Aparcas
en Nagüeles y te suben en autobús hasta la cantera, súper chulos los autobuses
y modernísimos.
La
pista está bordeada de sillones blancos y es todo al aire libre. Y el escenario
para conciertos, con las gradas enormes, está compartiendo el sitio detrás de
la pared blanca que se ve a la derecha. Al fondo hay unos containers de obras,
de esos metálicos de “me han dejao aquí hace 20 años” y están oxidados, puestos
como tenderetes de feria, cada uno con una especialidad en tapas (croquetas, pizzas,
mojitos…), te compras un ticket como en la feria y te acercas a por la tapa. Yo
me imagino a mi cuñá y no se toma allí una tapa ni loca, como no vaya antes con
el Volvone y la lejía desinfectando los contenedores... lo hemos pasado muy mal
a cuenta de los virus.
El
concierto estuvo sublime con la Rosarillo. Sacó un estilismo de minishorts con
chaleco en blanco, con flecos en plata y botas de estilete en rosa, que yo
arañaba el suelo con los dientes. Luego se puso a hacer el pollo como ella
acostumbra en el escenario, con la melena de leona al viento, que hasta que no
puso al público en pié pa´ bailar, no paró.
Cuando terminó el concierto volvimos a la discoteca, hubo espectáculo tipo burlesque-circo del sol, muy bonito y el Dj, con un chico tocando el violín en lo alto de un container con la luna a la espalda, hizo el fin de fiesta SUPERMÁGICO.
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