Buenas,
amig@s cibernétic@s del espacio sideral. Como habréis comprobado,- y si no, ya os
lo digo yo-, últimamente no tengo mucho tiempo para escribir, y no es porque no
tenga nada que contar, ¡es que no tengo tiempo!, y cuando me prodigo poco con la
escritura, os diré una frase que me encantó de la película de Ana y el rey de Siam, cuando van en el
barco por el río, y el rey le dice a la
Ana, “cuando una mujer que tiene tanto que decir, calla, su
silencio suele ser atronador”. Pues eso, que aunque no lo comparta, estoy que
no paro.
Después
de un puente en el que hemos celebrado comunión, escapada a Córdoba y día de la
madre, con nietecilla de por medio incluida, lo siento, pero el pellejo no me
da para más. Además, también me apunté a clases de francés, asignatura
pendiente durante mi actividad laboral a la que nunca había podido dedicarle un
minuto y ahora estoy en ello, y por eso también el título de esta crónica: he
aprendido una palabra que me encanta decirla, tout
attaché, que significa todo junto, sin espacio, o sea, como
nosotros, que vamos a todas partes como una piña, sin fisuras, apretaos, y
cuanto más achuchaos, mejor nos
encontramos.
Pues
el viernes, que fue fiesta, tuvimos la magnífica celebración de la Comunión
de mi sobrina, y estando mi cuñá de por medio, no esperábamos menos,
cuidado hasta el último detalle y más. Simplemente
PERFECTA. Ahora, sin tanto ajetreo, entrará en depre o surmenage, menos mal que hay una escapada a la vista, si no, habría
que buscarle algo que hacer.
El
sábado me fui con mis hermanas a Córdoba. El año pasado ya habíamos visto los
patios y ahora tocaba las famosas cruces. Con la primavera andamos con la
sangre emberrechiná y nos salen unas
ganas de juerga que en cada esquina montamos un chiringuito, un poco de
musiquita, unas cervecitas frescas, unas palmas y, si con la caló que hacía, te
animas, ya está la fiesta formá. ¡Dios
mío, qué caló, pero qué caló pasamos!, menos mal que a la hora
de la siesta nos refugiamos en una tetería de esas morunas en las que casi te
acuestas, con tantos cojines, porque andábamos a punto de darnos un buen chungazo y caernos en redondo. Hasta las
pobres flores de las cruces lucían chuchurrías.
Y el
domingo, a celebrar en el campo el día de
la mamma, que como las madres somos así de generosas, no esperamos nada, sólo
unos buenos besos, achuchones y abrazos, compartir un arrocito y algo dulce de
postre, ¿o no?, y qué más dulce que unos brazos al cuello achuchándote…, pues
eso, tout attaché.
No sé
si es porque otros destinos turísticos del Mediterráneo están algo inseguros, que
estoy viendo muchos más turistas por las calles. Pero es que Marbella es muy pequeña,
tiene un casco antiguo súper coqueto, pero son sólo dos o tres calles, que si
los de aquí saliésemos y lo pateásemos más, no habría sitio ni pa´ los
turistas. ¡Pero qué bonita es Marbella!, y hay que agradecer a los que la
embellecen, sea por parte del Ayuntamiento, o algunos rincones de particulares,
que plantan esas flores tan preciosas, para que sigamos siendo referente de
calidad de vida. Pocos, pero bien avenidos… tout
attaché.
Bueno,
y entre tanto ir y venir, si puedo, le doy a la lectura, a patear por el paseo
marítimo, a comprar, a limpiar, a cocinar y a esperar esas tardes de verano que
parece que nunca van a terminar.
Seguimos
en contacto... We keep in touch, tú
ya sabes.
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