¡Ay!,
hoy toca uno de mis desvaríos…voy a fogá,
lo siento, lo siento, lo siento, pero ¡no puedo, no puedo, no puedo!
Por
no matar a mi madre y a mi hija, estoy tragando toa la quina del mundo, pues a resultas de una adolescencia un poco
chunga de mi hija la chica, mi madre, o sea, su abuela, tuvo a bien regalarle a
la niña un perrito. Eso que dicen de que las abuelas están para malcriar a sus
nietos, yo creía que era mentira, ya que mi madre mantuvo la misma disciplina
con nosotros y con los nietos de primera generación, pero se nota que con esta
ya tiró la toalla y qué cosas, de verdad, no la reconozco. Con lo bien que nos
educó a todos sus hijos, cómo me dio mi madre esta puñalá trapera con su nieta.
Yo no me esperaba esto de mi madre. Un perrito, a mí, que ella sabía que no quería
perros en mi casa, porque lo sabía.
Yo les regalé a las niñas pescaitos, pajaritos e incluso un conejo
“cagarrutero”, pero porque no había que sacarlos a la calle a hacer sus
necesidades y todo para no tener la responsabilidad de un perrito, porque sabía
que me iba a tocar a mí.
Pues
nada, ella se presentó con aquella pelotilla pa´ comérsela, un cachorro pekinés
y a consecuencia de eso tuvimos mi hija y yo “grandes y chicas”, pero aquí está,
con nosotros desde hace siete años, y el chulo del perro, -que es un chulo-,
sabe que lo tengo enfilao, y cuando
me ve con la fregona en la mano, se pierde por la casa. Pero es un macho y a la
menor que te descuidas levanta la patita y ala, a marcar territorio.
Ya
ha sido padre una vez y no lo he capado, lo veo tan vivo y espabilao que me da pena, y eso que dicen que los pekineses tienen
mala baba, pero al estar criado entre niños, éste es un peluche, -pero vivo- y
tiene que cagar y mear en la calle, pero como mi hija no observa la rutina,
comprendo que el animalito tampoco va a explotar y yo no quiero hacerme cargo,
porque es su responsabilidad… así que en ello estamos, siempre mosqueadas con
el tema. Y el caso es que el perro se gana a cualquiera, es un regalón y le
gusta la calle al perder, tengo que hacer de tripas corazón pa´ no sacarlo,
porque apenas suenan las llaves o la puerta de la casa, está como un soldao, firme en la puerta esperando que
le digas “vamos” y entonces pierde el culo por salir a la calle. En cambio, la
realidad es que se tira toooooa la
mañana esperando a que la niña lo saque, con cara de amargao y acostao a sus
pies.
Leí
en Internet que los pekineses son una raza de leyenda: cuenta cómo un león se
enamoró de una mona y le pidió a los dioses que le concedieran su amor, y así
nació esta raza, pequeña pero matona.
Las
niñas lo lavan con champú y le ponen suavizante y está que brilla y resplandece
como un peluche, pero el jodío es un
fistro sexual y, peluche que coge por banda, se lo cepilla, y cuando está más
activo de la cuenta, incluso a los cojines del sofá y me temo que cualquier día
me preña un cojín y hay que renovar la leyenda…
Pero
cuando me levanto por la mañana y veo la orgía que ha montao en el salón con su peluche, los cojines… y observo esas
gotitas amarillas que me deja en el sofá, -que le tengo dos fundas puestas y
estoy deslomá cambiando fundas casi
todos los días-, me pongo como una moto y por no coger al perro, a la niña y a
la madre que me parió y tirarlos por el balcón… aquí estoy, sentá delante del ordenador y fogando de una manera que se me va la
olla, lo siento.
|
Este es el personaje... |
en el fondo te gustaaaaaaa jajaja
ResponderEliminar