EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

EDUCACIÓN CÍVICA

Bueeeeeeno, pues como mi psicóloga me anima a escribir en el blog, aunque haya veces que digo yo intro pa mí, -“¿y estas chorradas al final las leerá alguien?”. Cuando pienso en dejarlo, hay alguien que me dice que sí, que lo lee… pues nada, a fogá toca.

He comentado con mi familia, -y ahora con la corrala cibernética- lo que me pasó con la Lili, la pekinesa de mi madre, que paseábamos por el paseo marítimo, vestidas para pasear, no para hacer deporte, o sea, con glamour y tacones, y llevábamos a mi madre del brazo, mi hermana y yo, cuando suelta a la perrilla, que pilla la escalera a toa carrera y se baja a la arena de la playa. Mi madre nos comenta que llegados a ese punto tiene costumbre de soltarla para hacer popó. Entonces viene una señora mayor por la playa, se fija en lo que está haciendo la perrilla y nos grita: -“¡señoraaaaaaaa! eso lo recoge, que no estamos en la playa para oler a mierda”-. “Jodeeeeeer”-, le digo a mi hermana, -“dame la bolsita de plástico, que no voy a hacer bajar a mamá”-, y aquí va la Paca, vestía de domingo, con toda su humanidad y sus tacones, bajando hasta la arena, pa´ recoger un cagajón y tirarlo a la basura. Nadie aplaudió y seguimos paseando.

Ante una orden directa de una señora mayor, -arrrrrrr-, obedeces, está en la memoria de tus genes, porque a las personas mayores hay que respetarlas. Bueno, pues yo, que tengo ya los cincuenta pasaíllos, me tengo por una persona, si no mayor, sí en edad respetable, -o eso me creía yo-, porque tengo un pasillito que va desde mi bloque hasta el aparcamiento y ha habido un tiempo en el que los barrenderos limpiaban la plaza y el pasillo, y aparecía cada mañana lleno de cáscaras de pipas. Un grupito de adolescentes se reunían a charlotear y comían pipas dejando las cáscaras en el suelo. Incluso algunos días latas de refrescos y bolsas de plástico, habiendo papeleras en la plaza.
Bueno, pues un día pasábamos mi marido y yo y cruzamos por en medio del grupo que estaban sentados a ambos lados, con su charloteo y comiendo sus pipas, y por decir algo, ya que todos los vecinos protestábamos, digo –“ainssssss, aquí están los loritos, Paco, estos son los que ponen el pasillo perdido con las pipitas”- y cruzamos por en medio. Me miraron, y las puñalás que me dieron con la mirá me dolieron en la espalda. Jodeeeeer, los pequeñajos me habían perdonado la vida o casi, y mi marido me dice, -“no les digas nada porque a ver si al final la vamos a liar y vete tú a saber estos lo que hacen”- y entonces recordé mi reacción a la protesta de la señora de la playa. A mí en ningún momento se me ocurrió decirle a aquella mujer que se metiese en sus asuntos, porque si mi madre me oye contestarle así a una persona mayor que me está regañando, me da un tortazo que me pitan un año los oídos y me da cuatro vueltas la cabeza.
Estaré carca, demodé, defasé, vieja cascarrabias, protestona y tó que tú quieras, pero me sale un bicharraco ante la falta de educación, porque sólo es una falta de educación, no es otra cosa, pero creo que si no se corrige se degenera en vandalismo, y vivimos en sociedad, no en el campo con los cochinos, y mantener una cosa curiosa y limpia no cuesta ningún trabajo. Si todo el mundo mira hacia otro lado yo no puedo, no puedo, no puedo  y me entran ganas de gritarles: -“¡anda y marcharos a llevarles las cáscaras a vuestra madre y tirarlas en vuestra casa, a ver la gracia que le hace!”-.


Ya no están en el pasillo los adolescentes, será que ha comenzado el instituto…

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