las mías, de sentimientos.

Es que todos los días doy gracias a Dios, ya que he nacido mujer,  por haberlo hecho en esta época y en esta Marbella tan cosmopolita, donde a día de hoy se respeta la manera de pensar de todo el mundo.

Todavía lloro cuando recuerdo las imágenes de la película “Flor del desierto”, que va de la modelo somalí que denuncia la práctica tan aberrante de la ablación a la que someten en su país a las niñas. Las imágenes de la película son aterradoras por lo vívido que es ese momento, en ese pedregal al que lleva la madre a su bomboncito de chocolate de tres añitos y le abre las piernas pa´ que aquella mal nacida, hija de la gran putana, le corte sus partes íntimas y se las cierre con espinas, y luego dejarla llorando como un cachorrillo abandonao en el pedregal, porque la madre tiene que dejarla pa´ ir y ponerle de comer al esposo y a sus otros hijos. Los alaridos que da esa criaturita todavía me causan escalofrío y espanto. ¡Por Dios!, es que es inconcebible que a día de hoy una madre haga todavía eso a sus hijas. Son peores que cabras, no tienen seso en la cabeza, son peores que rumiantes de ojos vacíos que solo mascan yerbas y hacen lo que los hombres les dicen.

Gracias a Dios, a las mujeres en el mundo civilizado se nos han concedido unos derechos por los que se han peleao, arañao y pataleao, para que se nos considere personas y no vacas. Pero aparte de los derechos, está la independencia económica. Cuando una mujer está abrumada por la casa, los hijos, poco presupuesto y un marido intransigente, suele estar siempre iracunda, desesperada y amargada. La casa es un infierno para ella y los suyos, por la puerta entra la pobreza y por la ventana se va la alegría y algunos hombres se aprovechan de esta situación para dominar a la mujer y llevarla a tal estado de desesperación y nublarle la mente de tal manera, que ella ve normal cualquier aberración que quieran hacerle a ella y a sus hijos. Cómo me gustaría ser en estos casos la capitana de un grupo de brujas con escobas y entrar en estas casas donde se cometen este tipo de abusos y hacer un akelarre -imaginaos lo que os de la gana- que le quitara a estos tipos las ganas de repetir el abuso a las mujeres y a los suyos.

Está en nosotras el apoyarnos y no consentir que se den estos casos. Y es así, si no, cuando se ven esos poblados donde sólo hay destrucción y polverío  y con los primeros auxilios llegan cooperantes, profesores que con tres tablones plantan una escuela para niños. Son gente inteligente que saben que, con el conocimiento y el saber, llega la dignidad  y puedes ser pobre pero digno, e intentan quitar de la cara esa mirada de vaca-burra inocua que deja que un cualquiera  le dé una somanta palos y abuse de ella y los suyos sin hacer nada para impedirlo.

Por otra parte, no estoy nada de acuerdo con que se utilice a los niños como moneda de cambio para hacer daño a los padres. Si tu pareja no te sirve como pareja, déjala, pero no utilices a los niños como instrumento para dañar al otro, porque no sabes si tu hija el día de mañana se hará cargo del padre o de la madre, porque aunque pasen cuarenta años y ya ni te acuerdes de aquel o aquella que fue tu pareja, su padre o madre será para toda la vida y eso no hay quien lo cambie, a menos que hayas recurrido a tirar de folleto y seas padre o madre solo. Ten presente que cuando te separas, te separas de tu pareja, pero sólo de tu pareja, los hijos son de los dos y se supone que unos buenos padres sólo quieren lo mejor para sus hijos. Por eso me encanta la Preysler, que hasta el momento ha sabido quién es el padre de cada uno de sus hijos y quién es su pareja: “Si tú estás mejor con tu padre en Miami, puerta, él que cuide de ti, que pa´ eso es tu padre. Si tú estás mejor en la finca haciendo vino, puerta, que tu padre sabrá también qué es para ti lo mejor”. No hay que violentarse, si todos buscamos lo mejor para nuestros hijos, tan válido es un padre como una madre.
¡Ay!, pero si alguno o alguna abusa de la familia con maltrato y violencia, yo no avisaba a la policía, pa´ qué, si el que va a por ti, al final termina matándote. Sólo hacía una llamada de socorro a unas cuantas amigas y entre todas le hacíamos un akelarre –invéntate lo que quieras, que te apoyamos-, que se acabaría la violencia de género y lo que pasara en la cocina de cada una, se quedaba en la cocina.                       ¿O NO?


  
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viernes, 15 de marzo de 2013

MI HERMANA LA MAYOR


No sé si he dicho en anteriores crónicas que somos seis hermanos y yo, la segunda. Pues esta crónica va sobre mi hermana la mayor. Como las hadas del cuento, la mayor recibió más dones que ninguno, porque es guapa, lista, inteligente, buena estudiante y una líder nata. Expresa sus ideas con una convicción y tiene tan claras las cosas, que procura que no le afecten las maledicencias que se puedan crear a su alrededor, pasándoselo todo por el arco del triunfo, o sea, que le resbala por el kiwi abajo.

Al principio, cuando comencé con mis crónicas, me dijo que yo era una exhibicionista. Sí, eso me dijo, pero ahora se ha convertido en mi fan número uno y además me promociona entre sus amistades.

Ya sabéis que cuando hablo de mi familia ando un poco con pies de plomo, porque no quiero malos rollos y hasta ahora no ha llegado a mis oídos mala crítica alguna, al contrario, me animan a seguir escribiendo. Pero como los conozco, son unos cachondos, cualquier día se me acaba el rollo. También he comprobado que aunque nadie quiere salir en la foto, a todo el mundo le gusta su minutillo de gloria, así que va por ti, hermana.

Cuando su hija le preguntó: -“mamá, ¿a ti qué te hubiese gustado estudiar?”- Le contestó: -“Nadie me hizo nunca esa pregunta, cuando terminé el instituto tu abuela me sacó del colegio y me buscó un empleo en una boutique y cuando la directora del instituto fue a mi casa a  preguntarle a tu abuela el porqué, le presentó el plan de muchas bocas y nada en la mesa, y no hubo más que hablar”-.

Como desde los diez o doce años ya hablaba como una cotorra en inglés con las niñas extranjeras en el paseo marítimo, además de buscarle trabajo en la boutique la apuntó a francés, y por la noche, alemán y hace unos años, también aprendió un poco de ruso. Y a partir de ahí, ha hecho su carrera en el mundo de la moda, del lujo y el glamour. ¿Que si le gusta su trabajo?, en lo que hace, sin duda, es la mejor.

Cuando mi sobrina se fue a Bélgica a hacer un curso de inglés y fuimos las dos a pasar unos días con ella, nos encontramos una noche cenando en casa de mi amiga la belga: tres españoles, cuatro belgas y una rusa, todos hablando en inglés. Aquella experiencia tan cosmopolita le hizo a mi hermana pensar qué hubiese sido de su vida si hubiese tenido las oportunidades que ha tenido su hija. Porque lo que tenemos muy claro es que si quieres trabajar en lo que sea, necesitas una formación y en la medida de las posibilidades que tengas, no comerás filetes de primera, pero buscarás el mejor profesor para tus hijos o la mejor universidad y le animarás a que, lo que elija, lo haga bien. Como siempre, siguiendo con la escuela que nos enseñó mi madre.

Aquella pregunta nos hizo mirar atrás y añorar tantos sueños de libertad, sobre todo para viajar y conocer otros países y otras gentes, pero… no pudo ser, no hubo presupuesto. Sin embargo, para eso estaban los libros, que aunque físicamente estuviésemos amarrados con deberes y obligaciones, mentalmente viajábamos a países exóticos donde había grandes aventuras y personas fascinantes para conocer.
Con el tiempo nos damos cuenta de que otras personas que sí consiguieron ir a la universidad y estudiar fuera, tampoco es que ahora tengan un aura especial ni se les vea especialmente felices, pero esa es la experiencia que creo que echa de menos mi hermana. Pero todo se andará, igual le ofrecen más adelante un súper trabajo en Londres o París y lo puede aceptar, porque los sueños que teníamos de jóvenes de que en el extranjero todo era mejor, en la actualidad y después de habernos recorrido casi toda Europa, nos hemos dado cuenta de que es mentira, o por lo menos, no se vive mejor que en Marbella, ¡ni de coña!, pero la libertad de no tener a nadie a tu cargo, no pensar antes en los otros que en ti, no tener más obligaciones que las tuyas y estudiar lo que realmente te hubiese gustado…, creo que es la experiencia que le falta a mi hermana la mayor por experimentar. Estar sola, y digo sola con ella misma, -por un tiempo, eh?-, y saber hasta dónde , de verdad, es capaz de llegar.

Por favor, ¡una beca Erasmus pa´ la Mari!

sábado, 9 de marzo de 2013

VIVENCIAS DE MUJER


Pues yo no sé si esto le servirá a alguna futura mamá, ya que cada persona es un mundo, pero os voy a contar mi experiencia, porque a mí me ayudó mucho, y sé positivamente que, si no ayuda, por lo menos entretiene.  

Mis embarazos fueron normales, engordé mucho, porque como soy barrigona, en el mismísimo momento en que perdí  de vista la cinturilla, me coloqué el bambito y ahí perdí toda perspectiva de mi cuerpo.

Los primeros meses tuve todas las fatigas y los ardores del mundo y cuando me decían que el bebe era como un gusanillo, pensé: -“pues si siendo un gusanillo estamos así, apañá voy…”-. Hay una marca de suavizante que nunca más volví a usar de la fatiga tan tremenda que me daba cada vez que me acostaba y olía su perfume en mis sábanas.

Fui a todos los controles médicos habidos y por haber, porque tu hijo come de ti, y cuando nace tiene todas las vitaminas a tope, pero a ti te deja seca. Por eso  me dieron hierro y calcio y me controlaron la sangre y la orina tropecientas veces, porque al tener antecedentes de diabetes, mi madre estaba al loro. Nunca tuve cintura, pero en el embarazo sólo veía mujeres con pantalones bien apretaos y cinturones marcando, ¡qué envidia me daban!

Me apunté a las clases de preparación al parto. Me enseñaron lo que le iba a suceder a mi cuerpo y las distintas formas en que se puede presentar el parto. Por dentro eres como una botella de Mateo Rosé bocabajo y el cuello de la botella hay que borrarlo, y no sólo borrarlo, sino además dilatarlo diez centímetros para que pueda nacer tu hijo. Te enseñan a soplar con pequeñas aspiraciones y luego la soplante lenta, para no empujar cuando sientes ganas y aún no dilataste los diez centímetros, porque puedes endurecer el cuello y te sale el niño con la cabeza de pepino. Durante las clases te pasas todo el tiempo bostezando, con unos abrieros de boca y un sueño…, estás tan relajada que casi ni prestas atención y piensas, -“bueno bueno, qué tonterías más gordas”-.  

Primero, el borrado del cuello del útero puede ir sucediendo un par de días antes y mientras, vas expulsando un tapón mucoso, más o menos denso, que es el que tapia el cuello del útero, evitando que los virus penetren y afecten a tu hijo, -uno de los virus que lo traspasa es el de la rubeola, por eso es súper importante vacunar a las niñas contra este virus-. También me enseñaron a empujar desde el estómago para no hacer el esfuerzo con el cuello y la cara, porque del esfuerzo puedes terminar teniendo un derrame ocular.

Sabiendo todo esto, cuando rompí aguas no tenía ningún síntoma, así que no me asusté, ya que es una de las maneras en que puede presentarse el parto. Me explicaron que hay que mirar si el agua es clara y estar tranquila, porque aún tardará varias horas en comenzar el parto propiamente dicho, así que me fui al paseo marítimo a comerme un helado, me compré una revista, me puse una toalla entre las piernas y nos fuimos pa´ Málaga mi marido, mi madre y yo. Ya durante el viaje comencé a notar un resquemor como cuando comienza la regla.

En el hospital te suben a una camilla con las piernas abiertas y tó el que pasa te hace un molinete con el dedo en el cuello del útero, que pareces el pavo relleno pa´l horno, y si sientes vergüenza, te jodes. Aunque llega un momento en el que se te pasa la vergüenza y todo empieza a darte igual, deseas que todo esto pase de una vez para poder descansar… ¡es agotador! Y luego, a controlar las contracciones, que son como un  acordeón que te estruja las costillas y los riñones para que dilates abajo y es un trabajo muy duro, pero es un trabajo que tienes que hacer sin perder los nervios y rezando para que cuando comiencen en serio no se paren y sean cada vez más alegres y rápidas, porque así es un parto natural. Cuando llega el momento de empujar, debes estar lo más atenta posible, porque esto dura poco pero hay que hacer un esfuerzo muy grande y si estas agotada de las contracciones se puede complicar la cosa.

Yo hice toda la dilatación de pié y leyendo una revista. Cuando venía una contracción pasaba las hojas que volaban y respiraba como si en ello me fuese la vida, no sé si hacía la soplante lenta, la rápida o la madre que la parió, pero soplaba y resoplaba como una locomotora, luego aflojaba y volvía a concentrarme en la revista.

También te explican que aunque lleves un buen embarazo, una vez que has dado a luz, debes pedir toda la ayuda posible y, sin ningún tipo de angustia, olvidarte de la casa, la compra, la comida y dedicarte a ti y al recién nacido. Si le das el pecho, tienes que usar ropas fáciles de abrir para dar de mamar y procurar estar lo más seca posible por arriba y por abajo, ya que el pecho hay que lavarlo y secarlo después de cada toma, porque si no el bebe lo macera y se hacen grietas. Hay que procurar que el bebé no se quede dormido tomando el pecho y darle toquecitos en la planta del pié para que espabile.

Tampoco se agradecen visitas los primeros días, como no sea para ayudar, porque te sientes sucia, sangrando por abajo y hecha una vaca por arriba… acojonada y desbordada, así que o bien se viene con la intención de apoyar y echar un mano, o mejor, se cumple más adelante, cuando la mamá tenga la situación más o menos controlada y espíritu para pintarse un poquito los labios y recibir a las visitas con ganas de presentar a su bebé orgullosa.

Porque todo llega, cuando pasan varios días y controlas el tema, entonces, ¡aleluya!, has tenido un hijo, disfrútalo.