EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

miércoles, 23 de abril de 2014

SOBRELLEVANDO ABRIL

Si es que no me entiendo ni yo, ¿cómo pretendo que los demás me comprendan?

No sé si sabré explicar lo que quiero decir, o como dice mi hermana, me guardará esta crónica como un desahogo más y la publicará cuando yo ya no esté, pero es que, desde que fue mi cumpleaños y comenzó abril, ando endemoniá, si fuese un hombre diría que me falta un buen revolcón.

Esta Semana Santa no he tenido ni paciencia para ver de pasar las procesiones, que el Señor me perdone, pero las imágenes se me antojaban muñequitos bailantes de un lao pa’ otro. Ese fervor religioso de tanto golpe de pecho, pa’ luego escuchar al pobre de turno decir por lo bajinis cuando pasas y no le das una moneda, “olé por tanto buen cristiano”…, no puedo, no puedo, lo siento, pero tanta comedia me supera. Y eso que pienso que todos los años es bueno que haya Semana Santa, pa’ recordarnos toda la pasión y muerte de Jesucristo, que murió por nosotros y para recordarnos los grandes pecadores que somos. Fíjate que, ya cuando Noé, el Señor tuvo que inundar la tierra pa’ quitarnos de en medio por la lujuria, codicia, y todo tipo de celos y envidias que corroían al ser humano, y mira que eran unos pocos, ahora que somos más, tenía que haber una Semana Santa por lo menos cada tres meses, pa’ darnos cogotazos unos a otros y ponernos las pilas más a menudo.

Y no es que haya estao encerrá en mi casa, que hice rutas por el campo: un día hasta el monasterio de Los Monjes, otro a Puerto Rico Alto y otro, desde el nacimiento del río del preciosísimo pueblo de  Istán, bajando por las vegas y subiendo de nuevo al pueblo. Estoy guarnía, reventá a más no poder. Pues ni por esas se me va el diablo del cuerpo.

Yo no soy supersticiosa, pero cuando he viajao, he encendío velas en todas las iglesias de todas las religiones del mundo, para darle gracias a Dios por todo, y por si lo que hay un poco peor puede ir a mejor, con mi voluntad y con mi trabajo, -como el del chiste, “porque señor, si te pido fuerzas...”- Cuando hay un proyecto pendiente enciendo velas blancas en mi casa, de olor, porque ya que las enciendo, que la casa huela bien. El viernes hay que encender romero pa’ que salga lo malo y entre lo bueno, cuando me acuerdo lo enciendo y meto un olor a porro en todo el bloque que alucinan hasta los mosquitos.

Pero no sé qué me pasa que hasta mi familia, que es lo que más adoro, ha visto el demonio que tengo dentro, y no es que me arrepienta de lo que digo, -porque hablo desde el convencimiento de lo que digo-, pero… tengo que pedir perdón por las formas, que no son las correctas y mi madre me educó muy bien pa’ que ahora yo pierda las formas de mala manera, y me reitero, no es lo que digo, sino cómo lo digo, que hay maneras y maneras.

Pues pasó la Semana Santa y el domingo, como colofón, cumpleaños de la mamma en mi casa, que llevaba advertío desde hacía semanas que no quería celebración ni regalos, y cuando llegó el día, se me puso toa pollita, “que si no nos reuníamos para comer por su cumple, que si lo iba a pasar solita, que si qué pena que en un día tan señalao iba a comer solita…”. Total, que se vino a comer a mi casa y aunque toda la semana me porté bien, fue el fin de fiesta, con arroz con leche y por la tarde se presentaron toda la panda con torrijas, dulces y hasta hubo champán. En fin, como siempre que nos reunimos, si no es con comida de por medio, no es igual.

Pues estoy yo ahora pensando, intro pa’ mí, -que es cuando me salen las crónicas-, que hace como quince días que me quité la cadenita con la cruz que suelo ponerme al cuello para ponerme un collar, y no me he dado cuenta hasta ahora. Mira que si fuese eso y me han echao mal de ojo… total, creer no creo, pero tener algo a lo que agarrarse siempre ayuda, ¿no?

Que me la pongo ahora mismo, vaya, y ya os contaré.

miércoles, 9 de abril de 2014

FALTA PERSONAL

Pues nada, que mi día a día está inmerso en casa, comida, limpieza, eventos familiares y tiendas… muchas tiendas, y es muy curioso que habiendo tanto paro, los grandes empresarios de centros comerciales bajen la calidad del producto. No hablo de marcas, sino de su producto, y no contraten dependientes, porque te puedes pasar dos horas dando vueltas por los pasillos y no ves ni un alma caritativa, dícese dependiente o dependienta con ganas de trabajar que te busque una talla o que te informe sobre un modelo en concreto en otro color. Si pretenden paliar la crisis con esta fórmula, que falla de todas-todas, -porque si te mosqueas y te vas, pierden una venta, ¿no?- ,pues eso, que falta personal en todas partes.

Sé que con la calidad de la ropa estoy igual de pesada que con los kilos que me sobran, pero es lo que veo, no hay término medio, o seda pintada a mano que un saquito pa´ la nena, o sea, yo, que te puede rondar cerca de los mil euros, -si, si, si mil euros-, o ropa chinesca, mal cosida y con un punto que se te marcan todas las mollas/michelines, y a precios que no lo valen. Y luego las pocas dependientas que quedan, o están más quemadas que la pipa de un indio o se contagian de la desidia que hay en el ambiente y prefieren formar corillos para hablar entre ellas y te dicen que lo que hay es lo que está expuesto, que si se vende o no les da igual, pero no se molestan, para qué, si a nadie le importa.

Así, cuando vas por los pasillos y oyes la voz en off que te informa de la nueva política de que, pidas lo que pidas te buscan por cielo, mar y aire la mercancía, te da un ataque de risa por la descoordinación que hay entre la oficina de marketing y el que está a pié de obra. Un desastre total, porque falta personal.

Mi hermana me comenta que se va a informar para, a lo mejor, abrir una escuela de formación de dependientas. Antes, había aprendiz, dependienta y encargada, las normas las ponía el dueño y el encargado hacía que se cumpliesen. Normas de atención al cliente, no escritas, pero que cuando entrabas a trabajar te supervisaban un periodo de aprendizaje y si no te adaptabas, a la calle. En un negocio donde hay uniforme, yo aprendí que somos todos iguales; modernos, antiguos, pijos, clásicos, si, pero eso en la calle, cuando te pones el uniforme de trabajo, todos somos iguales. Te pedían, sobre todo, mucha higiene, pelo recogido, pendientes pequeños, maquillaje suave, uñas sólo con brillo, y el día que te presentabas de cualquier manera, o te escondías y lo arreglabas, o te daban la bronca, y si era muy grave, el despido. Estaré mayor, chocheante e intransigente, aunque no siempre el tiempo pasado fue mejor, hay conductas que, por muchas universidades que pases o por muchos masters que estudies, en el día a día, en el trato con el público, hay muchas lagunas para vender cara a cara, y se ha crispado mucho, ha perdido supervisión por el tema de los recortes, hay mucha desidia y sobre todo, falta mucho personal.

A ver si los empresarios se ponen las pilas, pero a todos los niveles, incluso en la cafetería de mi barrio hay un sólo camarero para la barra y las mesas y tardan un siglo en atenderte. Yo comprendo que los impuestos suben, que quien tiene un negocio es para ganar dinero, pero si no me atienden bien, no gasto, no vuelvo a esa tienda, no vuelvo a esa cafetería y pierden clientes. ¿O no?