EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

sábado, 5 de octubre de 2013

UN PEKINES LLAMADO LEÓN

¡Ay!, hoy toca uno de mis desvaríos…voy a fogá, lo siento, lo siento, lo siento, pero ¡no puedo, no puedo, no puedo!

Por no matar a mi madre y a mi hija, estoy tragando toa la quina del mundo, pues a resultas de una adolescencia un poco chunga de mi hija la chica, mi madre, o sea, su abuela, tuvo a bien regalarle a la niña un perrito. Eso que dicen de que las abuelas están para malcriar a sus nietos, yo creía que era mentira, ya que mi madre mantuvo la misma disciplina con nosotros y con los nietos de primera generación, pero se nota que con esta ya tiró la toalla y qué cosas, de verdad, no la reconozco. Con lo bien que nos educó a todos sus hijos, cómo me dio mi madre esta puñalá trapera con su nieta. Yo no me esperaba esto de mi madre. Un perrito, a mí, que ella sabía que no quería perros en mi casa, porque lo sabía. Yo les regalé a las niñas pescaitos, pajaritos e incluso un conejo “cagarrutero”, pero porque no había que sacarlos a la calle a hacer sus necesidades y todo para no tener la responsabilidad de un perrito, porque sabía que me iba a tocar a mí.

Pues nada, ella se presentó con aquella pelotilla pa´ comérsela, un cachorro pekinés y a consecuencia de eso tuvimos mi hija y yo “grandes y chicas”, pero aquí está, con nosotros desde hace siete años, y el chulo del perro, -que es un chulo-, sabe que lo tengo enfilao, y cuando me ve con la fregona en la mano, se pierde por la casa. Pero es un macho y a la menor que te descuidas levanta la patita y ala, a marcar territorio.

Ya ha sido padre una vez y no lo he capado, lo veo tan vivo y espabilao que me da pena, y eso que dicen que los pekineses tienen mala baba, pero al estar criado entre niños, éste es un peluche, -pero vivo- y tiene que cagar y mear en la calle, pero como mi hija no observa la rutina, comprendo que el animalito tampoco va a explotar y yo no quiero hacerme cargo, porque es su responsabilidad… así que en ello estamos, siempre mosqueadas con el tema. Y el caso es que el perro se gana a cualquiera, es un regalón y le gusta la calle al perder, tengo que hacer de tripas corazón pa´ no sacarlo, porque apenas suenan las llaves o la puerta de la casa, está como un soldao, firme en la puerta esperando que le digas “vamos” y entonces pierde el culo por salir a la calle. En cambio, la realidad es que se tira toooooa la mañana esperando a que la niña lo saque, con cara de amargao y acostao a sus pies.

Leí en Internet que los pekineses son una raza de leyenda: cuenta cómo un león se enamoró de una mona y le pidió a los dioses que le concedieran su amor, y así nació esta raza, pequeña pero matona.
Las niñas lo lavan con champú y le ponen suavizante y está que brilla y resplandece como un peluche, pero el jodío es un fistro sexual y, peluche que coge por banda, se lo cepilla, y cuando está más activo de la cuenta, incluso a los cojines del sofá y me temo que cualquier día me preña un cojín y hay que renovar la leyenda…

Pero cuando me levanto por la mañana y veo la orgía que ha montao en el salón con su peluche, los cojines… y observo esas gotitas amarillas que me deja en el sofá, -que le tengo dos fundas puestas y estoy deslomá cambiando fundas casi todos los días-, me pongo como una moto y por no coger al perro, a la niña y a la madre que me parió y tirarlos por el balcón… aquí estoy, sentá delante del ordenador y fogando de una manera que se me va la olla, lo siento.

Este es el personaje...



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