La Naturaleza
es una experta en ambientes de todo tipo: los hay melancólicos, como el del borde
del mar con nubes y viento, apacibles, como un campo de amapolas y margaritas,
energizantes, como una cascada con abundante agua, bucólicos, como un campo de maíz.
Si cuando paseas, el ambiente coincide con tu estado de ánimo, has conectado:
te identificas y te sientes bien.
Yo
no entiendo ni he estudiado marketing, pero soy mucho de sensaciones y de
aromas. Todavía recuerdo que me dio por ponerle el agua de cocer las judías
verdes a las macetas, -no sé dónde leí que tenía muchos los nutrientes- y es
verdad que se pusieron muy bonitas, pero claro, igual no siempre hervía judías,
también patatas, pos pa´ la maceta, acelgas, pa´ las macetas y coliflor, pues
pa´ la maceta. Bueno, hubo una temporada que cada vez que entraba en la casa,
olía a bicho muerto, -“¡por Dios!, ¡¿esto qué eeessss?!, ¡¿dónde se ma´ muerto
el bicho?!”-, y como un sabueso mis hijas y yo olisqueando, -“¡pero mamá, qué
asco, aquí hay un bicho muerto en algún lado!”-, hasta que dimos con lo que
era: el agua con el que había regado por última vez las macetas, que era de
coliflor y nos estaba matando.
Bueno,
pues yo sería de las personas que si montara un negocio, de lo que fuese, le buscaría
un aroma para que la gente se sintiese a gusto, en un SPA, aromas relajantes,
en una tienda de té, aroma a hierbabuena, en una tienda de chocolate, a vainilla
y canela, en una oficina, a verbena, de muebles, a sándalo y así sucesivamente.
Estuve
un tiempo pendiente de una tienda súper mona que abrirían en el centro de
Marbella el año pasado, sólo el escaparate ya me tenía fascinada, porque no era
algo visto y evocaba a pueblos del interior. Los productos que ofrecían eran
originales y algo nuevo por aquí, artesanal y muy bien presentados. Cuando
abrió la tienda fui a curiosear. Bueno, pues aquello no olía a nada y el señor
que había detrás del mostrador, ni subió la cabeza para mirar. Lo siento mucho,
no me lo esperaba. La tienda hoy ya no existe.
Hoy
he quedado con mi hija para buscar un detalle como regalo y no se quería gastar
mucho. Me ha llevado a una tienda india,
que siempre paso por la puerta pero nunca había estado en su interior. Todo de
primerísima calidad en tejidos indios de seda y cachemir, el interior de la
tienda espectacular, todas las prendas planchadas y bien colocadas, nada de
percheros apretujados. Entonces cada pieza se convierte en única y puedes
apreciar los tejidos, -aunque luego en la rebotica esté to apelmazao-, pero lo
que ve el público está superior, y el aroma a los palitos de incienso que
trasmina toda la calle y te conducen al lugar, me ha encantao. La señorita me
ha explicado que son piezas de seda doble para que no se trasparenten y hemos
comprado un foulard exquisito. Ha gastado un poco más del presupuesto, pero ha
merecido la pena. Eso es a lo que me refiero cuando digo que conectas con el
ambiente, no sabes porqué, es un conjunto visual y de aromas que a mí
particularmente me prepara la mente para conectar, es como cuando vas por la
calle y hueles a té con hierbabuena y el cuerpo te pide parar y tomar algo o
hueles una tortilla con cebolla y se te hace la boca agua antes de comerla.
Al
montar un negocio, creo que es importante copiar a la Naturaleza y buscar el
aroma que conecte visualmente con lo que pretendes vender y fundamental preparar a la
persona que vas a poner a cargo para la venta del producto, porque, como yo,
habrá personas curiosas que pregunten y a las que les guste escuchar una
explicación agradable, y si te atienden bien, igual vuelves incluso con una
amiga. No como el petardo del dependiente de una tienda de calzados, a la que hace
tropecientos años entré a preguntar por unos zapatos y me dejó traumatizá con
lo que me contestó: -“ señora, yo no sé el poder adquisitivo que usted tendrá,
pero estos zapatos son MUY CAROS”-. ¡La leche!, este tipo de dependiente está
muy bien retratado en la película de Julia Robert, Pretty Woman. Pues este amigo se comió la tienda con papas.
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