EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

sábado, 9 de marzo de 2013

VIVENCIAS DE MUJER


Pues yo no sé si esto le servirá a alguna futura mamá, ya que cada persona es un mundo, pero os voy a contar mi experiencia, porque a mí me ayudó mucho, y sé positivamente que, si no ayuda, por lo menos entretiene.  

Mis embarazos fueron normales, engordé mucho, porque como soy barrigona, en el mismísimo momento en que perdí  de vista la cinturilla, me coloqué el bambito y ahí perdí toda perspectiva de mi cuerpo.

Los primeros meses tuve todas las fatigas y los ardores del mundo y cuando me decían que el bebe era como un gusanillo, pensé: -“pues si siendo un gusanillo estamos así, apañá voy…”-. Hay una marca de suavizante que nunca más volví a usar de la fatiga tan tremenda que me daba cada vez que me acostaba y olía su perfume en mis sábanas.

Fui a todos los controles médicos habidos y por haber, porque tu hijo come de ti, y cuando nace tiene todas las vitaminas a tope, pero a ti te deja seca. Por eso  me dieron hierro y calcio y me controlaron la sangre y la orina tropecientas veces, porque al tener antecedentes de diabetes, mi madre estaba al loro. Nunca tuve cintura, pero en el embarazo sólo veía mujeres con pantalones bien apretaos y cinturones marcando, ¡qué envidia me daban!

Me apunté a las clases de preparación al parto. Me enseñaron lo que le iba a suceder a mi cuerpo y las distintas formas en que se puede presentar el parto. Por dentro eres como una botella de Mateo Rosé bocabajo y el cuello de la botella hay que borrarlo, y no sólo borrarlo, sino además dilatarlo diez centímetros para que pueda nacer tu hijo. Te enseñan a soplar con pequeñas aspiraciones y luego la soplante lenta, para no empujar cuando sientes ganas y aún no dilataste los diez centímetros, porque puedes endurecer el cuello y te sale el niño con la cabeza de pepino. Durante las clases te pasas todo el tiempo bostezando, con unos abrieros de boca y un sueño…, estás tan relajada que casi ni prestas atención y piensas, -“bueno bueno, qué tonterías más gordas”-.  

Primero, el borrado del cuello del útero puede ir sucediendo un par de días antes y mientras, vas expulsando un tapón mucoso, más o menos denso, que es el que tapia el cuello del útero, evitando que los virus penetren y afecten a tu hijo, -uno de los virus que lo traspasa es el de la rubeola, por eso es súper importante vacunar a las niñas contra este virus-. También me enseñaron a empujar desde el estómago para no hacer el esfuerzo con el cuello y la cara, porque del esfuerzo puedes terminar teniendo un derrame ocular.

Sabiendo todo esto, cuando rompí aguas no tenía ningún síntoma, así que no me asusté, ya que es una de las maneras en que puede presentarse el parto. Me explicaron que hay que mirar si el agua es clara y estar tranquila, porque aún tardará varias horas en comenzar el parto propiamente dicho, así que me fui al paseo marítimo a comerme un helado, me compré una revista, me puse una toalla entre las piernas y nos fuimos pa´ Málaga mi marido, mi madre y yo. Ya durante el viaje comencé a notar un resquemor como cuando comienza la regla.

En el hospital te suben a una camilla con las piernas abiertas y tó el que pasa te hace un molinete con el dedo en el cuello del útero, que pareces el pavo relleno pa´l horno, y si sientes vergüenza, te jodes. Aunque llega un momento en el que se te pasa la vergüenza y todo empieza a darte igual, deseas que todo esto pase de una vez para poder descansar… ¡es agotador! Y luego, a controlar las contracciones, que son como un  acordeón que te estruja las costillas y los riñones para que dilates abajo y es un trabajo muy duro, pero es un trabajo que tienes que hacer sin perder los nervios y rezando para que cuando comiencen en serio no se paren y sean cada vez más alegres y rápidas, porque así es un parto natural. Cuando llega el momento de empujar, debes estar lo más atenta posible, porque esto dura poco pero hay que hacer un esfuerzo muy grande y si estas agotada de las contracciones se puede complicar la cosa.

Yo hice toda la dilatación de pié y leyendo una revista. Cuando venía una contracción pasaba las hojas que volaban y respiraba como si en ello me fuese la vida, no sé si hacía la soplante lenta, la rápida o la madre que la parió, pero soplaba y resoplaba como una locomotora, luego aflojaba y volvía a concentrarme en la revista.

También te explican que aunque lleves un buen embarazo, una vez que has dado a luz, debes pedir toda la ayuda posible y, sin ningún tipo de angustia, olvidarte de la casa, la compra, la comida y dedicarte a ti y al recién nacido. Si le das el pecho, tienes que usar ropas fáciles de abrir para dar de mamar y procurar estar lo más seca posible por arriba y por abajo, ya que el pecho hay que lavarlo y secarlo después de cada toma, porque si no el bebe lo macera y se hacen grietas. Hay que procurar que el bebé no se quede dormido tomando el pecho y darle toquecitos en la planta del pié para que espabile.

Tampoco se agradecen visitas los primeros días, como no sea para ayudar, porque te sientes sucia, sangrando por abajo y hecha una vaca por arriba… acojonada y desbordada, así que o bien se viene con la intención de apoyar y echar un mano, o mejor, se cumple más adelante, cuando la mamá tenga la situación más o menos controlada y espíritu para pintarse un poquito los labios y recibir a las visitas con ganas de presentar a su bebé orgullosa.

Porque todo llega, cuando pasan varios días y controlas el tema, entonces, ¡aleluya!, has tenido un hijo, disfrútalo.


2 comentarios:

  1. Cuñá imposible encontrar una comparativa mejor que el pavo de Navidad.Me sentí igual en el parto de ni niño.

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    1. La Paca: Cuñá, has visto al rubito y te has acordado del tuy o, no? ¿a que te dan ganas de tener otro?

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