La
primera vez que fui a Eurodisney me encantó. El parque llevaba sólo cinco años
abierto y era una pasada, bonito, bonito pa´ reventar, era como estar en los
cuentos Disney con los que habíamos disfrutado mis hermanos y yo de pequeños,
fuera del papel. Qué pasote, disfruté con las atracciones en las que me monté, -que
no todas porque tengo mucho vértigo-, teatros, espectáculos y actuaciones de
primerísima calidad, y desde que ponías el pié en el hotel del recinto todo era
“aquí se viene a ser feliz”. Le compramos unos libritos de autógrafos y unos
bolígrafos a los niños y estuvieron todo el tiempo de atracción en atracción y
achuchando a esos personajes tan adorables y amables que querían que
adoptáramos. En los hoteles, camas king size, nunca había visto yo camas tan grandes.
Peeeeeeero… pasamos hambre. Mis hijas pasaron hambre en el parque, mucha
hambre, la comida era plástico, carísima y malísima. Volvimos otras tres veces
más, ya preparados con nuestros paquetes de embutidos y pan, porque llegué a
pensar “la próxima vez que vea al Donald, me lo llevo y nos lo comemos al horno”,
del hambre que teníamos, pero el parque merecía la pena, a pesar del tiempo tan
horroroso, a pesar de esa lluvia que te levantabas con el día gris y lluvioso una y otra
vez y después de dos días, cansados y mojados, le digo a mi hija chica: -“ponte
el chubasquero que te vas mojando”- y me contestó: -“ojalá pillara una pulmonía
que me llevara de vuelta a Marbella”-, de lo jarta que estaba del mal tiempo.
Bueno,
hemos vuelto al cabo de pfffffffff ¿cuántos?¿quince años?, más o menos.
Ya sabíamos
por las noticias que los americanos se retiraron del parque y que éste daba
pérdidas, pero mi hija que estuvo el pasado invierno antes de casarse, nos dijo
que ampliaron, que había atracciones nuevas y les había gustado mucho.
A
ver, estas son mis experiencias, ni soy crítica de nada ni me pagan por las
crónicas, ¿eh?, que es sólo mi opinión…
Pues
esta vez, nos encontramos varias de las atracciones cerradas al público. No
había espectáculos como en otras ocasiones, el único que vimos fue el de Frozen,
con un escenario magnífico en un granero espectacular, donde en cada actuación
caben cientos de personas, la mayoría españolas, y sin teatro, tan sólo un
cuentacuentos del tipo “canta conmigo”, en francés e inglés, tan insulso que la
mayoría nos quedamos fríos, tirándole grandes pelotas al público -que lo único
que hacían era distraerte del escenario, porque no sabías por dónde te iba a
venir el pelotazo- y una princesa helada que no sabía cantar, con un horrible
pelucón y poco más. Decepcionante. En cambio, los niños disfrutaron a tope con
las atracciones fuertes del ascensor, la barca de fórmula uno, la de nemo, que
les lleva por la corriente de las tortugas, y mención aparte el restaurante y
la atracción de Ratatui, donde te subes en unos carritos y con las gafas en 3D
entras en la película y vives una escena súper divertida en la cocina.
Luego,
los personajes Disney no pululan como antes por el parque a disposición de los
niños, qué va, si tienen que dejar a un niño llorando con el libro de autógrafos
y el boli preparado, lo dejan y se van para otro lado, de nada vale que el
padre corra y se quede con las ganas de coger a la ardilla por el rabo, que te
dejan al niño estrellao y punto. En
cambio, si pagas en un restaurante una comida con personajes Disney, son tan
melosos y pesaos, que ni comer te dejan,
pero claro, tienes que pagar un extra.
Hemos
comido súper bien gracias al empeño de la cuñá, que se informó de cuáles eran
los mejores restaurantes, pero muuuuuuuuuuy leeeeeennnnntos, hasta el punto de
provocar dolor de cabeza por la espera, de lentos que son.
En
general, se nota la falta del espíritu Disney, porque la atención de los
franceses hacia los niños -y los
adultos- es nula. La presencia de público
español en el parque sigue siendo mayoritaria, no lo sé con seguridad porque no
he buscado la estadística, pero creo que si los españoles dejásemos de ir al
parque se notaría.
Después
de un día de parque, agotaos hasta
reventar, vimos un espectáculo de luces, música, fuegos artificiales, juegos de
agua y fuego, todo con el castillo de fondo, espectacular, y miles y miles de
personas abandonando el parque, que no sé cómo dicen que da pérdidas y se ve
tan deteriorado, porque eran muchas miles de personas las que salíamos y entrábamos
en el parque al cabo del día. No dejan de ampliar hoteles en las campiñas de
los alrededores y nos dijeron que una zona del parque se ampliaba con nuevas
atracciones, las cuales no sé si visitaré en un futuro con mi nieta, -nunca
diré de este agua no beberé-, pero espero que el parque recupere el espíritu
con el que abrió, porque si no, sólo es una feria grande y tendrá que quitar el
nombre de Disney, poque el merchandising es chinesco a tope y en todas las
tiendas hay mercancías al 70% de descuento (que por otra parte, es de
agradecer, porque los precios normales son prohibitivos).
Bueno,
estaremos en contacto, que el verano se presenta caluroso. Ya sabéis… we keep in touch.