EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

lunes, 29 de julio de 2013

ESPAÑOLA ORGULLOSA


Hay que ver, con lo grande que es el mundo y con los medios técnicos que hay hoy en día, estornuda alguien en la otra punta o sea en las antípodas y a la hora de comer lo vemos en imágenes. Es increíble la cantidad de catástrofes que pueden ocurrir en un segundo y esta vez hemos tenido la mala suerte de que el accidente de Galicia nos ha tocado de lleno y como siempre que nos toca a los españoles, siento verdadero orgullo de ver cómo respondemos ante catástrofes de tal magnitud, cómo se afanan los profesionales médicos, sanitarios, policías, bomberos, colectivos profesionales, que con un ojú ya están todos en alerta funcionando y la ciudadanía, también muy importante, que no va preguntando de qué comunidad eres ni qué acento tienes para echarte una mano en lo que sea.
A sólo dos días después producirse el accidente, están de nuevo las vías abiertas y funcionando, los enfermos atendidos, los familiares, que tendrán que pasar su duelo como Dios les de a bien entender, porque es muy fuerte lo que les ha pasado, ubicados con psicólogos y hospedados.

Los españoles somos trabajadores, orgullosos, buena gente y cojonudos y que nadie, pero nadie, lo ponga nunca en duda, QUE ME LO COMO. Peeero, como digo siempre, la clase política suspende, lo siento, no lo puedo remediar y no estoy reivindicando a ningún partido ni a ningún personaje, sólo analizo como siempre las sensaciones que me transmiten lo que oigo y veo, y no me gusta. Si estoy en la calle y oigo a cualquiera que habla mal de un inmigrante porque tiene trabajo de camarero en un bar, me acuerdo del que hizo el efecto llamada y abrió las puertas para que vinieran a trabajar todo el que quisiera y ahora ese tipejo, ¿dónde está?, ¿quién le está pidiendo responsabilidades?. Nadie, nos ponemos a insultar al pobre inmigrante, ¡venga ya!. Que no nos despisten, pensemos por nosotros mismos y que no nos engañen más, pidamos responsabilidades a los que realmente la tienen y no insultemos al que viene de fuera buscando un puesto de trabajo. Y a los que están ahora, que en campaña dijeron que tenían la fórmula para no subir los impuestos y los han subido para seguir financiándose dietas, alojamientos y desplazamientos a cargo nuestro. Si necesitamos buenos economistas y gestores y hay que pagarles un buen sueldo, se les paga, pero no a un inútil que no sabe hacer ni la o con un canuto y luego gabinetes de asesores para hacer el trabajo que ellos no saben. Se nos van los presupuestos pagando inútiles.

Yo me pregunto ¿cómo es posible ver que se denuncia, con datos, cifras y nombres ataques contra la ciudadanía, por parte de periodistas en los medios de televisión y artículos como continuamente andan publicando, Y NO CAMBIA NADA?. ¿Por qué los tasadores que dieron el visto bueno para que los bancos diesen créditos para pisos que estaban sobre valorados,  no están en la puta calle? ¿Por qué si de un día pa´ otro se ha dejado a millones de personas sin la paga de Navidad, se tarda tanto en meter entre rejas a los mangantes que se han llevado nuestro dinero?, ¿¿por qué se despide de un día pa´ otro a colectivos de trabajadores de limpieza, médicos y profesores y los que están a dedo en los ayuntamientos cobrando un pastón siguen todavía ahí??

HUELGA, no, LINCHAMIENTO, eso es lo que están demandando los políticos. TAN PODRIDOS ESTAMOS QUE ESPERAMOS SÓLO UN QUÍTATE TÚ PA´ PONERME YO.


Yo creo que no se deben aceptar dimisiones. Hay que obligar a los políticos que están ahora en el poder a que respondan de sus actos y no por dimitir “aquí paz y después gloria”, de eso nada, así nunca acabaremos con la corrupción ni tendremos nunca a buenos gestores, porque con nuestros impuestos seguirán financiando sus locuras. 

lunes, 22 de julio de 2013

R.I.P. INCOSOL

Bueno, no os voy a mandar mi currículum porque lo tengo que presentar en el paro y es más bien corto.

Se acabó la espera de volver al trabajo: una jueza ha decidido firmar el despido de los trabajadores de INCOSOL y después treinta y cuatro años en la misma empresa, a la puta calle y a buscar trabajo.

Comencé a fogá con estas crónicas porque el parón, después de tantos años, ha sido bestial. Yo entré en la empresa con dieciocho años, igual que muchos de los antiguos compañeros que aún quedábamos. Durante ese tiempo me casé, tuve a mis hijas y antepuse muchas veces el trabajo por encima de mi familia y mis necesidades, cosa que la juventud de hoy en día no entiende. No, no entiende que un trabajo y fijo, sea tan importante para ti. Esta generación tendrá que penar y pelear por conseguir lo que se ha destruido por la agonía y avaricia de unos pocos políticos corruptos.

Ayer, viendo un reportaje sobre Ibiza y vacaciones exclusivas con cochazos y espacios superlujosos, pensé: -"¡pero qué sabrán éstos de lujo y exclusividad!"- Ahora cualquier mindundi como yo ha viajado en cruceros de lujo y ha visitado la Costa Azul, porque te podías pagar viajes a plazos con el Corte Inglés. Ahora los jóvenes están hartos de viajar los fines de semana a Tarifa o a esquiar, o a cobrar un sueldo e irse de rebajas a Candem Town o a Portobello, cada dos por tres. Pero, cuando yo era joven y tu sueldo del mes sólo te daba como extra comprarte un juego de toallas para el ajuar en Ruache y para poder pagar la letra del piso tenías que ahorrar cinco años y comer más pipas que un loro en la Alameda o pasear por la avenida y que el primer viaje que hice fuese el de novios…, hay que entender que se me pusiesen los ojos como platos cuando en Incosol  veía cómo aparcaba el helicóptero que venía a recoger al Rey Fahad a la misma puerta del hotel antes de hacer su palacio, y había un flota de Mercedes último modelo aparcados en la rotonda de la entrada al hotel,  por si alguien de la octava o novena planta, que era sólo para el rey y su séquito, quería salir a algún sitio. Había una chica filipina preparada en cada cabina con té y pasteles para cada señora árabe que se hacía los tratamientos y tenían que cerrar con sábanas los espacios por donde pasaban las señoras para que nadie las viese. Caprichos y exclusividad en una era en la que sólo unos pocos se lo podían permitir. Chequeos completos de calidad cuando era el único sitio donde veías al  internista, endocrino, cardiólogo, ginecólogo, rehabilitador, Rx, analítica, etc., todo en una mañana y la entrega del dossier por el Prof. Del Charco, el director médico. Pero, si estos últimos gestores se han cargado la empresa, ha sido por agonías. Tenían un producto que funcionaba y no lo mejoraron, lo querían desmembrar para hacer franquicias, ¡franquicias si!, robar el nombre y llevarlo a abrir distintos establecimientos por el mundo, como un McDonalds cualquiera. Qué ignorantes, qué enanos mentales, con el potencial tan tremendo que había, cómo se rindieron al mercado del todo se puede y lo quiero ahora, ahora, ahora, más, más, más y más barato para ganar más, más, más dinero para competir ¿con quién? o contra quién? Si éramos un producto único en el mercado a nivel mundial, ¿contra quién competían?  Solo tendrían que haber cuidado más a esos fantásticos clientes, anónimos, directivos de grandes empresas y señoras fantásticas, anónimas para nosotros pero que igual las veías en un reportaje divinas de la muerte, en las revistas de moda, que venían súper estresados de una vida ajetreada de viajes y comidas de negocios, que en un par de semanas de comida cuidada por dietistas y tratamientos de cabina corporales y faciales, relucían y cargaban las pilas para volver a su actividad frenética. En Incosol se colocaban nada más llegar el albornoz amarillo y eran todos iguales, clientes a los que había que mimar y procurar que estuviesen lo más tranquilos posibles.

El concepto de hoteles vanguardistas para personas sin niños que he leído en algunos artículos, ya existía en Incosol hace mucho, pero ya R.I.P.


O mucho me equivoco o no habrá otro igual.


miércoles, 10 de julio de 2013

LA MAMA GALLINA

Todavía no sé si esto es una crónica o un desahogo, pero ahí va eso.

Cuando mi hija la mayor estudiaba el último curso en el Instituto, en el segundo trimestre le quedaron como cuatro o cinco suspensos y fui a hablar con el tutor. La primera vez, porque al estar trabajando siempre de mañana nunca conocí a los profesores de mis hijas y las vacaciones procuraba que fuesen siempre en verano para estar el mayor tiempo posible con ellas. Entonces por las mañanas ni bancos ni colegios ni AMPAS, ni ná de ná. Bueno, la niña quería seguir estudiando y a poder ser, hacer enfermería. El profesor me dijo que no hacía falta empeñarse en carreras universitarias, que si la niña no daba la nota, pues había módulos muy apañaos. Le pregunté el  por qué y me dijo que porque acabaría el curso con cuatro o cinco suspensos y es lo que había, pero que ni a desesperarse ni ná. Pues a la niña no se le ocurrió otra cosa que aprobarlas todas para septiembre y empeñarse en que quería seguir estudiando, sin haber hecho prescripción de matrícula en ningún sitio.

Consiguió plaza en Ronda y la dejamos un fin de semana, sola, en un piso, después de un domingo de locura y unas ganas locas de matarnos la una a la otra. Luego jamás pensé que la echaría tanto, pero tanto y tanto de menos. Pero, al estar cerca, el padre la recogía el viernes por la tarde y pasaba el fin de semana en casa. Al principio bien, pero cuando los estudios le ocuparon la mayor parte del día, un fin de semana me dijo que hiciese una olla de garbanzos  y así ella se llevaba unos poquitos para comer en Ronda,  y pensé -“ni hambre que está pasando mi niña en Ronda, pa pedirme garbanzos”-. Luego cambió varias veces de piso y al final terminó compartiendo casa con dos fantásticas amigas con las que terminó por fin enfermería. Durante aquellos años, como yo no tengo móvil y el viernes ya estaba con nosotros,  a menos que tuviese algún examen importante o la viese resfriada, nunca la llamaba, esperaba para estar juntas y que me contase sus experiencias.

Durante este tiempo mi hija me catalogó junto con las otras madres de sus compañeras. Me decía que estaba la “madre gallina”, superprotectora, que está en el día a día con las asignaturas, conoce a los profesores y vive los estudios a la par que la hija, llamándola a todas horas. La "madre pollito", que hasta para hacer la comida tenía que hablar con la hija para preguntarle qué le echaba y le lloraba por todo para que volviera a casa y dejara de estudiar.  La "madre satélite", como el CSI, que aunque tiene todos los datos la llama a todas horas y cuando no responde la localiza a través de las amigas. Y por último yo, la "madre chochona", que se imagina que, si no llama es porque está bien y, si necesita algo, pues que me llame.
Ahora, imagínate a todas esas madres concentradas en una, pasada de Lexatin y con los cables pelaos, o sea, la mía. Como tengo una familia muy grande y hay gente de todas las edades, conforme escribo mis crónicas, también transmito mis experiencias, si a alguien le vale, pues me alegro. 

Hablando con las amigas que tienen mi edad veo que las madres que nos vamos haciendo mayores seguimos el mismo patrón: primero mucha ansiedad cuando son pequeños, luego mucha ansiedad cuando son grandes y después mucha ansiedad porque tenemos a nuestras madres dependientes.
Entonces, lo mismo que erradicamos el luto de nuestra generación, nos cuidamos en la alimentación y hacemos deporte para tener las articulaciones un poco más flexibles, vamos probando vinos hasta que sabemos distinguir cuál nos gusta y cuál nos da dolor de cabeza..., pues me quedará una crónica dentro de veinte años para contar de qué manera hemos enfocado nuestra vejez, porque si mi madre vivió igual que la suya, o sea, que los hijos sean el báculo de la vejez, el salto generacional del suyo al mío tiene una diferencia enorme desde el momento en que me enseñó a ser independiente y a no diferenciarme de mis hermanos por ser mujer. La referencia que tengo de su vejez no me gusta, porque es muy dependiente y a la vez es anarquía pura y como dice la suegra de mi hermana, “si de mayor me veis así, darme un esmochazo, por favó”. Y a pesar de todo, ¡que me dure muchos años!

Bueno, pues no sé si empezar a buscar ya esa residencia donde se hace aquagym por las mañanas, manicura y pedicura por las tardes, peluquería los jueves y partido de canasta los viernes…, para hacerme socia YA.


We keep in touch, tú ya sabes.


martes, 2 de julio de 2013

¡YA ESTÁN AQUÍ LOS TOMATES!


Por fin volvieron los tomates. ¡Ay!, licopeno, licopeno, ¡cómo te he echado de menos!.

Por Dioooooos, ¡¡qué largo se me ha hecho el invierno!!. Ya vuelven los tomates, y con ellos esa siesta que cuando te das cuenta se te ha escapado la salibilla, el quedarse en la playa hasta las tantas, andando por la orilla o disfrutando de la brisita, jugando a las cartas. Y aunque este invierno probé el famoso Kumato, ese que intenta parecerse en el sabor a los tomates de verano, ná que ver, oye, pero ná que ver.  

Ya tengo puesta la olla cuartelera para el tomate frito, no sé si picante o con orégano, -ya lo pensaré- y dos litros de gazpacho en la nevera y otros pa´ pisto y otros tantos para ensalada con queso fresco y albahaca… en fin, que ya estoy liá en la cocina otra vez, con la música a toa pastilla y el cuerpo de juerga.

Del viaje a Santiago nos hemos traído semillas de grelos, porque probamos el caldo gallego y, no sé si fue porque con la lluvia y el desconsuelo que llevábamos nos supo a gloria, o es que de verdad está bueno. A mí me recordó a los potajes de invierno que hacía mi madre, con hojas de acelga, judías, unos pocos garbanzos, aceite, una cabeza de ajo y algo de añejo. Pero lo mismo, cada cosa tiene su temporada. Ahora le llaman cocina de mercado, mira tú por dónde, lo que hacía mi madre ahora es “cocina de marcado”. Pero claro, es que en las casas no había nevera, ni tele, ni equipos de música. Yo he visto un plato con agua en la cocina y en medio la lata de leche condensada para que no se metieran las hormigas, y el que podía, en su casa tenía una fresquera en la que se ponía una barra de hielo para que conservara algo fresca la comida, pero liaba un charquerío que no veas. Al mercado sólo se iba por la mañana, porque la compra era toda fresca: pescado del día, frutas y verduras de temporada y carne fresca. Había mucho embutido y salazón y por eso las comidas que se recuerdan tienen otro sabor, sin conservantes ni invernaderos.

Cuando yo era chica, al principio en mi casa se cocinaba con carbón: se ponía un torción con aceite y a los niños se nos daba una palmatoria y a soplar y soplar hasta que el carbón se encendía. Luego mi madre tuvo una cocina de petróleo con un solo fuego  y cada dos o tres días había que cruzar el paseo marítimo hasta donde está ahora la Clínica Ochoa, donde había un surtidor para comprar una garrafa de carburante. Pero ya este fuego se controlaba, recuerdo que mi madre nos tenía advertíos de que cuando volviéramos del colegio de Doña Paquita, si en la casa no había nadie, le dejáramos las carteras al vecino en la carpintería hasta que ella volviera. Una tarde noche, desde la playa donde estábamos jugando, vimos luz en la ventana de la casa y -“¡mira, mamá ya llegó!”-, corrimos y ¿qué era?: la cocina, que se había prendido fuego. Mi madre se fue y dejó la comida puesta y menos mal que lo vimos, porque el tejado era de vigas de madera y suerte que lo apagaron corriendo los vecinos. Cuando mi madre volvió, tuvo que tirar la cocinilla y la olla. Bueno, pues compró un butano DE TRES FUEGOS, ¡la caña!, con BOMBONA GRANDE. Esa noche, cuando mi padre vino de la pesca y vio la bombona grande, pegó aquél respingo y salió escupío de la casa “porque aquello iba a explotar y nos íbamos a morir todos” y pasó un buen rato hasta que volvió. Seguramente se fue a la bodeguilla a deliberar con todos los “machos alfa” de la época, hasta que lo calmaron. Todavía recuerdo los fregoteos que le dábamos a la parrilla del butano y los quemadores con estropajo para dejarlos relucientes.


Que no me enrollo más.  Me voy a poner un pisto, que he visto un par de berenjenas por ahí.