Bueeeeeno,
aquí vengo, toa motivá de nuevo del Pilates y pensando en que empieza la
operación bikini y el campo ahora da lechugas tiernas. La mejor manera de
prepararlas es con aquel aliño del que os hablé, con comino, ajo, mostaza, sal y
chorreón de aceite de oliva: convierte cualquier verdura en un manjar y luego
añadir frutos secos, -buenísimos para los huesos- y pasamos de una simple
lechuga a un plato five stars.
Pues
eso, toca una reflexión.
¿Que
por qué es cuestión de huevos?, paso a explicar mi teoría:
¿A
cuántas personas conocemos que, en algún momento, hemos pensado: “hay que ver
lo que vale esta persona, debería ser jefe”. Y en cambio hemos visto a otras que suben de categoría en los trabajos y
pensamos que no sirven ni pa´ tacos de escopeta? PUES ES CUESTION DE HUEVOS.
Yo
tengo la teoría del suflé. Y vosotros pensaréis : -“Qué pena, a la Paca se le ha
ido la olla” - pero no, es que llevo
muchos años trabajando y cuantos más años se cumplen, más experiencias
acumulas, buenas y malas. Ves evolucionar a las personas en sus puestos de
trabajo y también tienes tiempo de analizar situaciones. ¿Que estoy
equivocada?, ¿que no es lo que yo he visto lo que parece?, ¿que no tengo todos
los datos para emitir un juicio certero? Es posible, peeeero... como este blog
no va de sentar cátedra y los que me leéis sabéis que puedo salir por la vía de
Tarifa, éstas son mis sensaciones.
Al igual que mi
compañera Cristina tiene una teoría sobre los hombres, que, según ella, se
apoyan unos a otros porque van juntos a la guerra.
Estoy completamente de acuerdo
con ella, porque si no, de otro modo, no te explicas cuando ves que hombres tan
distintos en cuestión de cultura, posición o economía se ponen de acuerdo, RESPETÁNDOSE entre sí, es porque, según la Cristi, desde
que el mundo es mundo, van juntos a la guerra y cualquier hijo de vecino, por
poco que valga, en una guerra te ha podío
salvar de una pedrada, un ataque furioso de un animal, una flecha o un disparo,
y tienen el recuerdo en sus genes. Saben que en la guerra no hay carrera ni
estatus que valga. Pues eso, que los hombres se apoyan porque van juntos a la
guerra, y en nuestros genes está el quedarnos solas en los fogones. Pero como
dice mi hermana, esto lo curará el tiempo.
Que
me voy por los cerros de Úbeda... mi teoría del suflé es que, en un entorno
propicio, llámese “horno”, cuando a una persona le comen el oído, es mimada,
todo lo que hace les parece bien, se la elogia en todas sus ideas, el “suflé”
sube, se pone doradito, apetecible, se hincha y promete que va a ser el no va
más. ¿Qué pasa cuando lo sacas del entorno en el que ha subido –el horno-?,
pues que si no tiene suficientes huevos, se desinfla y se viene abajo, pero no
de forma normal, o sea, plofff... no,
que va, lo hace: culpando al horno, a la temperatura o al tiempo de horneado, y
si es mujer, seguro que a la regla.
Yo creo que, cuando una persona piensa que en el entorno apropiado puede hacer algo más de lo que hace y se siente preparado, es cuestión de revisarse los “güevos”, y pensar que el entorno puede volverse adverso, y es entonces cuando se tiene que saber con cuántos huevos se cuenta, para saber hasta dónde puede llegar, si merece la pena enfrentarse a lo que le echen y no venirse abajo.
Como en el suflé, cuestión de huevos, oiga.
estoy ansisosa por leer el próximo
ResponderEliminarLa Paca - Cuñaaaaaaaa, eres mi fan number one.
EliminarEnhorabuena
ResponderEliminar