EL POR QUÉ DE ESTE BLOG

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Bueno, bueno, bueno, pues se explica en pocas palabras: ESTOY EN EL PARO.

Si, después de 34 años trabajando, ahora estoy en el paro y como la cosa me temo que va pa´ largo, pues tengo que fogá, ¿sabéis lo que es eso?, pues que necesito algo que hacer para quemar energía.

Trabajando en hostelería, tratas con todo tipo de personas al cabo del día, clientes y compañeros de trabajo, y si además la mayoría son mujeres, que somos muy charlatanas y llevamos muchos años trabajando juntas, filosofamos mucho de familia, noticias, arte, cultura, actualidad en general y cotilleos; pues eso es lo que me falta, compartir.

Cuando estoy cocinando con la radio puesta y me viene a la cabeza algo que creo es interesante y que podría compartir, lo escribo en el ordenador, y como me he apuntado al feisbuk, lo comparto con la corrala cibernética de familia y amigos.

Ahora me han dicho que sería interesante que hiciera un blog. Pues vamos a ello.

Advierto que son cosas mías, igual hay veces que se me va la olla, son cosas cortitas del día a día y los que me leen hasta ahora dicen que les hace gracia, sólo escribo cuando encuentro algo que me inspira y creo que se puede compartir.

SI ME QUERÉIS, SEGUIDME.

lunes, 12 de noviembre de 2012

¡QUE ME LLEVAN A BOLONIA!




Bueno, pues ya está. Hoy me voy a la playa de Bolonia con mis hermanas. Se les ha puesto a ellas el llevarme... y me llevan.

Llevan tooooodo el mes de Agosto “Paqui tienes que ir, tienes que ver esas playas tan divinas, y disfrutar del mar y andar”. Y mira que les digo que tengo el pellejo sensible al sol y las guarras se ríen como locas.

No, de verdad, tengo la piel muy sensible al sol. Dicen que la piel recuerda, que tiene memoria, pues tiene que ser eso.

De chicos, mis hermanos y yo nos íbamos al puerto, cuando el puerto deportivo era puerto pesquero, no recuerdo a qué edad, pero teníamos que ser muy pequeños porque mi madre solo nos dejaba bajar a bañarnos si no nos movíamos del puerto, porque allí no había olas ni resacas. Ya ves, antes en los espigones de la playa del Marimar había una resaca que cuando había olas te podías ahogar, y mi madre no nos dejó  bañarnos en esa playa hasta que la Mari, que es la mayor, se lo suplicó y suplicó y por cansina, nos dejó.

Toooa la mañana en la playa, buscando cangrejos debajo de las piedras, coquinas en la arena de la orilla, camarones entre las piedras del puerto, cogiéndole a mi padre y los compañeros, que estaban remendando en la orilla, los caballitos de mar y los ermitaños que se venían enganchaos en las redes.

Luego, cuando nos dejó bañarnos en la playa grande, con un colchón corriendo las olas nos íbamos a lo hondo para flotar y hablar de nuestras cosas. Sin toallas ni ná, con el bañador y descalzos, cruzábamos la calle y a la playa. En verano no se nos distinguía ni la cara, sólo los dientes y el blanco de los ojos.

Cuando volvíamos de la playa, mi madre nos tenía preparada la olla cuartelera de garbanzos, lentejas o lo que diese de pescado del día y devorábamos como caníbales. Mis tías le decían a mi madre que nos hacía el estómago muy grande, pero cuando tienes una cuadrilla de niños y poco presupuesto, no hay lugar para chichimonkis, solo mucha dieta mediterránea y a llenar el buche.

Pos eso, que ya os contaré cómo me ha ido. Me llevaré la sombrillita blanca de encaje que me compré en Venecia y me pareceré a la Duquesa de Alba...


2 comentarios:

  1. que buena eres escribiendo sigue publicando

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    1. Gracias por el apoyo. Creo que son crónicas anticrisis.

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