EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

lunes, 15 de diciembre de 2014

NUESTRA TITA ANTONIA, D.E.P.

Estoy de luto y estoy muuuuuuuy triste, tan triste, que me duele.
Mi hermana me ha dicho que escriba un desahogo y ya se verá si merece la pena compartirlo,  pero estoy tan triste que no sé si mis lágrimas me dejarán ver las letras.

Mi muy querida tía Antoñita. Qué pena, qué pena, qué pena... Ni para morirse nos ha dado problemas, siempre tan adorable, tan achuchable, tan cariñosa… se fue y nos ha dejado vacía y huérfana de toda una generación, la de mi padre, porque era la más chica de los cinco hermanos y no nos queda ya ninguno.

Cuando mis padres se casaron, ella era la más pequeña y aún estaba soltera, así que vivían junto con mi abuela viuda y mi padre, que era el mayor, y compartían la casa vieja de la playa.

Cuando mi tía se casó, mientras mi madre aumentaba su familia, ella no podía tener hijos, y al ser la mas pequeña y su marido ser propietario de un barco, siempre vivió bien, no pasó las estrecheces que pasó mi madre y además, era la tía moderna de la familia, la que fumaba y en su juventud conoció las discotecas e incluso se bebió algún whisky. En los años en que nosotros, sobre todo los cuatro mayores, estábamos en el colegio, ella hizo un viaje con unos amigos recorriendo España e incluso una vez estuvo en Roma invitada por unos amigos italianos. A nosotros era la que nos compró el primer yogur y la que nos invitaba a un refresco en una cafetería el día de la Virgen del Carmen, caprichos que mi madre no se podía permitir darnos. También fuimos testigos de su gran sacrificio para poder tener hijos. Le recomendaron adelgazar, así que hizo dieta hasta perder más de treinta kilos y pasó de usar los bambitos a la minifalda. También le recomendaron tomar el sol en la tripa para ver si los ovarios le trabajaban y poder concebir. Pues se colocó su bikini y la acompañábamos a un espigón apartado, donde se mezclaba con las turistas, para poder tomar el sol en la tripa. También se sometió a una prueba muy dolorosa en aquellos años para ver las trompas por dentro. Pero nada, no tuvo hijos… aunque el diablo le dio una pechá de sobrinos. Ha estado siempre presente en todas las celebraciones familiares y ha llevado el registro de todos y cada uno de los nacimientos de los sobrinos y sobrinos-nietos, que también han sido muchos por parte suya y de la de su marido.

Aunque en los últimos años hemos tenido que respetar sus decisiones sobre la manera de enfocar su vida, igual si se hubiese dedicado un poquito más de tiempo para ella, aún habría estado unos añitos más con nosotros, pero no ha podido ser. Siempre nos decía: -“niña, ésta igual va a ser la última Navidad que compartamos juntos”- y le contestábamos –“sabrá Dios quién faltará primero”- y nos reíamos de ella cuando nos decía que estaba muy cansada y que la tierra la estaba llamando. Al final no ha podido resistir una mala gastroenteritis que, junto con la diabetes, la ha dejado tan deshidratada que los órganos principales no han podido volver a arrancar.


Bueno, seguiré mi duelo, y aunque a partir de ahora no estará físicamente en los acontecimientos venideros, estará siempre en nuestro corazón.

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